El libro que reseñamos es una amplia recomendación para aquellos que quieran aprender el arte de amargarse la vida, en el aprenderán los métodos utilizados para que de manera sutil y certera logren este fin.
En el se hace una recopilación de los aspectos más relevantes que muestra el autor, lo que contrasta con los elementos de la vida cotidiana basados en el aprendizaje experiencial, con la finalidad de mostrarnos algunas actitudes o comportamientos que hasta sin darnos cuenta realizamos de forma cotidiana.
La invitación al lector es para detectar algunas de las cuestiones que plantea el autor, son la finalidad de detectar algún aspecto en el que se pueda incurrir y bajo esta propuesta buscar modificarlo, ya que mantenerlo, obstaculiza el crecimiento personal y como lo maneja el autor, nos amargamos la vida.
Palabras clave: Patrón, conducta, negativismo, comunicación, actitud, problema, autoestima.
The book under review is a broad recommendation for those wanting to learn the art of yourself miserable in the learn the methods commonly used to subtly and accurately achieve this end.
In it, do a compilation of the most relevant aspects that shows the author, contrasting with elements of everyday life that experiential learning so show us questions we do on a daily basis without even realizing it.
The invitation to reader is to report about these issues and if he were to detect any in which you might incur, seeking to modify the target behavior that hinders growth and as mentioned by the author, life is bitter.
Keywords: Pattern, behavior, esteem, negativism, communication, attitude, problem.
Paul Watzlawick, Psicólogo, Sociólogo y Filósofo Austriaco en su libro: “El arte de amargarse la vida” (1983) nos narra una serie de circunstancias que describen la manera en que las personas actúan en su vida diaria para amargarse la vida, el libro que reseñamos es una amplia recomendación para aquellos que quieran aprender el arte de amargarse la vida, en el aprenderán los métodos utilizados comúnmente para que de manera sutil y certera logren este fin.
En este viaje por esta particular forma de darnos a conocer estas actitudes que llegan a ser cotidianas en nuestra vida, el autor nos plantea diferentes circunstancias, que a manera de ejemplo, nos ayudan a entender mejor cada una de las situaciones en las que en algún momento nos hemos visto inmersos. Una frase es la que tiene énfasis dentro del texto: “Lo que hace la mano derecha no debe saberlo la mano izquierda”(p. 15); no se puede ir por el mundo contando todo lo que nos acontece en la vida, mucho menos si el caso es la ayuda a alguien, si se hizo algo o no se hizo, etc.
Seguimos avanzando en la lectura y Watzlawick (1983) nos recomienda ser fieles a uno mismo, aquí el autor hace hincapié en que debemos estar ciertos de que la opinión propia, para nosotros mismos, debe de ser siempre la correcta, es decir, sugiere no hacer caso a las opiniones de otros, solo la opinión interior es la que cuenta, aunque hace aquí una reflexión en el sentido de estar seguros que eso es exactamente lo que se quiere, si en verdad el lector esta dispuesto a ser fiel a si mismo dejando de lado al prójimo sin importar lo que piense. Esta decisión implica a su vez, el considerar si desde nuestra opinión, es válido o no que alguien nos de un consejo, para lo cual menciona: “El destino conduce al dócil y arrastra al desazonado” (p.9), y dócil para Watzlawick no tiene el significado de débil, con dócil se refiere a disciplinado, con accesibilidad a todo cambio, que por consiguiente llevara al buen destino; pero el desazonado, para el autor cumple con características de insípido, intranquilo, indispuesto al cambio, que es lo único que el destino puede hacerle.
El destino requiere de tiempo y en ese tiempo se adquiere, para Watzlawick (1983) madurez y cabalidad; la madurez se adquiere con el tiempo, así como también contribuyen a ella los acontecimientos que surgen a lo largo del trayecto de la vida, se adquiere también sin mirar atrás, ni detenerse a repetir una y otra vez el “si hubiera” se obtiene cuando pasamos desapercibido al que, según nosotros, nos ha dañado, quien habla mal de nosotros, incluso aunque no lo hagan, sin embargo si sucedió, el aferrarse al pasado en alguna de las situaciones anteriores provocada ya sea por relaciones sentimentales, por pérdida de tiempo, etc., nos predispone a siempre seguir recordando, siempre seguir pensando en el “Si hubiera”, olvidándonos del presente aunque diario vivamos en el; siempre experimentando dentro de nosotros esta sensación que jamás nos dejará en paz sino hasta que cada uno de nosotros se decida a dejarla. Este paso es sencillo; todo el tiempo mira atrás y allí te quedarás, en el pasado.
