Santiago Filardo, creador de patentes

Por Eva Becerril
Fotografía: Jorge Hernández


Con una sonrisa en el rostro, Santiago Ricardo Tomás Filardo Kerstupp abrió las puertas de su casa a Garceta, lugar donde ofreció una amena charla, relató gran parte de su vida y mostró algunos lugares especiales.

Era media tarde cuando el equipo de la revista universitaria arribó a su hogar y fue sorpresivo ver que aún lo visitan algunos alumnos a pesar de que este año, en el mes de mayo, comenzó su retiro de las aulas; pero al parecer aún tiene detalles pendientes en la investigación en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH).

El doctor Filardo, como todos sus conocidos le llaman, es el descubridor de tres patentes para esta casa de estudios: la creación de un polvo de frambuesa que funciona como alternativa para atenuar la adicción y el síndrome de abstinencia a la nicotina; la formación de micro cápsulas a base del nopal, en donde se puede resguardar un principio activo que ayude a las industrias farmacéutica o alimenticia; y el reforzamiento de esas micro cápsulas, las cuales se pueden ingerir a través de una galleta.


Santiago Filardo es el creador de tres patentes, sumando así cuatro para la UAEH


Él, con una sonrisa amable, de estatura media y de pelo blanquecino, comenzó a mostrar su mesa de reconocimientos, la cual se pudo notar enseguida porque se encontraba en el recibidor.


Un poco de su juventud


“Yo nací en Alemania, pero por la postguerra nos venimos a México y acá me registraron”, narró al comenzar a hablar sobre sus épocas infantiles. Cursó la primaria en Pachuca, luego ingresó al Internado México donde realizó la secundaria y culminó la preparatoria en el Centro Universitario México.

La Universidad Iberoamericana fue la casa superior que lo acogió para instruirse como licenciado en Química, donde también realizó la Maestría en Tecnología de Alimentos. Sus estudios de posgrado continuaron en la Autónoma de Hidalgo, donde cursó un diplomado en Administración y Organización de Centros de Investigación, además de una especialidad en Control de Calidad.

El doctorado lo efectuó en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en Biología. Al cuestionarle la razón por la que decidió encaminarse hacia esa área del conocimiento respondió que en aquel entonces trabajaba con cactáceas. “Pero antes del doctorado hice el trabajo del shampoo con los indígenas marginados. Ese me valió el premio Hidalgo al desarrollo de la ciencia”, señaló.




La ciencia


Cuando era niño le llamaba mucho la atención ver los movimientos de algunos péndulos, el en que una esfera golpea a un grupo de ellas lanzando una última con fuerza al otro lado. “Empecé a pensar en el movimiento continuo que éste hacía y en la razón de porqué se quedaban estáticas las esferas del centro”, detalló.

Más adelante, mencionó, comenzó a realizar experimentos hasta que logró hacer Trinito Tolueno. “Era muy inquieto y esa vez el profesor no dijo nada, pero revisó lo que hice y determinó que sí lo conseguí”, esa fue una de sus primeras experiencias para dedicarse completamente a la ciencia.


La confitería


El científico jubilado de la UAEH hizo una pausa para mostrar algunas investigaciones, mismas que las tiene guardadas en una habitación destinada para ello. Allí se pudo observar revistas científicas y algunas de repostería muy importantes.

“¿En gastronomía también dio clases?”, se le preguntó. “Claro, de confitería en el ICEA”, contestó y agregó: “Yo trabajé en la Suiza, fábrica de dulces y chocolates, donde estuve 15 años de chocolatero. Hice los chocolates Godiva”.

Todo comenzó cuando, al egresar de la licenciatura, comentó a su padre la posibilidad de trabajar con él en Pachuca en el conocido Molino El Dorado, pero al ver que no había mucho futuro declaró estar interesado por la disertación de la química de las harinas.

Después estudió con un profesor francés que manejaba los grandes molinos de París. Seguido de ello realizó la maestría que le dio las herramientas que necesitaba para continuar con lo que él quería.

“Cuando trabajé en la mejora de Choco Jet me pidieron hacer una línea de chocolates finos y me enviaron a Alemania a estudiar confitería en la Escuela Central del Azúcar y luego regresé a demostrar lo que me enseñaron”, manifestó.




La industria alimentaria


Filardo Kerstupp también incursionó industria alimentaria, donde buscó la manera de alargar la vida de los jitomates en los anaqueles, la realización de mermeladas de xoconostle y su uso en tartas, cocina europea, entre otras cosas.

También fue parte de la creación de Aloa y Fresco Jet, que eran partículas con sabor a frutas para hacer agua fresca. Asimismo, mejoró la calidad de Choco Jet, polvo de cacao que buscaba tener una mejor dispersión en la leche.


Su llegada a la UAEH


A pesar de que en la industria alimentaria le iba muy bien, Santiago Filardo vio el final de la fábrica donde trabajaba cuando su presidente quedó desahuciado. Después regresó a Pachuca, puso un negocio y quedó a la espera de un nuevo empleo.

“Me invitaron a la inauguración de la Torre Coby, en donde me encontré al rector Flores Álvarez y me dijo: vente a trabajar conmigo, acá hay mucho en qué te desempeñes. Le llevé mi currículo y le informé que sabía hacer chocolates y aquí me quedé más de 30 años”.

