La oscuridad me invadía tumultuosamente, tenía un sentimiento de terror y enajenación, y, sobre todo, de sofocante ansiedad… La pérdida de la estimación del yo es un síntoma famoso, y mi sentimiento del yo había poco menos que desaparecido, junto con toda confianza en mí mismo… La tortura de la depresión grave es totalmente inimaginable para quienes no la hayan sufrido, y en muchos casos mata porque la angustia que produce no puede soportarse un momento más.
No perdamos de vista que antes, la depresión se identificaba con otras afecciones hoy perfectamente distinguibles: la paranoia, las manías, la esquizofrenia, entre otras, según consta en las obras de Robert Burton y Jean Starobinski.
William Styron estaba cayendo en las fauces de la depresión, un mal que sin mayor mortificación Albert Camus había reconocido padecer y que llevó al suicidio al también escritor Romain Gary, gracias a quien –de no haberse interpuesto un accidente automovilístico– Styron habría conocido al autor de El extranjero. Styron cuenta la historia de Gary y de su esposa, la actriz Jean Seberg, que tuvo el mismo desenlace. ¿Tal sería el destino de Styron, víctima de la misma afectación? No, puesto que alcanzó a escribir Esa visible oscuridad. “Las más acreditadas autoridades se enfrentan de plano con el hecho de que la depresión grave no es una afección que pueda tratarse fácilmente… La imposibilidad de hallar alivio es uno de los factores más angustiosos de dicho desorden”, con el que se ha de lidiar cotidianamente, a cada instante, a cada paso.
Esa visible oscuridad
William Styron
Julio Romano
Fomento a la lectura de la UAEH
Y si de repente, una mañana, el día pesara más de lo normal? ¿Si el tiempo se volviera espeso, las voces familiares, insoportables, las acciones cotidianas, inexpugnables? ¿Si de repente descubriéramos que no solo alrededor nuestro, sino también en nuestro interior, habita la oscuridad y que esa oscuridad pareciera ser perpetua?
Esa visible oscuridad. Memoria de la locura de William Styron es una crónica, tan franca como personal, de uno de los momentos más difíciles de su vida. No es que en los ámbitos personal o profesional las cosas fueran mal: tenía una esposa que lo apoyaba en todo momento, lo quería, estaba con él y sus editores en París lo esperaban con una cena en su honor tras haber sido galardonado con el Prix Mondial Cino del Duca, uno de los más anhelados reconocimientos literarios otorgados en Francia, por no hablar del éxito cinematográfico que había supuesto la adaptación de su novela La elección de Sophie.
Era otra cosa lo que lo mortificaba: algo que no parecía tener explicación o causa exógena identificable.