Otro punto, que según el autor es muy frecuente, aunque ya todos deberíamos saber es que lo que ya pasó, ya pasó, y lo que no pasó, no pasará; los hechos ya están y no se puede hacer nada para recuperar ese tiempo. El detenerse a pensar genera otro aspecto que Watzlawick (1983) presenta de la siguiente forma: “Se aplica la misma cantidad de solución y se cosecha precisamente la misma cantidad de miseria” (p. 14). Interrumpir el presente para arreglar el pasado es inútil, aún teniendo perfectamente claro lo que ocasionó el problema obtendremos exactamente lo mismo, es como un ciclo que no termina: Detenerse, pensar, solucionar, caer en problema, detenerse, pensar, solucionar… y es lo mismo siempre.
Para hacer frente a esta dificultad, Watzlawick (1983) nos plantea: “Es mejor viajar lleno de esperanzas, que llegar, ya que la felicidad esta en la salida y no en la meta” (p. 31), y aquí es donde surge para nosotros y para el autor una nueva interrogante: ¿no es la meta lo que importa, lo que dará felicidad eterna? Para nuestro autor al parecer no lo es, ya que aquí incluye el aforismo popular: En la vida hay dos tragedias: una es el no cumplimiento de un deseo íntimo y la otra es su cumplimiento; aquí podemos agregar que no hay una meta fija, diariamente se esta en búsqueda de la satisfacción de necesidades, esto es lo que comúnmente se hace después de haber cumplido una meta, desde esta perspectiva podemos mencionar que en ningún momento se adquiere la felicidad eterna, ya que “ni siquiera la venganza es dulce, ni siquiera lo será a la llegada a la supuesta meta feliz” (p. 29).
Dentro de esta revisión que realiza el autor de los métodos para amargarse la vida, existe otro muy común, que es sentir culpa; cargar todos los días con la culpa de nuestros actos es la mejor forma de ser infeliz, la cantidad de amargura que nos generemos es directamente proporcional a la cantidad de culpa que se decida cargar, sin embargo nos recuerda nuevamente que hechos los actos, no podemos dar marcha atrás.
Si al tener demasiada culpa y por ende amargura en nuestras vidas, intentamos oprimir los problemas con la misma solución que no nos ha servido de nada, para que intentar otra vez, si sabemos que es más de lo mismo, es conveniente entonces buscar otra solución eficaz una que verdaderamente nos ayude.
Observemos a nuestro alrededor y pongamos atención a las cosas malas que nos pueden pasar y así también llegará la desdicha, imaginemos que el mundo conspira en contra de nosotros, que siempre hay algo que propicia que nos vaya mal, de esta forma, para Watzlawick llegaremos de igual manera al mismo fin: La desdicha y la amargura.
Otra de las formas que comúnmente ocupamos para amargarnos la vida es no darle solución a los problemas, aunque los evitemos, sabemos que están allí, así que el autor nos recuerda en este punto: evita tus problemas y persistirán, soluciónalos y desaparecerán.
Watzlawick (1983) asegura que “la profecía de un suceso, lleva al suceso de la profecía” (p. 26). Esta aseveración se torna confusa, sin embargo es realidad, es cierto que el ser humano se busca sus propios males, al despertar en un día nublado, gris y frio se asume que el día será triste, amargo y sin nada nuevo, cuando esto puede ser al contrario, puede ser entonces que se encuentre uno de los días mas maravillosos de nuestras vidas; no se trata de predisposición, del día o del clima, se trata del ánimo de despertar cada día con actitud de triunfo.
Y para concluir, Watzlawick hace referencia al término espontaneidad; ser espontáneo quiere decir que se debe ser agradable y sonreír en todo momento, aunque por dentro esto no sea realidad. En ocasiones se piensa que por tener un carácter noble, pasivo, etc., toda la vida se tiene que ser así; sin embargo debemos estar conscientes de que no se puede tener todo en el mundo ni tampoco se puede tener a todo el mundo contento.
Los arriba mencionados son los principales métodos para amargarse la vida que nos plantea Watzlawick, nuestra tarea ahora será analizar nuestra vida y determinar su es nuestra costumbre evitar amargarnos la vida, o por el contrario si gustamos de amargárnosla.
Evitando estas y muchas mas situaciones como el ser aduladores, es decir, comportarnos amables solo para conseguir algo y de esta forma poder evitar la amargura en tu vida.
Nuestra misión, desde el punto de vista del autor, es disfrutar el presente, sin resentimientos, dejar nuestras cargas, solucionar nuestros problemas y no generarnos más. Así podremos estar bien, felices y podremos disfrutar nuestra vida sin amarguras y por que no, si se requiere, poder ayudar a alguien más.
Watzlawick, P. (1983). El arte de amargarse la vida. Barcelona: Herder
[a] Profesor Investigador de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo