Desde el mirador | Autonomía universitaria y las tentaciones del poder


Redacción
2025-09-30 17:19

 La autonomía universitaria no es un privilegio: es una conquista histórica que garantiza libertad académica y autogobierno.

En la UAEH ha sido motor de transformación, prestigio y defensa ante quienes intentan vulnerarla.

La autonomía universitaria tiene un largo recorrido histórico, desde la Europa medieval en Bolonia y París, con el establecimiento de comunidades académicas autogestionadas que perfilaron la evolución de la universidad como institución. Posteriormente, el largo periodo de las universidades en América bajo la organización colonial que dieron paso a los movimientos independentistas del siglo XIX, fraguaron paulatinamente lo que hoy entendemos como universidad, destacándose el movimiento de reforma universitaria en Córdoba, Argentina, en 1918, que puso en el centro la importancia de la libertad de cátedra, el autogobierno y la participación de las comunidades universitarias en la definición de su quehacer, sin intromisiones externas. 

En nuestro país, la Universidad Nacional Autónoma de México, que se había fundado el 22 de septiembre de 1910, atravesó por un proceso de definición que derivaron en intensas protestas de su comunidad, a efecto de defender su derecho a la autonomía, la cual se estableció en su Ley Orgánica de julio de 1929.

Actualmente, la autonomía universitaria en México está consagrada en el artículo tercero constitucional, definiéndola como:  “la facultad y la responsabilidad de gobernarse a sí mismas; realizarán sus fines de educar, investigar y difundir la cultura de acuerdo con los principios de este artículo, respetando la libertad de cátedra e investigación y de libre examen y discusión de las ideas; determinarán sus planes y programas; fijarán los términos de ingreso, promoción y permanencia de su personal académico; y administrarán su patrimonio”...

Durante 156 años de vida institucional, la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, a través del cumplimiento de sus funciones sustantivas de enseñanza académica, investigación, extensión y vinculación, ha transformado la vida de múltiples generaciones de profesionistas comprometidos con su entidad, el país y el mundo. 

Desde el establecimiento de la planeación estratégica en la UAEH, durante la década de 1990, que le permitió definir su visión a largo plazo, la máxima casa de estudios de la entidad ha podido transitar en forma contundente a la internacionalización, para situarse en la ruta de una institución global, con un gran prestigio nacional e internacional y reconocida por la excelencia de sus egresados y sus destacadas aportaciones a la sociedad. 

En este orden de ideas, es posible afirmar que la constante que ha permitido a la UAEH situarla en la ruta de la excelencia y la visibilidad internacional, derivado de sus buenos resultados, ha sido el ejercicio responsable de su autonomía, que se manifiesta en la autonomía de gobierno, facultando a la comunidad universitaria para que sea esta la que decida la conducción y el rumbo de la institución; en autonomía académica, que otorga libertad de cátedra que propicia el pensamiento crítico y potencia el desarrollo de las funciones sustantivas con calidad y pertinencia; autonomía administrativa, que permite orientar, en forma eficaz, su patrimonio hacia el logro de sus fines como institución de educación pública, y la autonomía normativa, que permite regular su organización y funcionamiento, apegada a lo dispuesto en su Ley Orgánica. 

Sin embargo, la UAEH no ha estado exenta de ataques que han buscado minar su autonomía y apoderarse de la institución. El intento más reciente consistió en la confabulación entre el gobierno estatal y el Congreso local en 2017, quienes a través del decreto 228 intentaron violar la autonomía universitaria, al pretender imponer a la máxima casa de estudios a un órgano interno de control. La iniciativa presentada en la LXIII Legislatura demostró una total subordinación del Legislativo al Ejecutivo estatal, la consigna era un ataque sistemático en contra de la comunidad universitaria, con el único interés de apoderarse de sus recursos y pretender el control de un ente tan importante como la universidad.

Así quedó de manifiesto en la sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, máximo tribunal judicial del país, que falló a favor de la ley y la justicia, luego de la apelación interpuesta por la UAEH respecto a las reformas publicadas el 9 de octubre de 2017, dejando sin efectos el funesto decreto 228. 

Lamentablemente las tentaciones suelen ser recurrentes, pareciera un objetivo implícito de muchas administraciones gubernamentales “agandallarse” a las universidades para sus intereses; esto no pasa sólo en Hidalgo, sino en muchas latitudes, pensemos: ¿qué estructura de poder no quisiese el control administrativo, financiero y tener a su disposición a una institución como la universitaria para apuntalar cualquier proyecto político? 

Los constantes embates de quienes han ostentado el poder público desde el Ejecutivo estatal en contra de todo lo que significa la autonomía universitaria, partiendo de la retención de recursos públicos federales y estatales que pertenecen a la universidad, pasando por campañas mediáticas de desprestigio en contra de sus autoridades y tentativas de infiltraciones en los diversos sectores universitarios —estudiantes, académicos y trabajadores—, con la finalidad de desestabilizar o dividir a la institución, son ejemplos de las permanentes tentaciones de apoderamiento del espacio universitario. 

Una universidad autónoma y pública significa una institución de educación que permanentemente ratifica su compromiso transformador con la sociedad a la cual se debe. Y es que la autonomía está presente en todas las diferentes facetas y dimensiones de la vida institucional, materializándose en múltiples tomas de decisiones, que tienen como constante la capacidad de gobernarse a sí misma, sabiendo que la totalidad de sus acciones emergen libres y pensantemente de su propia comunidad. 

La autonomía universitaria no es una efeméride o un lugar al cual se llega, representa una lucha permanente de su comunidad ante la disyuntiva de ¿qué tipo de universidad tenemos comparada con otras en el estado y el país? ¿nos gustaría que como actúan los gobiernos (en su mayoría, ineficientes, corruptos, incompetentes, cortoplacistas) así se condujera a la universidad? La universidad es un espacio común que pertenece a la sociedad, de su autonomía depende tener una institución digna y fuerte a la altura de las expectativas y exigencias que merecemos. 

 

Autor: Abel L. Roque López
Doctorante en Políticas Públicas. Académico universitario

 



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