RURAL TOURISM and COMMUNE: ALTERNATIVE of LOCAL DEVELOPMENT

Turismo rural y comunalidad: Alternativa de desarrollo local

Resumen

Se sostiene que la comunalidad es una alternativa endógena de organización, que favorece implementar grupos de trabajo, poniendo de manifiesto la importancia que adquieren las formas de producción colectiva desde la comunalidad a partir del turismo rural, como opción de desarrollo local en la comunidad rural El Alberto, Estado de Hidalgo, mediante la transformación de recursos naturales en servicios turísticos. La investigación se sustenta en la teoría de la comunalidad (Díaz y Rendón 2003), con enfoque cualitativo. Se logró entender los escenarios de pobreza y exclusión de ésta comunidad, previo a su incorporación al desarrollo local desde la actividad turística.


Palabras clave: Comunalidad, turismo rural, desarrollo local.

Abstract

It is argued that the commonality is an endogenous alternative organization that promotes implement working groups, highlighting the importance acquired forms of collective production from the commonality from rural tourism as an option for local development in the rural community Alberto Hidalgo, by transforming natural resources into tourism services. The research is based on the theory of commonality (Díaz and Rendón 2003) with qualitative approach. They failed to understand the scenes of poverty and exclusion of this community, prior to joining the local development from tourism.


Keywords: Commonality, rural tourism, local development.

Introducción

Durante las últimas décadas, en México se ha impulsado una política agraria con la que socialmente se han incrementado los niveles de pobreza entre la población rural, que viven en condiciones de exclusión, pues enfrentan severas dificultades como resultado de la problemática agrícola y productiva de los últimos años. Ante esto, los campesinos buscan estrategias de supervivencia como el turismo rural, que representa una opción para impulsar el desarrollo local. Es así, que este tipo de turismo se convierte en una actividad generada por las comunidades, a partir de sus formas de organización.

De este modo, los servicios turísticos que ofrecen, posibilitan el desarrollo local. A partir de esta perspectiva, se constituyen bajo estructuras de colaboración endógenas, administrando su trabajo y recursos naturales colectivamente lo que permite enfrentar las políticas de ajuste estructural de corte neoliberal. Desde esta dinámica, el turismo rural se puede ubicar como una posibilidad de Empleo Rural No Agrícola (ERNA) (Mollinedo, 2008). Los campesinos de estos espacios han implementado diversas estrategias para mantener su unidad de producción, como parte del ERNA el turismo rural es considerado una de las acciones viables para atenuar las condiciones de pobreza, debido al conjunto de efectos positivos tangibles que éste genera (Barrera, 2006; López, 2001).

Asimismo, el turismo puede significar un factor que activa las economías rurales, a partir de la intervención organizada de la población, al desempeñar trabajos orientados a la prestación de servicios turísticos, logrando resultados favorables producto de sus redes de trabajo solidarias. De esta manera, “ellos conciertan entre los actores sociales públicos y privados sin perder el control de su organización y acuerdos” (Garduño y Zizumbo, 2009). Este es el caso de la comunidad El Alberto, en el Estado de Hidalgo; en México, en ella, el turismo rural tiene sus orígenes en el aprovechamiento de sus recursos naturales y culturales; en la participación de los pobladores, apoyo y organización, mediante la reciprocidad, confianza y trabajo colectivo, compartiendo el valor moral y productivo del territorio símbolo de identidad, para transformar el escenario de pobreza.

El objetivo

La investigación fue analizar el turismo rural como una alternativa de desarrollo local en la comunidad El Alberto, cuando éste se fundamenta en la comunalidad, desde la apreciación de los elementos que la conforman: Territorio, trabajo, poder político y elementos culturales. Se retoma como marco teórico metodológico la teoría de la comunalidad (Díaz y Rendón 2003), desde un enfoque cualitativo. Concluyendo que el turismo es una opción de desarrollo local cuando se apoya en la comunalidad como estrategia dinámica de organización y acciones autogestivas.

El Alberto: a partir de la construcción de una nueva alternativa de organización y desarrollo.

El Alberto es una comunidad rural indígena, ubicada en la parte desértica del Valle del Mezquital en el Estado de Hidalgo. Su denominación hñahñú: Mahwani significa lugar de lomas (Guerrero-Guerrero, 1983). Su extensión territorial es de 1,600 hectáreas de propiedad comunal, (Pérez y Aguilar, 2008). Las tierras que predominan son de temporal escasamente productivas. Por lo que aprovechan sus recursos naturales para sobrevivir, dando usos diversos, entre estos, ofrecerlos como servicios turísticos. Durante mucho tiempo la comunidad se mantuvo rezagada, en condiciones de marginación, sin esperanzas de mejora. La baja fertilidad territorial no aseguraba vivir de sus magras cosechas; la gente complementaba su alimentación con plantas, ocasionalmente cazaban animales del campo, (Serrano, 2006).

