Parque público | ¿Motivos para arrepentirse?
Redacción
2025-09-10 09:00
En su columna "Parque público", Cuauhtémoc Granados Díaz recuerda el legado de su tío, el periodista hidalguense Miguel Ángel Granados Chapa, referente del periodismo crítico en México.
Esta es una primera columna de las que espero sean muchas para utilidad de nuestra comunidad lectora. Serán líneas para ver, leer y pensar, como llegó a decir Miguel Ángel Granados Chapa en su otro semanario “Mira” fundado por él y del que fue director por allá por la década de los ochenta. De Miguel Ángel me pareció haber sido sobrino. Se nos adelantó un 16 de octubre de un ya lejano 2011, días antes habíamos desayunado en la cafetería de Radio UNAM, comió poco, lo vi muy delgadito y con una coloración muy extraña en su piel, le pedí de favor no dejara de ir al médico, al despedirme de él me invadió una extraña sensación de tristeza, lo abracé y algo en mi me decía que ya no lo vería más.
Él se percató de mi tristeza y de la efusividad de mi abrazo al momento que le decía que mi abuelo desde donde estuviera estaba orgulloso de él, no era muy dado a recibir elogios, se limitó a sonreírme al momento en que me decía: “salúdame a toda la familia en Pachuca, a tus papás y tus hermanos en el pueblo”, lo encaminé a su coche y esa sería la última vez que lo vi.
Pensé en bautizar esta columna como “Plaza pública” parafraseando al espacio periodístico de mi admirado familiar, lo cual sería un error porque lo construido por él es mejor dejarlo intacto, es producto de talento y arduo trabajo que dio como resultado un prestigio muy difícil de igualar, como tampoco sería ético colgarse del prestigio de otra persona, por eso esta columna se llamará “Parque público”, como un espacio en el que se encuentra la ciudadanía y comenta el diario acontecer.
Miguel Ángel Granados Chapa desde muy joven trabajaba y simultáneamente estudiaba las carreras de derecho y periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de México, en ambas se graduó con mención honorífica, desarrolló una carrera periodística notable, recibió el Premio Nacional de Periodismo y múltiples distinciones por prestigiosas universidades, entre las que destacan su alma mater y la Universidad Autónoma Metropolitana; en ambas fue maestro.
Su premio mayor fue haber recibido en el año de 2008 la Medalla Belisario Domínguez, presea que otorga el Senado de la República a mexicanas y mexicanos que hayan destacado en la ciencia. La recibió a regañadientes de manos del entonces presidente de México Felipe Calderón Hinojosa, a quien por cierto le tenía férrea animadversión, ya que el considerado por muchos el mejor columnista del país desde siempre apoyó a su competidor Andrés Manuel López Obrador, político izquierdista a quien mi finado tío nos presentó en el teatro San Francisco, de Pachuca, por allá de 1998 cuando era presidente del comité ejecutivo nacional del Partido de la Revolución Democrática y Miguel Ángel Granados Chapa fue ungido por ese partido candidato a la gubernatura de Hidalgo.
En esa elección a Miguel Ángel no le fue nada bien, pues, eran tiempos del oficialismo puro, del priismo en su máximo esplendor, cuando sin asombro se sabía que ganaría el PRI, y así fue. Ya en la calma, en reuniones posteriores con el gran sentido del humor que siempre le caracterizó, decía “no fue un error haber competido, he constatado que tengo más lectores que electores”.
El tiempo pasó, nunca nos lo dijo, pero sabemos que rechazó del oficialismo ser senador, no aceptó incorporarse a ninguna secretaría de Estado, no aceptó ser embajador ni ministro, siempre respondió que su pasión era escribir y que esa sería su tarea mientras viviera.
Y en efecto, su pluma siempre estuvo al servicio de los pobres, de los de abajo, había políticos con quienes por razones estudiantiles o académicas tuvo amistad, pero eso nunca le importó para hacerles ver sus errores y desaciertos, a muchos, incluso, los combatió cuando abusaron del poder o cayeron en tentación de las mieles que dan las corruptelas.
