Destacan investigadoras esfuerzos de mujeres indígenas para crear espacios bioculturales


Dirección de Comunicación Social, 27/Abril/2023

Boletín Informativo UAEH No. 211


*La organización colectiva fue crucial para preservar el territorio biocultural donde cohabitan la abeja melipona y el maguey pulquero

*La investigadora Rosalba Díaz Vásquez presentó cine indígena como acto de resistencia

 

Pachuca de Soto, Hidalgo. – “Los pueblos indígenas en México resisten y luchan para defender sus territorios, sus recursos naturales, su lengua y su cultura. En cada región las causas son distintas como también las formas, desde el uso de instancias judiciales, la organización colectiva, hasta medios de comunicación, como el cine”, así lo explicaron las investigadoras Jozelin María Soto Alarcón, de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), y Rosalba Díaz Vásquez, de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAGro).

 

Como parte del Coloquio Académico sobre Pueblos Indígenas del Festival Internacional de la Imagen (FINI) 2023, Jozelin Soto, economista, doctora en Desarrollo Rural, nivel 1 en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y profesora investigadora del Instituto de Ciencias Económico Administrativas (ICEA) de la UAEH, presentó la ponencia “Los territorios indígenas en México: Un acercamiento desde la ecología política feminista”.

 

Dicha ponencia trató sobre la investigación que analiza las estrategias de grupos organizados de mujeres mayas y hñähñus para preservar el territorio biocultural, desde la óptica de la ecología política feminista (EPF) en dos territorios situados en Campeche e Hidalgo.

 

La EPF, explicó la investigadora, “destaca la politización emprendida por mujeres campesinas ante el cambio ambiental y social. Las mujeres mayas recurrieron a la organización para visibilizar el conflicto socioambiental y las hñähñus negociaron en los hogares y su comunidad el acceso a recursos naturales prioritarios”.

 

En ambos casos, la organización colectiva fue crucial para preservar el territorio biocultural donde cohabitan la abeja melipona y el maguey pulquero como especies compañeras. Las meliponicultoras mayas judicializaron el conflicto y apelaron al derecho internacional para defender el territorio maya y su derecho a un medio ambiente sano, mientras que las hñähñus reforestaron colectivamente 63 hectáreas con maguey de distintas especies.

 

Ambos casos, señaló la investigadora durante su ponencia, “ilustran el esfuerzo de las mujeres para recrear territorios bioculturales desde sus cosmovisiones e intersectados por el género, con implicaciones a escala del hogar, la comunidad y la nación”.

 

Respecto al marco teórico y metodológico de la ecología política feminista, Jozelin Soto explicó que amplía el cerco de acción política de sociedades que han sido históricamente marginalizadas, al tiempo que plantea nuevas posibilidades para extender la organización colectiva y la defensa de territorios bioculturales centrales para la sostenibilidad socioambiental global.

 

El cine indígena como acto de resistencia

 

Rosalba Díaz Vásquez, maestra y doctora también en Desarrollo Rural y profesora investigadora de la Universidad Autónoma de Guerrero, dictó la ponencia “El cine indígena como acto de resistencia. Una experiencia de producción, difusión y exhibición desde la montaña de Guerrero”, como parte del coloquio del Festival Internacional de la Imagen, FINI 2023.

 

Rosalba Díaz, quien se autoadscribe como mujer indígena, además de ser académica es co-fundadora del Colectivo Ojo de Tigre Comunicación Comunitaria y coordina la Muestra de Cine y Video Indígena en Guerrero. Ha colaborado en el guion, investigación y producción de más de cuatro documentales con temática indígena, además de la publicación de libros bajo la misma línea.

 

Para una mejor comprensión de lo que implica hacer cine comunitario indígena en la región de la montaña baja de Guerrero, recordó el nivel de violencia en el que viven, entre narcotráfico, la presencia del Ejército, la Guardia Nacional y las guardias comunitarias.

 

Refirió que estas son comunidades donde 42.5% de sus habitantes tienen educación básica incompleta, el 34.4% de la mayor pobreza en el país se ubica ahí y el 41% de las personas viven en condiciones de cero servicios básicos.

 

Expuso que Ojo de Tigre nació en 2005, gracias a un proyecto de transferencia de medios audiovisuales indígenas del gobierno federal, “dotaron de cámaras para grabar fiestas, rituales, ceremonias, las cuales se convierten en herramientas de denuncia porque hablar de cine indígena y de producciones hechas en comunidades, es hablar de resistencia”, dijo.

 

La investigadora explicó que a lo largo de 18 años han enfrentado la falta de apoyos oficiales, así como la discriminación porque la temática no pertenece a los circuitos comerciales de cine, además de presiones y amenazas.

 

“A través del cine hemos documentado realidades como los niños huérfanos por el narco que decidieron armarse y formar una policía ciudadana, así como despojos de tierras, feminicidios”, resaltó.

 

Por ello, desde 1998 proyectan documentales en las comunidades de la región y desde hace cuatro años continuos presentan la Muestra Voces, Rostros y Sonidos de Nuestra Tierra con el objetivo de recuperar la estética indígena y difundir la diversidad cultural del país. A este ejercicio se han sumado otros países latinoamericanos.

 

“La experiencia comunitaria de Ojo de Tigre es un ejemplo de cómo con pocos recursos materiales los pueblos indígenas participan en la defensa de su cultura, resistiendo los embates del capitalismo, de la economía del mercado y permiten que sean vistos como personas creativas”.

 

Por último, apuntó que al cine indígena como acto de resistencia que se sostiene de dos pilares, la dignidad de los pueblos y la historia de sus luchas.

 

Para conocer el colectivo y poder ver sus documentales, ingresar a la página web: http://ojodetigrecomunicacioncomunitaria.org/.


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