Además durante un tiempo se ayudaban con la venta de leña, cocimiento de cal, más tarde, incorporaron la producción artesanal de palma, vara de sauce e ixtle del maguey, como otra fuente de ingresos; (Guerrero-Guerrero, 1980). De esta forma, la vida de los pobladores se centraba en trabajar la limitada producción de sus cultivos de temporal, en cuidar los pocos animales de corral y mantener sus tierras. Bajo éste panorama, la comunidad ha enfrentado adversidades, dado que posee pocas opciones de crecimiento e insuficiente infraestructura. A partir de éste contexto, la participación de los habitantes es significativa, saben de la importancia de estar unidos, respetar las reglas y compromisos establecidos para aprovechar sus recursos al ofrecerlos como productos turísticos, e implementar infraestructura y servicios, con el fin de modificar el modo de vida que han experimentado, para transformar sus expectativas y la de generaciones futuras. Cuentan con 834 habitantes, donde 397 son hombres y 437 mujeres, la mayoría de ellos son bilingües, hablan otomí y español (SEDESOL, 2010a). Esto da continuidad a su esquema social.

La comunidad mantiene un sistema ancestral de gobierno, que ha facilitado la conservación de su estructura sociopolítica, preservando su identidad étnica en un contexto de comunidades mestizas (Álvarez, 2006). Este régimen se mantiene a partir de la intervención colaborativa y división jerárquica política, civil, a través de la rotación periódica de cargos. De esta forma se logra que las estructuras sociales y políticas logren resultados, facilitando la integración laboral, en las diversas actividades y prestación de servicios turísticos, así como, la convivencia social a partir de objetivos comunes, y acciones colectivas regidas por el respeto, igualdad y reciprocidad, evaluando el alcance y cumplimiento por la Asamblea General. (Trabajo de campo, Noviembre 2014). En cuanto a las condiciones y dinámica de la población, en El Alberto, se registra alto grado de marginación con -0.3196 (CONAPO, 2010), su índice de rezago social es de -0.222877 (CONAPO, 2010), lo que deja ver su difícil situación socioeconómica y limitadas posibilidades de mejora.

En relación a la educación el 35.32 de la población es analfabeta, 68.09 tienen educación básica incompleta (CONAPO 2010). Aunque se registra un mediano porcentaje en la cobertura de servicios públicos en las 217 viviendas de la comunidad, el 9.68 cuentan con piso de tierra, 1.84 sin agua entubada, mientras que 12.58 no disponen de sanitario, 1.84 carece de energía eléctrica, mientras que el nivel hacinamiento es de 21.77 (SEDESOL, 2010b). El porcentaje de viviendas que no disponen de drenaje es 22.48% y 70.5% no tienen lavadora, 6.73% carecen de refrigerador, 42.5% no posee televisión (CONAPO, 2010). La población derechohabiente del seguro popular son 396 personas (SEDESOL, 2010b). La pobreza, originó que en la década de los años ochenta, varios jefes de familia migraran a Estados Unidos en busca de mejores condiciones laborales, la ausencia de estos hombres, lejos de dividir a la comunidad, los unió para trabajar colectivamente, las ganancias de sus labores se repartían equitativamente, fue así como aprendieron a convivir y trabajar comunitariamente (Zavala, 1995).

Turismo rural: recursos turísticos y su contribución a la transformación local de la comunidad El Alberto.

Dentro de las condiciones geomorfológicas y recursos naturales de la comunidad, sobresale un cañón natural, designado “El Gran Cañón”, bañado por tres vertientes de las aguas del río Tula; cuenta con manantiales y brotes de aguas termales. Estos paisajes resultaron atractivos pues, en la década de los años noventa se identificó la llegada de visitantes para disfrutar de esos escenarios, pero sólo permanecían algunas horas y se retiraban debido a la falta de servicios. Fue hasta el año 2000 que se registró un aumento significativo en el flujo de personas, esto propició la organización de la población para ofrecer servicios turísticos, e incentivó el desplazamiento de un mayor número de turistas, los ejidatarios determinaron una cuota por visitar esta zona; con esos primeros ingresos mejoraron los diferentes espacios e infraestructura. En el año 2002 los pobladores se constituyeron legalmente como cooperativa ejidal, denominada: Sociedad de Solidaridad Social EcoAlberto, sin injerencia de intereses externos. A partir de ese momento se consideraron otro tipo de servicios para ampliar la llegada de turismo y satisfacer sus demandas, así, se incrementaron los recursos económicos y las posibilidades de mejorar las condiciones de los ejidatarios.

