Xantolo, celebración con más de 500 años de antigüedad


Dirección de Comunicación Social, 30/Octubre/2022

Boletín Informativo No. 612


* No existe el temor a la muerte, porque el Xantolo es una reunión familiar donde las personas conviven no solo con sus parientes y amigos vivos, sino también con sus antepasados

* Específicamente en la región Huasteca, que abarca los estados de Tamaulipas, San Luis Potosí, Veracruz, Hidalgo, Querétaro y Puebla, esta celebración es una fiesta donde se baila al son de los huapangos y al unísono se recuerda con alegría a quienes ya fallecieron

 

Pachuca de Soto, Hidalgo. – El profesor investigador del Área Académica de Historia y Antropología del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ICSHu) de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), Sergio Sánchez Vázquez, señaló que el Xantolo no solo es una celebración para recordar a quienes dejaron el plano terrenal, sino también para agradecer a la tierra las cosechas obtenidas, demostrar el gusto de vivir, pero sobre todo, dejar en claro que en la Huasteca no se le teme a la muerte.

 

Explicó que el Xantolo es un festejo sincrético, porque es la fusión de la herencia cultural mesoamericana con una antigüedad de más de 500 años con la tradición judeocristiana, pues tras la Conquista Española inició un proceso de evangelización mediante el cual se incorporaron las actividades de la cultura prehispánica con las propias formas religiosas de concebir el mundo para lograr una modificación en las prácticas indígenas.

 

Aunque en ambas festividades se recuerda a las personas que ya fallecieron, estas no se celebraban el mismo día, por lo que la Iglesia acomodó las fechas para lograr que tanto su conmemoración como la fiesta indígena se hicieran al mismo tiempo. Por ello, hoy se recibe a los muertos los días 01 y 02 de noviembre en concordancia con el Micahilhuitl y el Huey Micahilhuitl, que eran la fiesta y la gran fiesta de los muertos en la celebración indígena.

 

En la época prehispánica estos festejos tenían el objetivo de recibir a los muertos que volvían del Mictlán, lugar donde moraban las almas que fallecían por muerte natural, pues habían recibido el permiso de Mictlantecuhtli para que pudieran visitar nuevamente la tierra y compartir con los vivos los alimentos. Esto último coincidía con el cierre del ciclo agrícola, que de acuerdo al calendario prehispánico, era a finales del mes de octubre.

 

Una vez que se completaba el ciclo agrícola, -el cual iniciaba el 12 febrero con la preparación de las semillas para sembrar y concluía hasta finales de octubre cuando la mazorca ya estaba madura y lista-, los vivos realizaban una fiesta para compartir con las almas los alimentos que se obtenían de la cosecha del maíz, como tortillas, tamales, atole y demás productos, pues querían festejar que las labores del campo habían finalizado y tenían alimentos que llevar a la mesa. 

 

En aquel entonces se creía que la persona no moría, sino que iba a descansar a distintos lugares según el tipo de muerte que había tenido, de modo que todas las almas que fallecían por muerte natural debían ir al Mictlán que estaba compuesto por nueve niveles, el cual debía ser recorrido durante ocho años y en los que las almas tenían permitido regresar al mundo de los vivos para que se les recordara y honrara, para tener el derecho de convertirse al finalizar este lapso en antepasados protectores.

 

No obstante, también estaban los que tenían una muerte que debía tener un momento glorioso en el más allá, y era solo para quienes morían por una cuestión relacionada al agua, un rayo o en sacrificio; estas almas iban a un paraíso.

 

En el caso de las almas de los guerreros, éstas se convertían en colibríes que acompañaban al sol desde su salida hasta el mediodía, mientras que en el caso de las mujeres que morían al dar a luz, ellas se convertían en mariposas que debían acompañar al sol en este recorrido del mediodía hasta su puesta. De modo que el sol estaba acompañado en todo momento por los espíritus de almas fuertes.

 

Sin embargo, para que las almas que volvían del Mictlán pudieran reconocer el camino de vuelta con sus familiares, las personas le pidieron al Dios Tonatiuh un regalo para que iluminara este camino, quien otorgó sus rayos de sol convertidos en flor, la cual es el cempasúchil, la flor de los 20 pétalos para que al colocarse en las ofrendas y altares las almas pudieran guiarse.

 

Por otro lado, específicamente en la región Huasteca, que abarca los estados de Tamaulipas, San Luis Potosí, Veracruz, Hidalgo, Querétaro y Puebla, esta celebración es una fiesta donde se baila al son de los huapangos y al unísono se recuerda con alegría a quienes ya fallecieron, porque se agradece a los antepasados las bendiciones otorgadas en el año, pues gracias a ellos están con vida y tienen alimentos, por ello, se comparte y se festeja estar vivo en esta fecha.

 

Respecto al por qué no se le temía a la muerte, en la cosmovisión indígena las almas son de los parientes fallecidos que vienen de visita, por lo que no existe ese temor como en otros lugares, pues el Xantolo es una reunión familiar donde las personas conviven no solo con sus parientes y amigos vivos, sino también con sus antepasados


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