La Garza Lectora
¿Por qué duele el amor?

Había pasado un año del inicio de la carrera cuando a la que en aquel entonces aún no era una de mis mejores amigas, ya le habían roto el corazón. El chico en cuestión solo dijo “No eres tú, soy yo”. Pocos días después, el chico en cuestión regresó para pedir una oportunidad, la cual otro alguien ya había tomado. Resultó que su ex novia no parecía haber cambiado en absoluto, por lo cual parecía bastante cómodo regresar con quien aparentemente se sentía “bien”, pero le salió bien.

Un día, poco más de seis meses anterior a la pandemia, nos reunimos mis amigas de toda la vida y yo para hablar de temas diferentes, como de nuestra familia, proyectos y parejas. Una de ellas aparentemente se encontraba feliz porque un muchacho de Puebla no sólo parecía agradable, sino también trabajador, caballeroso y muy atento. Un día y sin previo aviso, él había asumido que ella no estaba interesada en él y mucho menos en formar una familia, por lo cual terminaron. No fue una decisión mutua. El recuerdo está en que el día de lo sucedido mi amiga marcó para solicitar mi presencia lo antes posible para buscar consuelo, y que el dolor no fuera tan intenso. Al menos ese día, no se logró dicho objetivo.

Hace poco más de un año apareció alguien en la fiesta de cumpleaños de mi mejor amiga, a la cual llevo conociendo desde que teníamos tres años. El joven le llevó serenata y a sus amigos también para darle validez a su acto. Aunque mi intuición iba en función de una persona non grata, meses más tarde se confirmarían mis sospechas: el joven le había sido infiel a mi amiga con siete diferentes chicas.

Cuando sale en escena la puesta a la pregunta “¿Por qué me pasó esto a mí?” Illouz da una respuesta casi contundente al planteamiento, no sin antes aclarar la postura dada por una mujer heterosexual, y es que quién no ha leído Orgullo y prejuicio, Emma, Cumbres Borrascosas… obras que plantean la trágica novela del “¿Cómo podré corresponder a mi amado si lo único que tengo es el sentimiento encarnado en el corazón y una diferencia abismal de clase y modales?”.

Illouz dice que si estamos de suerte la época posterior a estas obras sólo trae la problemática de diferenciar clases sociales: percata minuta. O bien, considerar la absoluta solución a un trato comercial entre una mujer y un hombre que avive las relaciones económicas entre una familia y otra.

Por otro lado, el idealismo heredado de estas obras y posteriormente hecho películas, no han hecho otra cosa que plantear escenarios de fantasía a una vida futura irreal con alguien con quien no se coincide en objetivos, y aún a sabiendas, estos pueden cambiar y sin previo aviso. Y aquí es cuando me pregunto, ¿por qué a mis amigas?, ¿por qué también a mí?

Mientras Illouz acepta el hecho de vivir en los tiempos modernos bajo la necesidad de hacer una familia y vivir la idealidad del cuento de princesas y hadas, hay una constante: poner la idea del amor romántico al mayor postor, al que entregue mejores regalos, al que cumpla con la imaginación propia creada por historias que no existen pero que, a la vista de ser consumible, parecen convenientes. Toda una sarta de fantasías disímiles de la realidad que el tiempo que ocupan en nuestra mente es para soñar. Que por qué duele el amor, que cómo osan las personas fantasear con un ideal de perfección puesto a su realidad más personal, es porque todos somos víctimas del amor romántico, y te agradecemos por eso Eva Illouz.

¿Quién es Eva Illouz?

Nacida en Marruecos en el año de 1961 y estudiada en literatura y sociología en la Universidad de París X-Nanterre. Realizó un máster en comunicaciones en la Universidad de Jerusalén para posteriormente obtener un doctorado en la Universidad de Pensilvania. Socióloga de profesión en la Universidad de Jerusalén y autora de obras sociológicas como Intimidades Congeladas (2006), El Consumo de la Utopía Romántica (2009), entre otras. Sus temas con mayor dominio están la historia de la vida emocional, la teoría crítica aplicada al arte y a la cultura popular, así como la moral de la modernidad.