Fue de esta forma como el turismo comenzó a diversificarse debido a las actividades implementadas. La comunidad se rige por usos y costumbres; no obstante, desde la constitución de la Asamblea General Comunitaria, las decisiones se toman en esa instancia de poder, a partir consenso y voluntad comunal. Los representantes de la Asamblea y la población deben cumplir con el modelo político-social, económico y cultural que ellos han constituido, bajo la ideología de usos y costumbres, respetando los valores culturales, religiosos y de protección a sus principios éticos, al territorio y recursos naturales, preservando su autonomía y dignidad étnica dando continuidad a la práctica de su lengua, vestido, alimentación, ceremonias y a la defensa de no integrar personas ajenas a su comunidad. Además, esta sociedad expande su control a través del otorgamiento de cargos, que están obligados a cumplir quienes residen en la comunidad y los que están fuera (Rivera-Salgado, 1999).

Las votaciones para elegir los cargos de los comités de Asamblea, son anuales, bajo normas internas que propicien la unidad colectiva, con base en las habilidades, compromiso social, honestidad, respeto y confianza. Los 325 miembros deben cumplir con sus tareas durante las 24 horas del día sin remuneración; cada semana se hace un balance de resultados; por lo que existe transparencia en el manejo de los recursos. (Trabajo de campo, Noviembre 2014). Esta forma de trabajo ha permitido amplia apertura e iniciativa desde el interior de la comunidad para formular propuestas democráticas hacia la estructura comunitaria y organización del trabajo, garantizando bienestar económico-social. (Trabajo de campo, Noviembre 2014). La condición desde la que se conduce la cooperativa está sustentada en la propiedad de la tierra y el trabajo colectivo, por lo que mantienen su arraigo e identidad, con base en lo que poseen y trabajan, así pueden obtener beneficios, sin esperar apoyo de las instituciones gubernamentales, así, evitan que actores ajenos a su ideología intervenga en las decisiones o se apoderen de su patrimonio.

Dado el beneficio por las actividades y servicios turísticos, la población reafirmó su determinación por hacer de esa actividad una de las principales razones de trabajo y utilización de sus recursos naturales. Además de observar en el turismo una fuente de ingresos, igualmente lo visualizan como una alternativa para modificar la precaria situación que les caracterizaba. Por tanto, se enfocaron en seguir con esta postura encaminada al desarrollo local. En suma, predominan altos niveles de cohesión y solidaridad en su vida diaria. (Trabajo de campo, Noviembre 2014).

En lo que respecta a los migrantes, al cumplir la mayoría de edad adquieren derechos y obligaciones de participar en la comunidad, a pesar de no radicar en ella, pues les unen lazos culturales y morales, “el arraigo a su gente y a su tierra”, lo que significa traspasar fronteras para cumplir con una responsabilidad familiar y comunitaria. En la Asamblea General existe un registro sobre quienes están en esa condición, manteniendo comunicación con ellos. Cuando llega el momento de cubrir el “año de servicio”, es decir, de contribuir con trabajo, deben regresar e integrarse en lo referente al turismo. Para ellos representa un privilegio, pues ser elegido es un símbolo de confianza y reconocimiento social. (Trabajo de campo, Noviembre 2014). Es así, que los migrantes regresan a su lugar de origen y durante doce meses se incorporan a las tareas designadas sin obtener ingresos. A pesar de los compromisos que tengan en su lugar de residencia, deben acudir al llamado; de no ser así, están obligados a encontrar un reemplazo o enviar el dinero que cubra los gastos concedidos a cada ciudadano.

En el caso de que algunos varones se nieguen, se les espera a que regresen “vivos o muertos”, cuando retornan y quieren residir en el pueblo, deben pagar 50,000 pesos, y si llegan muertos, a sus familiares se les obliga a cubrir 20,000 pesos antes de sepultarlos en el panteón local (Sr. Miguel Palma, 2014). Esta es una de las formas en que la organización local recibe ingresos y de cómo obliga a los migrantes a cumplir con un cargo público. Otra vía son las remesas que envían; esos ingresos se convierten en un bien sustitutivo complementario (Corvera, 2003), que contribuye a satisfacer las necesidades más apremiantes; también permiten la construcción y mejoras de viviendas, el 73% de los migrantes han invertido sus ahorros en este rubro, por lo que, durante los primeros años en que se constituyeron como sociedad cooperativa e iniciaron con la prestación de servicios turísticos, se convino que una parte de ese dinero se destinara para obras, mantenimiento o equipo, con el fin de ampliar el equipamiento e infraestructura turística y de servicio comunal. (Canales, 2004; Wiest, l983).

La comunidad rural El Alberto ha conseguido conformar dos unidades productivas: la Unidad Gerencial Básica de servicios turísticos y una empresa de agua, que constituyen la cooperativa Eco-Alberto, la cual opera como una empresa social comunitaria. (Trabajo de campo, Noviembre 2014). La incorporación de los pobladores al trabajo turístico no ha transformado sus costumbres e identidad, continúan siendo un grupo rural, cuya economía y proyecto de organización está encaminado a mejorar su vida. La procedencia de los visitantes principalmente es del Distrito Federal con 34%, Estado de México 30%, Querétaro 4%, Veracruz 3%, Morelos 4%, Puebla 5%, Estado de Hidalgo 12%, de origen extranjero: 3% de Estados Unidos, Canadá 3%, España 1% e Italia 1%, los beneficios que se obtienen pertenecen a toda la población y se suman para favorecer el entorno, la imagen y condición de sus bienes y territorio, de los cuales poseen el poder y control, ya que ahora han generado fuentes laborales más seguras y dignas (Trabajo de campo Noviembre 2014).

