La riqueza a través del vestido. Ropa y telas en Pachuca en el siglo XVII[1]

Resumen

El estudio del vestido nos ofrece valiosa información sobre normas y conductas sociales, regidas por el prestigio social y la posición económica de las personas. En la sociedad de Pachuca del siglo XVII observamos la importancia de portar y exhibir vestidos lujosos para mostrar riqueza y poder. A través del comercio ultramarino llegaron a la región de Pachuca ropa y telas de varias partes del mundo, que se adquirían en tiendas especializadas.

Palabras clave: Historia del vestido, comercio de ropa y telas, Pachuca

Abstract

The study of dress offers valuable information on social norms and behaviors, governed by the social prestige and economic status of people. In the society of the seventeenth century Pachuca observe the importance of carrying and displaying fine clothes to show wealth and power. Through overseas trade came to the region of Pachuca clothing and fabrics from around the world, which were purchased in specialty stores.

Keywords: History of dress, clothing and textiles trade, Pachuca

 

 

 

No cabe duda que el vestido no sólo refleja los gustos personales o las tendencias moda, también nos habla sobre las apariencias y el estatus. En la actualidad portar ropa de marca nos confiere prestigio y posición social, y esto nos permite ser reconocidos o por lo menos aparentar cierta jerarquía. Esta situación se muestra sobre todo en sociedades de consumo, donde el poder del mercado, la comercialización y la globalización imponen las normas de conducta, sin embargo, estas formas de actuar también las observamos en el pasado.

La sociedad novohispana basaba su prestigio en los bienes que poseía y trataba de hacer evidente su posición de privilegios haciendo ostentación en el vestir. La exhibición de ropa suntuosa por parte de la elite social era muy común en ese entonces, y si el vestido era más lujoso mejor reflejaba la fortuna del portador.

 

 

 

 

Finas telas, ricos encajes, hilos y botones de oro y plata eran mostrados sin ningún recato en reuniones, comidas y festejos. “Por medio de la posesión de piezas de oro y plata, vestidos costosos, encajes, sedas, brocados, perlas, piedras preciosas y otra multitud de ricos objetos, las clases más privilegiadas de la sociedad manifestaron al resto de la población, tanto los valores de la cultura occidental como los modelos de comportamiento a seguir”.[2]

La sociedad de Pachuca no fue ajena a esta forma de concebir la vida y las familias de la elite minera presumían la adquisición de bienes de lujo a través de sus formas de vestir.

 

 

 

 

En el siglo XVII en Pachuca existía una gran variedad de ropa como vestidos, sayas, jubones, polleras, bombachas, naguas, camisas y capas. Los tipos de telas iban desde el sayal, la bayeta, los tafetanes y los rasos, hasta terciopelos, sedas, damascos, ruán y Holanda. Muchas prendas se adornaban con ricas puntas de Flandes, de Lorena o de Milán. Las prendas de seda fueron, desde un principio, muy apreciadas por la sociedad novohispana, traídas cada año desde el oriente por el famoso Galeón de Manila.

Los hombres vestían calzones, camisa, jubones, casaca, medias, valonas y capas. Los chapines con hebillas de plata también formaron parte del vestuario femenino y masculino.

El atuendo indígena como el huipil que cubría el torso, el quesquémetl que se usaba sobre el huipil, el cueitl o naguas y el mamatl con que se cargaba a los niños o se llevaba alguna carga en la espalda, se generalizó después de la Conquista, ya que desde las nobles españolas hasta las criollas y la más humilde mestiza contaban en su ajuar con este tipo de prendas. También sufrieron algunas modificaciones, ya que el huipil y las naguas se alargaron y se enriquecieron con materiales traídos por los españoles como lana, seda, hilos metálicos, listones, galones, encajes y variedad de cuentas, y además se incorporaron técnicas como el bordado y el deshilado.[3] Por ejemplo, un quesquémetl de seda y oro fue valuado en cinco pesos en Pachuca en el año de 1688,[4] mientras que un huipil de “toca de reina” llegó a costar tres pesos en 1691.[5] Los paños de quapastle o huapastle también fueron labrados de seda. Como vemos, el mestizaje cultural se dio también en el vestir, y la ropa indígena se enriqueció con nuevas telas y técnicas de producción.

 

 

 

 

La ropa para niños no se confeccionaba como tal, sin embargo, aparece ropa exclusiva para bebé o niño, por ejemplo, babaderos para criatura, faldellincitos y nagüitas deshiladas.