Muy joven ejerciendo el periodismo crítico fue perseguido por Manuel Sánchez Vite cuando era gobernador de nuestro querido estado de Hidalgo, de 1969 a 1975, y también de Luis Echeverría Álvarez, presidente de México de 1970 a 1976, quien fuera relevado de la máxima magistratura por José López Portillo, quien, más cauteloso, dejó de perseguir a Miguel Ángel e incluso quiso tener acercamientos y deferencias con el comunicador hidalguense. Se cuenta que en una ocasión, políticos del Estado de México le regalaron a López Portillo un rancho muy equipado con caballerizas habitadas con bellos ejemplares purasangre y una muy buena finca. Granados publicó en su columna la magnitud del “regalito” haciéndole ver al presidente la intención que llevaba dicho obsequio y además le hacía ver al representante del Estado Mexicano lo mal que se veía al recibir esa finca principesca en una zona pobre del Edomex.
López Portillo devolvió el regalo que ya había aceptado, nuestro tío nos enseñó una carta escrita de puño y letra por el presidente de la República en la cual agradecía al escritor le hiciera notar lo mal que se había visto por recibir un detalle de esa magnitud, aduciendo que lo había aceptado para pasar en esa finca sus últimos años, pero que había ya devuelto el nada despreciable regalo y agradecía la observación.
Miguel de la Madrid respetó el ejercicio periodístico del personaje que comentamos, en eventos oficiales y políticos fue cordial y amigable, incluso no pocas veces lo invitó a colaborar en el gobierno, cosa que Granados Chapa no aceptó.
Carlos Salinas de Gortari públicamente dijo ser su admirador, se cuenta que al llegar a su despacho ya debía tener los artículos y colaboraciones que en diarios y revistas se publicaban del hidalguense. Durante el gobierno de don Adolfo Lugo Verduzco se inauguró en Villas de Pachuca la escuela primaria Florinda Chapa Díaz, madre de Miguel Ángel. Aquella tarde el presidente de México pasó por él a su casa en la Ciudad de México y juntos, en el mismo vehículo manejado por Salinas, llegaron a la capital hidalguense a la inauguración de la primaria.
Ernesto Zedillo y Vicente Fox fueron respetuosos con el periodista, pero se les notaba desde lejos la incomodidad que les causaba el pachuqueño, incluso llegaron a atender algunas observaciones que el escritor les hacía.
Quienes teníamos el privilegio de compartir la mesa con él, muchas veces le cuestionamos su cercanía y apoyo a López Obrador, a lo que respondía que Obrador era un político que efectivamente luchaba por el beneficio de los pobres, por ayudar a los más necesitados y a toda la población vulnerable, la respuesta a nuestro querido tío de esas sus afirmaciones siempre fue la misma: “eres un hombre muy informado, tienes fuentes de información muy calificadas y de primera mano, eres un magnate de la información y del quehacer político cotidiano de este país, ojalá y no te equivoques y por ti lo apoyaremos”.
A los cinco años de que le fue “robada” la presidencia de México por Vicente Fox y compañía a López Obrador, Miguel Ángel murió, siempre estuvo indignado de que el sistema le arrebatase la máxima magistratura del país a su amigo, luchó con él siempre, lo admiraba, lo defendía, el tío barbado e inteligente, nuestro consejero se nos adelantó. Dos sexenios después el oriundo de Tabasco ganó, por fin ganó. Debemos admitir que uno de los ingredientes esenciales de su victoria fue su perseverancia, como también fueron el “gasolinazo”, los 43 de Ayotzinapa, la “casa blanca” de la primera dama y los excesos de los gobernadores carnales de Peña Nieto, fue un nocaut contundente del que el régimen no se levantaría.
Quienes conocimos a Miguel Ángel nos imaginamos el gusto enorme que le habría dado el arribo de la izquierda mexicana al poder y el abanderamiento de su amigo Andrés Manuel López Obrador como representante del Estado Mexicano en el Congreso de la Unión, de lo que no estamos muy seguros es que si ese gusto le habría durado mucho, pues vendrían sucesos y decisiones del presidente oriundo de Macuspana, que al escritor nacido en Real del Monte, Hidalgo en 1941 no le serían de su agrado o habrían sido totalmente reprobables ¿Cómo cuáles?
Primeramente, el pacto de impunidad al que notoriamente llegó con Enrique Peña Nieto para que el arribo del tabasqueño a Palacio Nacional fuera “aterciopelado”, como alguien diría, de alfombra roja y caravana. Con ello el mexiquense y sus cuates no fueron tocados ni con el pétalo de una rosa a pesar de lo que para mal hayan hecho.
Al hidalguense quienes lo tratamos le habrían enfadado los nombramientos del presidente de izquierda, porque estuvieron muy cargados a la derecha, primeramente, el nombramiento de Bartlett en una de las empresas energéticas más importantes de la nación.