En este sentido, la evolución de la actividad turística se ha presentado de forma paulatina; eso ha permitido que la población se administre y organice conforme al crecimiento y requerimientos de los visitantes, para diversificar y asegurar la oferta de servicios. A partir del año 2003, la mayor afluencia de turistas tenía lugar en la celebración de semana santa, fines de semana y periodos vacacionales.

Desde el año 2004 se incrementó considerablemente durante todo el año, debido al mayor impulso a las actividades turísticas, mejora en las vías de comunicación y difusión a través de medios de comunicación. Actualmente la población de El Alberto considera al turismo una práctica muy importante, por lo que sus habitantes participan en la prestación de servicios, seguridad, construcción, por lo que consideran que su vida depende en un 80% del turismo y de las actividades vinculadas a la comercialización de servicios turísticos; con lo que han conseguido empleo digno y seguro para satisfacer sus necesidades. El éxito de la cooperativa se debe a la capacidad de organización y estructuras de trabajo conforme a su territorio y régimen gubernamental, potencialmente apoyada en la identidad cultural y religiosa, que manifiestan por usos y costumbres, con base en redes de reciprocidad, solidaridad y confianza (Trabajo de campo, Noviembre 2014).

La actividad turística se lleva a cabo principalmente alrededor del recurso natural, al disfrutar de las aguas termales, de los recorridos en el rio Tula, así como de la cadena montañosa del Gran cañón natural; la singularidad del paisaje y de las experiencias de los pobladores que fueron migrantes, pues transformaron en actividades recreativas, sus vivencias, creando la caminata nocturna y espectáculo de antorchas, donde los visitantes son partícipes de ese inigualable recorrido, siendo éste un ejemplo que refleja la historia de los migrantes al ingresar ilegalmente a Estados Unidos e intenta concientizar a la población y visitantes sobre el valor del arraigo a su tierra e identidad local, creando nuevas oportunidades para vivir sin quebrantar su seguridad, evitando que futuras generaciones continúen desplazándose a otro país exponiendo su vida. Esto ha generado una dinámica interesante en el turismo, forjando nuevas posibilidades de ingreso (Trabajo de campo, Noviembre 2014).

El turismo es un 80% familiar, predominando la de recursos económicos medios, con un estadía promedio de 1 día; el resto lo constituyen jóvenes excursionistas en grupos; de éstos, 90% pernocta más de una noche, se considera que 2% de los visitantes son extranjeros y el resto nacional, los provenientes de otros países suelen vacacionar hasta por cinco días o más. (Representantes de la Asamblea General, Noviembre 2014). Se calcula que recibe de 30,000 a 50,000 visitantes al año, por lo que la prestación de servicios turísticos constituye una actividad productiva de amplia importancia para la comunidad.

Si bien el desarrollo del turismo en El Alberto es resultado de un prolongado proceso donde han participado de manera colectiva los pobladores locales, éstos no han sido ajenos a los intereses externos de organismos gubernamentales para participar en la organización turística e intervenir en la prestación de servicios turísticos; esto dado a la peculiaridad de sus atractivos y forma de organización que resulta singular para explotar; sin embargo, la sólida estructura que les identifica no ha permitido la incursión de nadie, bajo ningún argumento, defendiendo la postura de continuar desde su gobierno y esquemas de trabajo interno para asegurar esta nueva alternativa de desarrollo para ellos y futuras generaciones que heredarán los beneficios actuales y aquellos por los que siguen trabajando.

Metodología

Enfoque y análisis desde la comunalidad

Para analizar si el turismo rural es una alternativa de desarrollo local en la comunidad indígena El Alberto, la investigación se apoyó en la propuesta teórico metodológica de la comunalidad (Rendón y Díaz, 2003). Ésta forma parte de una noción en construcción y reconocimiento, cuyas ideas y propuestas iniciales se plantearon en la década de los años ochenta por indígenas campesinos de Oaxaca, insertados en el campo científico y académico; a partir de ellos, se comenzaron a conocer distintos matices sobre la comunalidad, configurando un planteamiento filosófico con la intención de transformar las condiciones de la comunidades indígenas durante su búsqueda para lograr el desarrollo local, sustentado en la participación de los actores locales, en el respeto por su cultura, equidad, y bienes colectivos, para mantener la unión y colaboración comunal (Maldonado, 2003).En este marco, la comunalidad, es un renovado argumento y aspiración de reconstrucción de dinámicas comunitarias, que les permite incidir efectivamente en sus carencias, limitaciones y retos actuales (Pérez y Zizumbo, 2012). De esta manera, Díaz (2003) establece la noción de comunalidad al grado de categoría, cuando constituye la composición de las estructuras comunitarias internas, que “definen la inmanencia de la comunidad en la medida que […] precisan conceptos fundamentales para entender una realidad indígena”, con base en cinco particulares (La tierra, el consenso, servicio gratuito, trabajo colectivo, ritos y ceremonias), (Díaz, 2007).