Mientras tanto, siguió como asesor en el medio chocolatero, pero igualmente, como científico de la Universidad buscó indagar sobre el medio ambiente a través de los estudios “Investigación de Plomo y Cadmio en la región aledaña a la Presa Endhó”, “Investigación de Plomo y Cadmio en el Distrito de Riego 03, que comprende nueve municipios”, así como “El efecto de la utilización de pasturas contaminadas producidas en el Distrito de Riego 03 en la producción de leche”.




Shampoo a base de lechuguilla


“Después me metí a apoyar a los grupos indígenas del Valle del Mezquital en la elaboración de shampoos a base de lechuguilla fue un gran impacto. Con este recibí el primer premio por parte del gobierno del estado por el desarrollo a la investigación”, relató.

El producto aún se comercializa y se puede conseguir con Celedonio Goto Escamilla, en la comunidad de El Botho. El shampoo tiene como objetivo el cuidado del pelo, dejándolo terso y brilloso.




Trabajo para disminuir adicciones


Aparte de su trabajo en la confitería y en las cuestiones químicas de los alimentos, el doctor dedicó estos últimos años a la búsqueda de la disminución de adicciones. “Estamos luchando por dejar una huella en todo esto”, expresó.

Después de su labor con los shampoos conoció a una señora en el Alto Mezquital que se llamaba Manuela. Un día, cuando presentaba un fuerte resfriado, ella le hizo un té con unas yerbas que también le ayudaron a dejar de fumar.

“Me dio unas plantitas, yo las analicé, luego leí toda la literatura existente sobre ellas y llegué a la conclusión de sacarles extractos para obtener los principios activos. Dejé de fumar, efectivamente, pero comencé a entrarle más al té por los compuestos que tenía”.

Eliminó los compuestos alcaloides y emprendió un estudio sobre el efecto del ácido elágico en el organismo, lo incluyó y observó un resultado positivo. A continuación buscó la mejor forma para su presentación; concluyó que la manera más fácil era en polvo.

“Ya que tenía la tecnología para hacer el polvo lo comencé a probar, me dio un buen resultado y dejé totalmente de fumar”. Mencionó que además de probarlo él mismo, un total de 90 personas demostraron su eficacia.

El trabajo se llamó “Polvo a base de frambuesa roja rubus idaeus y zeolita activada y micronizada para atenuar la adicción a la nicotina, proceso para su preparación y su uso”, convirtiéndose en la segunda patente para la UAEH, la cual trabajó con Javier Isaías Alanís Ortega y Alfonso Atitlán Gil.



Tercera y cuarta patente


La segunda patente fue un trabajo para el encapsulamiento del polvo de frambuesa, denominado “Encapsulamiento de sabores sintéticos y extractos naturales de frutas, granos y fármacos con gomas extraídas de Opuntia spp. y Cylindropuntia imbricata, mediante secado por aspersión para su utilización como materia prima de la industria alimentaria y farmacéutica”, el cual trabajó principalmente con su alumno Víctor Jesús Sánchez Ávila.

La cuarta patente, documento que se encuentra a unos días de ser entregado, es una galleta que contiene las esferas del estudio anterior con actividad biológica. Los investigadores decidieron llamarla “Antioxidantes micro encapsulados procedentes de frutos rojos (fresa, uva, zarzamora, arándano rojo y azul) para su utilización en productos alimenticios y farmacéuticos”.

En esta parte de la charla, Víctor Sánchez ya se encontraba en el lugar y explicó que es una mejora de la tercera y que ya hay otras propuestas que ya se están trabajando. “En la tercera patente, si nos comemos las esferitas o las diluimos en agua se libera fácilmente lo que tienen adentro; en la cuarta, esas esferas resisten PH ácidos de hasta uno y también resisten temperaturas de hasta 250 grados”.

Explicó que debido a ello las esferitas se pueden agregar a una masa para hacer galletas, se hornean y resisten las temperaturas de cocción, lo que les permite continuar presentes. “A la hora de comerlas, las esferitas resisten, llegan al estómago y allí comienzan a fisurarse, entonces se van liberando gradualmente. Al pasar por el intestino delgado los nutrientes se absorben por la sangre, se sigue liberando el contenido hasta llegar a las células”, expuso.



Primeras inventoras


Esta cuarta patente dio lugar a las primeras inventoras en la historia de la Autónoma de Hidalgo: Raquel Cariño Cortés, del Instituto de Ciencias de la Salud (ICSa), y Karina Fernández Zúñiga, ex alumna de la Licenciatura en Nutrición, quienes se unieron a Víctor Sánchez y al doctor Filardo en este trabajo.

Al calor de la charla, el doctor Filardo agradeció a la Universidad Autónoma de Hidalgo por todo el apoyo para desarrollarse, tanto en la panadería, confitería y la industria alimentaria. Recordó todos los reconocimientos recibidos siendo investigador, épocas de buenas experiencias que siempre guardará en su memoria.

Acto seguido, el equipo de Garceta se despidió, no sin antes reconocer la trayectoria de este científico, creador de tres patentes para la máxima casa de estudios de Hidalgo.