Las telas podían enriquecerse con brocados, sedas, pasamanos, encajes, puntas finas, guarniciones y botonaduras de oro y plata. Podemos mencionar algunos de estos vestidos del siglo XVII en Pachuca según su precio:

“Un manto nuevo de tafetán de Sevilla con puntas de asirio en corte de ojo de perdiz y un vestido de tela azul de jota con su ballena guarnecida de encaje de Milán de martillo y otro vestido de fondo negro de Toledo engarbarán y esto se entiende ser solo saya y la bombacha de tela encarnada guarnecida con encajes finos de oro y plata de Milán y un tapapiés de brocado fondo verde en raso todo ello”, en 567 pesos, tres tomines y medio real.[6]

Un “vestido de tabí de seda de España que es ropa basquiña y jubón guarnecida la ropa con nueve servillanetas de oro, plata y seda y la basquiña con veintisiete y el jubón guarnecido con lo mismo con sus calados”, en 330 pesos.[7]

Un vestido “de terciopelo negro guarnecido de mujer que es ropa y basquiña, la dicha basquiña con veinticinco pasamanos y cuatro la ropa con un jubón de tabí negro y blanco guarnecido nuevo”, en 250 pesos.[8]

Un “vestido de damasco de la tierra morado y negro picado y forrado en tafetán de la tierra negro jubón pollera y ropa de damasco negro de la tierra”, en 250 pesos.[9]

Otro vestido de “tela musga con flores de oro y plata sobre raso mexicana saya y gabardina”, en 150 pesos.[10]

Un “vestido, pollera y ropa de chamelote de ajuar negro guarnecido de pasamanos negros”, en 150 pesos.[11]

Un “un vestido para mujer de lampazo de lama de plata fondo plateado”, en 100 pesos.[12]

Otro “vestido de esta mina de Francia con encajes negros”, en 100 pesos.[13]

“Dos vestidos […] el uno negro de terciopelo de la tierra labrado calzón ropilla mangas con capote de bayeta de Castilla y el otro de raso de Texcoco con sus cavos, todo en 100 pesos”.[14]

Un “vestido de lampazo primavera pollera y bombacha con enaguas de escarlata encarnada guarnecidas con puntas de plata y un manto de Milán con puntas grandes”, en 85 pesos.[15]

Un vestido “de ormesí de culebra plateado con botonadura de plata fina”, en 80 pesos.[16]

Otro “vestido de campo de lampazo abrocatelado color de príncipe guardapiés y casaca con encajes”, en 80 pesos.[17]

Un “vestido, pollera, jubón y turca de damasco de China azul guarnecido con galón de oro”, en 60 pesos.[18]

Si consideramos que a principios del siglo XVII el salario del alcalde mayor de Pachuca era de 375 pesos anuales,[19] podemos ver que el costo de estos vestidos resultaba verdaderamente oneroso.

A Pachuca llegaron ricas telas, bordados, listones e hilos que provenían básicamente de España, sin olvidar los ricos mantos con puntas de Sevilla. El Galeón de Manila traía una diversidad de telas bordadas, vestidos guarnecidos con pasamanos de seda o con puntas de seda, incluyendo las sayas de Pequín, medias de seda y terciopelos. De Bretaña (Francia) eran famosas las camisas bordadas y con encajes. De Cambray (Francia) encontramos principalmente pañuelos con puntas y encajes finos. Milán (Italia) era un importante centro productor de puntas y encajes de oro y plata finos con que se adornaban los vestidos, las naguas, los tapapiés y otras telas. Variedad de telas y ropa fue importada de Holanda como camisas y calzones. De India llegaron vestidos y tapapiés. Damasco, capital de Siria, fue desde sus inicios un relevante centro comercial de producción de lana, lino y seda. En este lugar se elaboraba el “damasco”, un tejido fabricado desde la antigüedad en seda brocada de excelente calidad. Los damascos se observan en vestidos, jubones, sayas y polleras.

En general, las telas y los encajes se traían de España, Portugal, Italia, Francia, Inglaterra y China.

 

 

 

 

Pachuca contaba en el siglo XVII con mercaderes que trataban “mercaderías” y que acudían a la ciudad de México para abastecerse, o bien, vender sus productos.[20] En ese entonces, el distrito Pachuca-Real del Monte no sólo fungió como un importante centro minero sino también comercial.