Por su parte, Rendón (2003) Señala la existencia de elementos esenciales (territorio, trabajo colectivo, poder político, fiesta comunal) que conforman la comunalidad, vista a partir de una configuración que dan continuidad a la lógica comunal, asimilados por la racionalidad económica (Maldonado, 2002). Por ello, es innegable que con cada propuesta se delimitan los elementos que conforman la comunalidad, a partir de la posesión y uso del territorio como la zona destinada para la reproducción social y el espacio que permite mantener arraigo e identidad, bajo el simbolismo de las acciones colectivas, incluso las expresiones culturales que unifican a los actores locales como muestra eminente para la transformación de medidas por parte de los pobladores que aspiren a mejorar sus condiciones de vida, la soberanía de sus formas de organización y gobierno, encaminado al desarrollo local.

Por lo tanto, es viable entender a los campesinos como actores sociales integrados a su comunidad, con el fin de generar reciprocidad funcional, participativa, en relación al uso y aprovechamiento de sus recursos y entorno rural con el que cuentan, ofreciendo la prestación de servicios e infraestructura turística. De este modo, la comunalidad se comprende a partir de dos argumentos afines; por una parte, como una firme intención por alcanzar el anhelo de un proceso de desarrollo integral incluyente, por otra, como un planteamiento que contiene los elementos colectivos conservando la capacidad comunal, fragmentando las interacciones sociales hacia la transformación local. Por lo tanto, la comunalidad puede ser considerada como “una forma de nombrar y entender el colectivismo” (Maldonado, 2002), pues conforma una referencia a sus estructuras y mecanismos sociales. Por este motivo, el trabajo se sitúa en la estructura de los elementos planteados por Flores, Zizumbo (2014), sobre la comunalidad, propuesta teórica metodológica derivada de las aportaciones y elementos de (Díaz 2003 y Rendón 2003) al afirmar el primero que la comunalidad define la esencia de la comunidad. En la medida que [...] constituyen la dimensión material e inmaterial de las comunidades, formando una energía basada en los pensamientos y conocimientos de los indígenas y representa la forma de vida y razón de ser de las comunidades. El segundo, considera los elementos que permiten construir la comunalidad: el territorio, el trabajo, el poder comunitario, y los elementos culturales que persiguen el desarrollo local a partir de acuerdos al interior de la comunidad, respaldados en una organización formada sobre valores, principios y poder que representa cada persona, avalado por el medio comunalitario, estableciendo un sistema propio de acuerdos consensuales, orientadas a mejorar su realidad, para evitar depender de organismos gubernamentales, posibilitando opciones que faciliten y construyan la esencia individual y colectiva rural. Es por ello, que para el estudio de la comunalidad se consideran los siguientes elementos de análisis.

Elementos de análisis sobre la comunalidad

    a) Territorio Comunal. Es el espacio donde se asienta y vive la comunidad; comprende, desde el punto de vista físico, los suelos y recursos naturales que son aprovechados, conservados, defendidos y desarrollados en forma comunal, de manera directa o indirecta, y aquellos que puedan ser aprovechados para el turismo. A partir del territorio se ha creado una serie de unidades sociales que participan en la organización y estructura sociopolítica colectiva para el uso turístico, regidos por un propósito común, a través de compartir la propiedad del territorio, con lo que se fortalece la reciprocidad, arraigo e integración comunal.

    b) Trabajo comunal. En el origen del modo de vida comunal, el trabajo se realiza en forma colectiva, aun cuando no exista especialización laboral; la división del trabajo se da en el ámbito doméstico, rigiéndose por criterios de edad y sexo. Existen unidades domésticas formadas como unidad básica de producción, la organización del trabajo puede darse de dos maneras: a) cuando los procesos requieren la participación de los miembros de la unidad doméstica para su autoabastecimiento; b) cuando se necesita la participación de miembros de varias unidades domésticas, mediante relaciones de colaboración simple. Por tanto, en el trabajo comunitario la reciprocidad es, un derecho y una obligación social.

    c) El poder político comunal. Éste se elige y consensa en asamblea para ejercer la voluntad comunal, siendo la instancia de poder donde se deliberan y toman decisiones, a las que generalmente se llega por consenso. El poder político también se vive a través del sistema de cargos, el cual comprende la autoridad conferida, comisiones y comités, tanto civiles como religiosos. Todos los miembros de la comunidad poseen el derecho de participar en la designación o elección de ellos y la obligación de cumplir cuando les sean delegados; de no hacerlo corren el riesgo de ser multados, perder derechos, o ser desconocidos por la comunidad. En muy pocas comunidades se confieren cargos a las mujeres.

    d) Fiesta comunal y elementos culturales. Componen las particularidades socioculturales de una colectividad; estas expresiones culturales civiles y sociales, constituyen oportunidades para adquirir y refrendar la identidad comunitaria a través del disfrute social, al convivir entre la población, rendir cultos y respeto en las fiestas religiosas y ceremonias, de igual modo, la lengua, música, alimentación, vestido y danzas, mantienen vínculos ancestrales de cohesión que refuerzan la colectividad y forjan su patrimonio cultural. (Díaz y Rendón, 2003).

