Dirección de Comunicación Social, 18/Agosto/2014
Boletín Electrónico Informativo No. 498
El Fondo de Cultura Económica, en su colección Tezontle de 2013, nos propone una nueva edición de Las Enseñanzas de don Juan, que prolonga el inicio propiamente del texto hasta la página 71, donde empieza la primera parte “Las enseñanzas”, pues lo prologan una Nueva invitación al viaje, de José Agustín; La mirada interior, texto que escribiera en 1973 Octavio Paz, y la presentación de Walter Goldschmidt, además de los Comentarios del autor en ocasión del trigésimo año de la publicación de la obra.
“Todos los caminos son lo mismo: no llevan a ninguna parte… Ningún camino lleva a ninguna parte, pero uno tiene corazón y el otro no. Uno hace gozoso el viaje; mientras lo sigas, eres uno con él. El otro te hará maldecir tu vida. Uno te hace fuerte, el otro te debilita”, dice don Juan al narrador “aprendiz” que le sigue en lo que es toda una aventura al mundo de brujería y chamanismo de los indios yaquis.
Señala Goldschmidt que el libro es a la vez etnografía y alegoría. Se trata, dice no sólo del recuento de experiencias alucinatorias, sino además de un estudio antropológico de las diferentes definiciones que el mundo recibe en sitios diferentes: “los mundos de pueblos diferentes tienen formas diferentes. Los mismos supuestos metafísicos difieren”.
Castaneda se ha propuesto, a pesar de las diferencias evidentes de percepción entre él mismo y su maestro, don Juan, explicar sus experiencias “desde dentro”, más que examinarlo desde la perspectiva de nuestra lógica occidental. “Sus esfuerzos tienden un puente entre el mundo de un hechicero yaqui y el nuestro, entre el mundo de realidad no ordinaria y el mundo de realidad ordinaria”.
La buena etnografía, continúa Goldschmidt, es la capacidad de entrar en un mundo ajeno. Castaneda explica cómo el aprendiz intenta desde el mero principio de sus variadas experiencias con el experimentado don Juan, arribar a este nuevo mundo de búsqueda con una mirada sin prejuicios.
Respecto al uso de drogas, señala Paz: “La función (en el texto) del humor no es distinta de la de las drogas, el escepticismo racional y los prodigios: el brujo se propone con todas esas manipulaciones romper la visión cotidiana de la realidad… aniquilar nuestros endebles razonamientos…” la idea, pues, es cuestionar lo que damos por sentado, cuestionar nuestro existir, nuestra lógica y nuestros prejuicios… “arrasar nuestras certidumbres” como oficio de crecimiento personal.
-María Aguilar-