Ligadas al comercio existían tiendas especializadas en “todo género de China, de Castilla y de la tierra”, donde se vendía toda clase de ropa, telas, hilandería y objetos de costura. En el año de 1672, por ejemplo, en la “tienda de mercaderías” de Cristóbal Pérez de Vargas, vecino y mercader de las minas de Pachuca, se podían encontrar listones e hilos de Castilla, sedas de diferentes colores, agujetas de listón, puntas de flandes, puntas de Cambray, medias de seda de China, medias de Milán, medias de algodón finas, alfileres, botones de cerdas, agujas de coser, naguas de lana y de algodón, naguas de bayeta con sus guarniciones, naguas de Sultepec, calzones de paño, quesquemeles [sic], camisas de manta de la sierra, camisas blancas de Campeche, paños de algodón, mantas de la Puebla, sayas, tocas de lino, lampotes de China, lienzo de presilla, corte de puntas de manto, peines de Castilla, sombreros finos o entrefinos, zapatos chicos y grandes, entre otras muchas cosas.[21]

Como vemos, objetos y productos importados y “de la tierra” convivían en un solo espacio. En este sentido, conviene plantearnos la importancia del comercio ultramarino y regional en el distrito minero de Pachuca-Real del Monte.

Estas tiendas no sólo satisfacían los gustos de la elite, sino también a la población en general, ya que se podía adquirir medias de seda de China o un quesquémetl, listones de Castilla o mantas de Puebla, sedas o paños.

El estudio del vestido nos ofrece valiosa información sobre las costumbres, las formas de vida, las modas y los estilos, el comercio de ropa y telas, pero sobre todo cómo se exhibían las riquezas y las fortunas, por ejemplo, en una sociedad diversificada y diferenciada como la de Pachuca en el siglo XVII.

Glosario de términos[22]

Bayeta: manta de lana y algodón.

Bombacha: pantalón, calzón bombacho.

Brocado: tela entretejida con oro y plata.

Chapín: cubierta de zapato.

Damasco: tela fuerte de seda o lana con dibujos formados con el tejido, proveniente de Damasco.

Holanda: lienzo muy fino del que se hacían camisas y otras cosas, que procede de Holanda.

Jubón: prenda que cubre desde los hombros hasta la cintura, ceñida y ajustada al cuerpo.

Pasamano: cordones, borlas, flecos y demás adornos de oro, plata, seda, algodón o lana, que sirve para guarnecer y adornar los vestidos.

Pollera: falda que las mujeres se ponían sobre el guardainfante y encima de la cual se asentaba la basquiña o la saya.

Punta: encaje que forma ondas o puntas en una de sus orillas.

Ruán: tela de algodón estampada en colores que se fabrica en Ruán, ciudad de Francia.

Saya: falda que usan las mujeres.

Tafetán: tela delgada de seda muy tupida.

Bibliografía

Lorenzo Monterrubio Ana María del Carmen. La función de la dote en la sociedad de Pachuca del siglo XVII. Tesis de Doctorado en Historia. UNAM. 2012.

Curiel Gustavo. “Consideraciones sobre el comercio de obras suntuarias en la Nueva España de los siglos XVII y XVIII, en José Guadalupe Victoria et al. Regionalización en el arte. Teoría y praxis. Universidad Nacional Autónoma de México. México. 1992. p. 128.

Gármez Ana Paulina. “Una moda propia: indumentaria femenina indígena novohispana”, en edición de Cecilia Gutiérrez Arreola y María del Consuelo Maquívar. De arquitectura, pinturas y otras artes. Homenaje a Elisa Vargas Lugo. Instituto de Investigaciones Estéticas. Universidad Nacional Autónoma de México. México. 2004.

“Anónima Descripción de las Minas de Pachuca”, en Juan Manuel Menes Llaguno. Monografía de la ciudad de Pachuca. Instituto Hidalguense de la Cultura. Colección Lo nuestro… Gobierno del Estado de Hidalgo. México. 1993. p. 43.



[a] Profesor Investigador de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo

[1] Tomado en parte de Carmen Lorenzo Monterrubio. La función de la dote en la sociedad de Pachuca del siglo XVII. Tesis de Doctorado en Historia. UNAM. 2012.