Con base en estos planteamientos, se diseñaron y aplicaron instrumentos de investigación de campo, como: una guía de observación y entrevista a profundidad, esta última dirigida a representantes y líderes locales, con lo que se recopilo información directa, sobre las condiciones económicas, sociales, políticas en las que han vivido, además, se indago respecto a las situaciones que enfrentaron por décadas, sobre costumbres y modo de vida. También se pudo conocer las experiencias de los habitantes que alguna vez fueron migrantes y regresaron a la comunidad. Se investigó sobre las apreciaciones actuales y pasadas, historia, vida actual, actividades y surgimiento del turismo como alternativa de desarrollo para la comunidad, lo cual fue a través de informantes clave como el comisariado ejidal y de bienes comunes, representantes de Asamblea, comité de seguridad, de educación, amas de casa y jóvenes; esto permitió conocer los impactos del turismo en la comunidad mediante el análisis de la información obtenida, de la cual se derivaron los siguientes hallazgos.

Resultados

En cuanto al territorio, las condiciones geográficas donde se asienta la comunidad El Alberto son áridas y poco fértiles, por lo que difícilmente la agricultura puede ser una actividad que permita sostener a las familias. Esta zona mantiene un régimen comunal y ejidal, heredado por lazos sanguíneos en que la tierra no ha sido un tema de conflicto entre la población, prevalece el respeto por el espacio; la comunidad siempre ha ejercido sus derechos y administración sobre el uso del suelo y recursos a través de la Asamblea. La falta de rendimiento del territorio y carencia de actividades económicas, los orilló a impulsar nuevas iniciativas productivas, por lo que se insertó al turismo rural como una actividad económica para modificar su condición de pobreza y abandono. Es claro que el turismo tiene su propia dinámica e impactos sobre el medio físico, por lo que debido al adecuado uso y dirección sobre el del territorio y riqueza natural en El Alberto, los beneficios obtenidos de la actividad turística son progresivos.

La sustentabilidad del territorio se mantiene, pues a pesar de haber construido infraestructura y equipamiento, el territorio no se ha deteriorado. El flujo de turistas no altera el entorno físico natural, existe control sobre la capacidad de carga y actividades, aplican acciones de resguardo mediante faenas y medidas programadas, con lo que se origina mayor compromiso y participación de la comunidad para la preservación del territorio, dado que la tierra representa un símbolo de arraigo para los comuneros, aunado a los beneficios que les genera el turismo rural. De esta forma, el turismo no representa una amenaza para el territorio y los recursos de El Alberto; contrariamente, es un elemento que unifica a la comunidad y les mantiene fortalecidos en el ámbito social. Es así que el uso turístico de las tierras de esta comunidad significa transformaciones y responsabilidades concertadas y convenientes entre las familias.

Asimismo, el territorio conforme al sistema de usos y costumbres no puede ser vendido u otorgado bajo cesión a particulares. En la comunidad, el trabajo colectivo se fortalece a partir del uso y apertura al público de su área natural e impulso para el aprovechamiento recreativo y turístico. La generación de cambios en el espacio físico con el fin de mejorar el acceso, control y administración de los recursos y oferta de servicios estimuló el trabajo comunal; se fortalecieron las estructuras organizativas que conforman la mecánica laboral y productiva. Se originaron cambios en los esquemas de trabajo, logrando disminuir el abandono, desesperanza, y principalmente la migración.

Por otra parte, en el ámbito comunitario es evidente la conciliación de los grupos organizativos, amparada en la confianza y reciprocidad, con la finalidad de ser partícipes de los proyectos turísticos y uso de recursos para la expansión de la actividad turística, por medio de la asignación democrática de responsabilidades en el trabajo, mediante el sistema de cargos, sin contar con salario, sólo como servicio comunitario voluntario. Esto implicó la aprobación de nuevos esquemas de organización e innovación al interior de los procesos de trabajo y colaboración, definidos por la población, como asignar labores conforme a habilidades y destreza acordes a las actividades que comercializan, distribuyen deberes por edad y sexo, los jóvenes se integran en acciones para renovar y ampliar las opciones de recreación, además deben estudiar, sin exentar sus obligaciones, las amas de casa, se incorporan a la fábrica de agua purificada.

