Dirección de Comunicación Social, 30/Junio/2021
Boletín Electrónico Informativo No. 378
*El doctor en Estudios Novohispanos, David Pérez Becerra, habló sobre la mezcla de las costumbres novohispanas, los migrantes árabes y africanos con la cultura otomí
Pachuca de Soto, Hidalgo.- De acuerdo con el doctor David Pérez Becerra, Ixmiquilpan es una zona marcada por la constante confrontación, lo que derivó en una identidad propia en la cual se entrecruzan diversas culturas como la árabe, europea, otomí, nahua y africana.
En el marco del Primer Aniversario de la Escuela Preparatoria Número Siete de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), el experto en Estudios Novohispanos, David Pérez Becerra, presentó la conferencia “Ixmiquilpan como frontera”, transmitida a través de las redes sociales del plantel educativo.
Durante su intervención, señaló que “la identidad cultural de Ixmiquilpan se entiende a partir de la cultura del pueblo Hñähñu, entonces lo que permea de ella es lo que nos permite enfrentarnos a la otredad… pero vamos a ver qué tan de cierto hay de purismo en esta idea”.
Pérez Becerra explicó que con la llegada de los españoles al continente americano, vinieron consigo una gran cantidad de migrantes del sur de España, provenientes de países árabes y africanos, cuyas costumbres arquitectónicas y gastronómicas se entremezclaron con la cultura otomí.
Un ejemplo de ello es la torre del campanario del Ex Convento de San Miguel Arcángel que guarda gran parecido al minarete de la Mezquita Koutubia de Marrakech, cuya construcción data del 1158 en Marruecos, lo que ha convertido a dicha torre en una hibridación cultural del siglo XVI.
“Solemos pensar el proceso de la colonización y la conquista como una suerte de migración de ciertas figuras militares en el poder, que llegan y aplastan culturas locales y nunca solemos pensar que con ellos también llegaron en un buen número y un altísimo porcentaje migrantes que no tenían nada, que vivían en un estado de pobreza, miseria y hambre brutal que los hizo cruzar el atlántico”, mencionó.
Por otra parte, la cultura otomí empezó a utilizar la cera de las velas de cebo de cordero en sus prácticas rituales con la cera escamada, de acuerdo con el doctor David Pérez Becerra esta es una manifestación de la mundialización, debido a que “la cultura Amerindia aprende un símbolo y material proveniente de Europa, apropiándose de él para crear algo nuevo”.
Indicó que la raíz africana en América Latina fue olvidada por la historia, sin embargo, recientes investigaciones dieron a conocer el mestizaje entre el pueblo indígena y los migrantes africanos, a través de los registros bautismales.
El también artista visual destacó que existen prácticas culturales provenientes de África, como el consumo de viseras de animales, tal es el caso de la pancita de cordero, cuyas preparaciones tiene un origen en la conocida como cuna de la humanidad, o el uso de la flor de Jamaica, que es ampliamente ocupada por los migrantes senegaleses en diversos platillos de su cocina.
“La frontera es una construcción cultural, es el espacio que significa e identifica, el sitio donde se interactúa bajo las condiciones de migrante y restricción. La frontera no solo es una línea, es el sitio en el que surgen los identificadores de una cultura connotada por el límite, es al fin de cuentas la separación de dos espacios culturales”, subrayó el egresado de la UAEH.
Para David Pérez Becerra, la identidad se construye a partir de espacios de diálogo, mientras que la cultura se genera en la frontera.
Históricamente Ixmiquilpan ha sido un espacio fronterizo, en el siglo XVI formó parte de la ruta comercial hacia el Río Pánuco, se convirtió en una ciudad fortaleza para salvaguardar las riquezas de la zona y de tránsito, donde la migración generó un espacio de culturización que se mantiene hasta el día de hoy.