[2] Gustavo Curiel. “Consideraciones sobre el comercio de obras suntuarias en la Nueva España de los siglos XVII y XVIII, en José Guadalupe Victoria et al. Regionalización en el arte. Teoría y praxis. Universidad Nacional Autónoma de México. México. 1992. p. 128.

[3] Ana Paulina Gámez. “Una moda propia: indumentaria femenina indígena novohispana”, en edición de Cecilia Gutiérrez Arreola y María del Consuelo Maquívar. De arquitectura, pinturas y otras artes. Homenaje a Elisa Vargas Lugo. Instituto de Investigaciones Estéticas. Universidad Nacional Autónoma de México. México. 2004.

[4] Archivo Histórico del Poder Judicial del Estado de Hidalgo (AHPJEH). Pachuca Protocolos. Escribano Fernando de Contreras. Clasificación: EN. 47, NC. 29, C. 40, NP. 279, 1688, f. 4r.

[5] AHPJEH. Pachuca Protocolos. Escribano Juan de Solís y Alcázar. Clasificación: EN. 50, NC. 4, C. 42, NP. 292, 1691, f. 24r.

[6] AHPJEH. Pachuca Protocolos. Escribano Juan de Avendaño. Clasificación: EN. 53, NC. 5, C. 46, NP. 318, 1698.

[7] AHPJEH. Pachuca Protocolos. Escribano Juan de Terán. Clasificación: EN. 42, NC. 9, C. 30, NP. 232, 1634.

[8]AHPJEH. Pachuca Protocolos. Escribano Juan de Barrios León. Clasificación: EN. 41, NC. 20, C. 27, NP. 212, 1639.

[9]AHPJEH. Pachuca Protocolos. Escribano Juan de Terán. Clasificación: EN. 42, NC. 19, C. 33, NP. 242, 1643.

[10]AHPJEH. Pachuca Protocolos. Escribano Juan de Solís y Alcázar. Clasificación: EN. 50, NC. 3, C. 42, NP. 291, 1690.

[11]AHPJEH. Pachuca Protocolos. Escribano Juan de Terán. Clasificación: EN. 42, NC. 20, C. 33, NP. 243, 1645.

[12] AHPJEH. Pachuca Protocolos. Escribano Fernando de Contreras. Clasificación: EN. 47, NC. 22, C. 39, NP. 272, 1679.

[13] AHPJEH. Pachuca Protocolos. Escribano Juan de Avendaño. Clasificación: EN. 53, NC. 3, C. 45, NP. 317, 1696.

[14] AHPJEH. Pachuca Protocolos. Escribano Juan de Terán. Clasificación: EN. 42, NC. 23, C. 34, NP. 246, 1649.

[15]AHPJEH. Pachuca Protocolos. Escribano Fernando de Contreras. Clasificación: EN. 47, NC. 19, C. 39, NP.269, 1676.

[16] AHPJEH. Pachuca Protocolos. Escribano Fernando de Contreras. Clasificación: EN. 47, NC. 19, C. 39, NP. 269, 1676.

[17] AHPJEH. Pachuca Protocolos. Escribano Juan de Avendaño. Clasificación: EN. 53, NC. 9, C. 47, NP. 322, 1701.

[18]AHPJEH. Pachuca Protocolos. Escribano Juan de Terán. Clasificación: EN. 42, NC. 22, C. 34, NP. 245, 1648.

[19]“Anónima Descripción de las Minas de Pachuca”, en Juan Manuel Menes Llaguno. Monografía de la ciudad de Pachuca. Instituto Hidalguense de la Cultura. Colección Lo nuestro… Gobierno del Estado de Hidalgo. México. 1993. p. 43.

[20] “Anónima Descripción de las Minas de Pachuca”, en Juan Manuel Menes Llaguno. Monografía de la ciudad de Pachuca. Instituto Hidalguense de la Cultura. Colección Lo nuestro… Gobierno del Estado de Hidalgo. México. 1993. p. 43.

[21] AHPJEH. Pachuca Protocolos. Escribano Fernando de Contreras. Clasificación: EN. 47, NC. 15, C. 38, NP. 265, 1672.

[22]Tomado de Gustavo Curiel. “Glosario de términos de arte y legislación de los siglos XVII y XVIII”, en Elisa Vargas Lugo y Gustavo Curiel. Juan Correa. Su Vida y su Obra. Cuerpo de Documentos. Tomo III. Instituto de Investigaciones Estéticas. UNAM. México. 1991. pp. 271-302.