La estructura de trabajo de la comunidad es aprobada en Asamblea, en donde examina, quienes pueden ser enlace entre organismo y empresas con las que comercializan, asimismo, delimitan los procesos administrativos y operativos equitativamente, evitando inconformidades, en ese contexto, la forma de organización, permite tener certeza, seguridad y resultados óptimos para conseguir el desarrollo local. Dado que la participación de los agentes locales en el turismo ha intensificado la reconfiguración económica, social y laboral, creando condiciones favorables en la organización, distribución y producción en el trabajo, con lo que mejoran y optimizan las funciones y responsabilidades, para contribuir al progreso local en función de práctica y servicio colectivo.

De igual modo, el proceso renovador de trabajo en El Alberto, les ha llevado a vislumbrar oportunidades que ayudan a la disminución porcentual de migrantes, pues para los pobladores emigrar ya no es una prioridad, luego que las actividades desarrolladas en el turismo amplían las opciones laborales, ya les es posible convivir y trabajar cerca de su familia y en su propia tierra, perciben esperanzas sobre el crecimiento económico y estabilidad de la comunidad, esto como resultado de las acciones y diversificación de la inversión conseguida con base al trabajo de los pobladores al prestar sus servicios y cumplir con las responsabilidades asignadas, ya que, derivado de las ganancias, tienen la oportunidad de crear empresas de pequeña inversión, como: La empresa de agua embotellada denominada “Agua Purificada El Alberto”, de productos artesanales de tejido de Ixtle y de alimentos naturales de xoconostle. Es así, que éstos procesos de trabajo, amplían sus horizontes para impulsar proyectos productivos, encaminados al logro del desarrollo local. Respecto al poder político comunal, la puesta en marcha de actividades y planes de turismo en el medio rural, ha cambiado la vida cotidiana de la comunidad, apoyando la afiliación de los actores locales en la prestación de servicios. Aunado a ello, los esquemas de gobierno, organización y normatividad, presentan evoluciones conforme a los nuevos modelos laborales que han introducido.

Si bien, este proceso pudiera parecer que genera implicaciones para el bienestar colectivo, o que debilita la actividad agraria como soporte de la lógica comunitaria, no es así, ya que ha favorecido el surgimiento de nuevas disposiciones, esquemas y liderazgos locales orientados al desarrollo de la actividad turística, reforzando la confianza, cooperación y compromiso, con lo que se logra que no exista participación externa al frente del poder político comunal, ya que éste depende exclusivamente de los pobladores locales constituidos en una Asamblea General, conformada únicamente por habitantes de la comunidad, en el caso de la iniciativa turística se aprobó poner en marcha y acrecentar los proyectos de este tipo, por lo cual se reinvierten las ganancias, adecuan los espacios, equipan, y amplían la infraestructura turística, por lo que el impulso de estas labores inciden de forma notable en las formas de organización y poder comunitario.

Bajo este contexto, el turismo ha sido factor para que en El Alberto se constituya un gobierno comunitario, con poder y facultad en la planificación, operación y regulación de la vida cotidiana y lo relacionado a ese rubro, por lo cual, se le puede atribuir el fortalecimiento y ampliación de la participación social en las estructuras locales. La forma de gobierno y autoridad que predomina en la comunidad, se fundamenta en una jerarquía civil, religiosa, regida por los habitantes elegidos para desempeñar los cargos asignados, esto de acuerdo al comportamiento, prestigio, compromiso, y responsabilidad demostrada ante la población, cumplen con esas tareas por elección anual.

Como resultado de lo anterior, el impulso del turismo contribuye a la estabilidad política de la colectividad, debido a la adecuada comunicación y transparencia en la distribución y reproducción de las utilidades obtenidas de él, así como del manejo de los recursos para su disposición y resguardo de los bienes materiales e inmateriales por parte de los actores conferidos para estas acciones, incrementado los lazos de solidaridad y confianza.

De esta forma se ha conseguido la correspondencia intercomunitaria e integración local en la construcción de iniciativas y proyectos de mayor trascendencia, que dan respuesta a problemáticas compartidas. Siendo rescatable de ello, que la población es consciente de la importancia de conducirse por esta dinámica para conseguir el éxito. En lo referente a los impactos del turismo rural sobre los elementos de afinidad social como la fiesta, creencias, cosmovisión, lengua, música, y alimentación, que han sido parte de la historia e identidad que caracterizan a esta comunidad rural, se mantienen con respeto y orgullo, protegiendo sus particulares indígenas. Así también, es substancial destacar que, a partir del movimiento de las corrientes turísticas y la postura sobre el valor de los elementos culturales, es factible fortalecer su riqueza cultural y potenciarlos para la actividad turística como opción de desarrollo local con enfoque comunitario y solidario.

