Geopolítica de las resistencias | Donde hay poder, nacen resistencias
Redacción
2025-09-17 15:14
La geopolítica no solo trata de potencias y territorios: también se vive en barrios, comunidades y resistencias cotidianas
Iniciar una columna de geopolítica supone enfrentar un doble reto. Por un lado, se trata de una disciplina con un fuerte peso histórico; por otro, exige traducir sus herramientas en explicaciones aplicables a contextos diversos como Hidalgo y México, en un campo del conocimiento en constante transformación. Tradicionalmente, la geopolítica se ha definido como el estudio de la relación entre poder y territorio. Sin embargo, esta concepción es limitada, pues se deja de lado su dimensión prospectiva, fundamental para anticipar escenarios y ofrecer a los tomadores de decisiones elementos para contener problemáticas.
En este sentido, la geopolítica de las resistencias se plantea como una postura ideológica y analítica que permite diagnosticar, generar conocimiento, prevenir riesgos y proponer soluciones con “tiro de precisión”. Más que un simple repertorio de mapas o la identificación de espacios geoestratégicos, la geopolítica contemporánea debe entenderse como una herramienta de análisis integral: territorial (cartografías complejas), social (interacciones entre actores) y político (diseño de futuros). Allí radica su fuerza.
Hablar de resistencias implica adoptar una mirada distinta a la que domina los análisis convencionales. La geopolítica clásica suele centrarse en las lógicas del poder: Estados que buscan expandirse, potencias que disputan hegemonías, recursos que determinan estrategias. Sin embargo, allí donde el poder se ejerce, también emergen micro resistencias. No se trata únicamente de confrontaciones entre naciones en el plano internacional, sino de dinámicas que se viven en lo cotidiano y en lo local. Comunidades, barrios, pueblos y organizaciones enfrentan formas de poder que se expresan en corrupción, inseguridad, violencia o exclusión, y desde ahí se recrea la fuerza viva de lo comunitario. La resistencia no siempre adopta formas abiertas o violentas; muchas veces se manifiesta en la preservación de identidades, en la defensa del territorio, o en la capacidad de los pueblos para redefinir su futuro frente a agendas impuestas desde arriba. La Geopolítica de las Resistencias busca, entonces, dar cuenta de esas luchas locales que revelan cómo el poder se disputa, se cuestiona y se resignifica en todo el espectro social.
México, paradójicamente, carece de una escuela mexicana de geopolítica que articule un marco propio de análisis. Durante décadas, el país ha importado teorías, modelos y discursos, relegando la posibilidad de generar categorías interpretativas que respondan a nuestra realidad. Esta ausencia ha derivado en una carencia de herramientas para que la sociedad comprenda y actúe frente a los grandes dilemas del presente. Ante ello, las universidades estamos llamadas a encabezar la construcción de metodologías y herramientas científicas propias, capaces de articular el diálogo entre gobierno, empresas y ciudadanía que permita dar solución a los problemas que enfrentamos como nación.
Esa es la invitación: que desde la universidad nos atrevamos a pensar fuera de la caja, a proyectar futuros distintos mediante la prospectiva y a despojarnos del colonialismo de pensamiento que limita nuestros sueños y nuestras utopías. Si seguimos atrapados en los marcos heredados, seguiremos gobernados por los mismos de siempre. Un líder universitario me dijo hace poco “antes teníamos hambre” y por eso luchábamos por el pan. Recuperando esa metáfora, a nuestras generaciones actuales les hace falta valorar las carencias que otros remontaron para defender lo que también les pertenece. Porque es cierto, no hay poder sin resistencias.