Al finado amigo del expresidente no le habría gustado el nombramiento de Ignacio Ovalle Fernández, político hechura de Luis Echeverría Álvarez, de quien fuera de sus secretarios más allegados, en su paso por Coplamar y Conasupo, paraestatales en las que se dice se embolsó “melones de melones”, cosa que repitió al ser nombrado por Obrador en Segalmex (Seguridad Alimentaria Mexicana) donde en poco tiempo también se dio a conocer un peculado de miles y miles de millones de pesos, y el señor ahí anda con toda impunidad.
Qué habría opinado el galardonado con la Belisario Domínguez de los nombramientos que en su momento hizo su cuate Obrador de Alfonso Durazo, Esteban Moctezuma y de las posiciones políticas que se dieron a los Monreal, a Napoleón Gómez Urrutia (hijo del líder caciquil de la minería Napoleón Gómez Sada), de los acuerdos en lo oscurito con la profesora Elba Esther Gordillo para quedar con total y absoluta impunidad.
Y qué decir del apoyo del fundador de la 4T para que asumiera la gubernatura de Tamaulipas Américo Villareal Anaya, hijo del priismo más lacerante como fue Américo Villareal Guerra, exgobernador también de ese bello y rico estado.
Del apoyo que diera la 4T a Layda Sansores Sanroman para ser gobernadora de Campeche, con más errores que aciertos, siendo hija de Carlos Sansores Pérez exponente del autoritarismo caciquil a la par de los Figueroa en Guerrero, de los Garrido en Tabasco, de los Cervera en Yucatán, de Gonzalo N. Santos en San Luis Potosí y muchos etcéteras más.
Conociendo a Miguel Ángel Granados Chapa su respuesta a lo anterior habría sido que en política se tienen que hacer acuerdos y que para beneficio de México los mexicanos tenemos que sumar, no restar, a lo cual asiste razón, pero en lo que no habría ni la más mínima justificación es ¿Cómo exgobernadores de otros partidos distintos a Morena fueron nombrados embajadores habiendo hecho tan mal papel y con pruebas de corrupción?
Que habría pensado el escritor hidalguense de nombramientos a personas que no tienen la mínima capacidad para ser nombrados en cargos sumamente delicados y para los cuales no tienen la capacidad requerida, y del nepotismo que se está dando a todo vapor y sin el más mínimo disimulo, para prueba ahí están las familias Alcalde, Batres, Monreal, Taddei, Salgado, etcétera.
¿Seguiría uno de los exponentes de los últimos tiempos de la intelectualidad mexicana dando su apoyo al actual régimen cuando el Producto Interno Bruto ha caído más que en ningún otro sexenio, que el crecimiento económico va en un preocupante retroceso? A lo mejor sí, de lo que estamos seguros quienes lo tratamos es de su severa crítica y reprobación a las fiestas principescas con arribos de aviones privados que hacen en estos tiempos políticos y funcionarios que se han encumbrado al amparo de discursos como “primero los pobres” y de cero corrupciones, cuando se sabe de las millonarias casas que compran, de sus ostentosas vacaciones al extranjero en vuelos clase premiere, de las lujosas camionetas Volvo que en otro tiempo mucho criticaron y ahora ellos usan, de los restoranes carísimos en los que comen, de la gran parafernalia con la que se conducen, se dicen servidores de la patria envueltos en ropa de alta gama y calzado Ferragamo.
El personaje que he estado refiriendo no era dado a arrepentimientos, era un hombre cabal y cuando daba su palabra la cumplía, pero cuando menos una, solo una de las anormalidades antes señaladas conociendo a uno de los más férreos impulsores del actual régimen (que ya se nos adelantó) habría bastado para retirar el apoyo y el impulso dado a quien mintió a los mexicanos o cuando menos dijo que la gasolina costaría a su llegada al poder 10 pesos.
Estamos seguros que Miguel Ángel Granados Chapa ya habría marcado distancia del actual régimen, y muchos políticos encumbrados, que por cierto fueron sus alumnos en la máxima casa de estudios del país, buscarían su acercamiento, pero como él mismo decía: “Los columnistas se manejan de otra manera, no pueden distanciarse de los políticos. Así es, más pueden regular su distancia. Hay quienes se ufanan de comer con los políticos, es cierto, y exhiben su cercanía con los funcionarios porque con eso quieren advertir que ellos, los periodistas, también son importantes. Es una tontería, por supuesto”.
Autor: Dr. Cuauhtémoc Granados Díaz
Profesor investigador del área académica de derecho de la UAEH