El turismo en El Alberto hasta el momento no ha impactado negativamente en su cultura, ya que funcionan como soporte básico del sistema sociopolítico local que, más allá de la representación simbólica de las festividades cívicas o religiosas, consigue la integración de la población, estableciendo estructuras de redistribución y legitimidad internas. Como resultado de las acciones empleadas, destaca la satisfacción de haber logrado disminuir la migración y mostrar su capacidad para modificar sus condiciones gracias a su trabajo. Respecto a la lengua que es el otomí (hñahñu) y alimentación son objeto de un histórico proceso de continuidad, para no permitir su pérdida, pues aún, con la presencia de turistas, no han sufrido alteraciones. De este modo, se rescata que el turismo no es algo externo a la sociedad, el patrimonio cultural las ha vinculado en la globalización llegando a ser promovido desde la propia identidad, no como una reliquia, sino como un recurso dinámico y multipropósito (Santana, 2003).

Conclusión

El campo mexicano en las últimas décadas ha enfrentado situa¬ciones de crisis económicas productivas, y sociales que han acen¬tuado la pobreza rural, derivadas del distanciamiento de la acción del Estado y un vacío institucional de apoyo al campo, lo cual muestra un escenario de abandono en el medio rural, donde los campesinos tienen un papel marginal en términos de la economía global y libre mercado. En consecuencia, las formas de transformación en los patrones tradicionalmente cam¬pesinos que se dedicaban a la producción agrícola, generaron cambios necesarios en las comunidades agrarias, a partir de actividades comerciales para sobrevivir.

De esta forma, diversos actores rurales han concebido distintos proyectos turísticos, aprovechando la riqueza cultural y recursos naturales, como alternativa para modificar sus contextos de vida. Siendo el caso de la comunidad indígena Hñahñu El Alberto del Estado de Hidalgo, donde la población ha emprendido actividades comerciales turísticas, por medio de la colectividad y organización comunal para la prestación de servicios y uso de sus recursos como estrategia de desarrollo local. En ésta comunidad, la población ha logrado ejercer equilibradamente los cuatro elementos expuesto previamente de la comunalidad, consiguiendo brindar servicios turísticos. A través del territorio mantienen fortalecido el ámbito social, gubernamental y de organización; es así, que el uso turístico de las tierras, de su cultura y de la creatividad en innovaciones turísticas recreativas que generan, les significan transformaciones favorables en la organización laboral, pues trabajan con el sistema de cargos, por compromiso moral, esto facilita las decisiones que toman en Asamblea General, siendo ésta el máximo órgano de autoridad.

De esa manera, es como, respaldan los acuerdos sobre la vida comunal y el proceso en la prestación de la oferta turística, predominando el deber, la equidad y respeto en la producción, distribución y consumo de los bienes, servicios y beneficios generados por el turismo, establecidos por la reciprocidad y solidaridad, luego que comparten intereses afines, salvaguardando la unidad y colectividad. Es posible argumentar que la comunidad de El Alberto ha logrado el desarrollo local mediante el turismo como una alternativa que posibilita cambios en los escenarios de pobreza y abandono; se ha reducido significativamente la migración, generando fuentes de empleo y mejoras en su calidad de vida como perspectiva actual y futura.

Por lo tanto, para esta comunidad, el turismo favorece el desarrollo local, siempre que exista comunalidad y se mantenga una sólida estructura social. Los pobladores son sabedores del porqué de su éxito, pues al no rendirse ante las adversidades, desafiaron colectivamente las situaciones para alcanzar sus metas; de esta manera, los factores que sirvieron como impulso de transformación en sus vidas, son primeramente, la unificación social desde el trabajo uso de su territorio, para disminuir las carencias locales y cubrir sus necesidades básicas. De igual modo, la adhesión a su tierra, como factor preponderante, que ha determinado el sentimiento de amor y respeto por su comunidad, contribuyendo de manera solidaria en las tareas requeridas para lo que son actualmente. Otro componente que sitúa a la comunidad El Alberto en una posición de mejora, es la estructura de gobierno comunal que trasciende a los intereses individuales, donde establecen condiciones y formas de organización, conjugado con la coordinación y procesos de distribución, gestiones y productos turísticos con los que cuentan, aunado a la tendencia de pensamiento a partir de la base de trabajo y reproducción social endógena, sin afectar sus raíces culturales, medio físico y valores comunales.

Es así, que la población reconoce el trabajo que han realizado con base en la comunalidad; haciendo partícipe de esta dinámica a las nuevas generaciones, pues pretenden trascender y no retroceder a los escenarios que ya han dejado atrás. No obstante, tras haber conseguido optimizar sus condiciones de vida y seguir impulsando el turismo, los habitantes consideran que existe desarrollo y que para mantenerlo es necesario continuar fortaleciendo la vida comunal, mantener la misma corriente de pensamiento, organización y trabajo que han empleado.

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[a] Profesores investigadores de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, Escuela Superior de Tizayuca.
Correo de Correspondencia: cristinafloresamador@hotmail.com adrianvilchis@yahoo.com

[b] Profesora investigadora de la Universidad Autónoma del Estado de México, Toluca.
Correo de Correspondencia: lzv04@yahoo.com


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