Émilie lleva a Voltaire al Castillo y le procura una vida cómoda. Está casada con el marqués Du Chatelet quien viaja constantemente y dedica su vida al ámbito militar. Tiene dos hijos con el marqués aunque su situación no le impide tener una relación amorosa con Voltaire, a quien admira por su talento. Voltaire, a su vez, está impresionado no solo pon la belleza de Émilie y su arrogante juventud (ella, 29 años; él, 41) sino por su elevado conocimiento sobre matemáticas, física e idiomas.
Émilie ama la buena vida. Vino exquisito, atuendos glamorosos, blusas de seda, joyas valiosas. Le gusta amar y ser amada. Decide que su amor definitivo es Voltaire aunque mantiene el estatus de casada y acude a saraos y reuniones sociales. Representa a la clásica salonniere de la época. Es una transgresora de su época.
Para Beatriz Rivas, la autora de Dios se fue de viaje, la fama de Voltaire es de magnitud tal que al paso del tiempo desdibuja la fuerte personalidad y las aportaciones de Émilie Du Chatelet a quien se deben traducciones de obras clásicas de la época, además de sus aportaciones a las matemáticas y la física.
Dios se fue de viaje
Beatriz Rivas
Rosa María Valles Ruiz
Directora de Fomento a la Lectura
Dos épocas. Dos centurias de por medio. Dos protagonistas mujeres. En ambas etapas, dos personajes masculinos de relevancia: el célebre filósofo laico-liberal Francois-Marie Arouet Voltaire (1694-1777) y el famoso fotógrafo Robert Capa (1913-1954) famoso por su trabajo como corresponsal de guerra en España y Vietnam.
Pero Beatriz Rivas, escritora mexicana contemporánea, no pone el acento en Voltaire O Capa, sino en quienes fueron sus parejas: Emilie Du Chatelet de Voltaire; y Gerda Taro (inicialmente Gerta), de Robert Capa.
¿Qué relación pueden tener dos relatos tan distantes en el tiempo? Una carta firmada por Emilie Du Chatelet escrita a una persona cuyas iniciales son G.T. permiten que Gerda, en pleno siglo XX, considere que la científica del siglo XVIII se dirige a ella y siga su camino de audacia y valentía.
1735 es el año señalado por la escritora para ubicar a De Chatelet junto a Voltaire en el Castillo de Cirey, Francia. Viven ahí porque el rey Luis XIV no permite a Voltaire estar en París. Las ideas vanguardistas, y contra el absolutismo monárquico incomodan al rey quien prefiere que el escritor y filósofo no radique en la ciudad luz. Anteriormente, durante 14 meses Voltaire estuvo exiliado en Inglaterra.