
De tierra firme al mar, la travesía de un teniente
Por: Casandra Castelán Sánchez
Fotografía: Carlos Alberto Martínez y especiales

En México, tan solo uno de cada 15 estudiantes es admitido cada año en la Heroica Escuela Naval Militar (HENM) el proceso de formación va mucho más allá de la excelencia académica, ya que esta institución, es reconocida como una de las más exigentes del país, pues forja a sus cadetes bajo cuatro pilares fundamentales: honor, deber, lealtad y patriotismo desde las aulas hasta las maniobras en alta mar.
Para Arturo Lechuga Negrete, egresado de Ingeniería en Sistemas Navales de la HENM y Teniente de Corbeta en la Armada de México estos principios se convirtieron en parte esencial de su identidad profesional, ya que el honor de servir a México, el deber de superar límites físicos e intelectuales, la lealtad inquebrantable hacia sus compañeros y la pasión patriótica que impulsa cada misión, han definido su trayectoria marcando así el inicio de un camino inesperado.
Se dice que el mar tiene una forma particular de llamar a quienes están destinados a navegarlo y para Lechuga Negrete el llamado llegó en un amanecer tranquilo mientras vacacionaba en Tuxpan, Veracruz, donde al ver a un grupo de marinos uniformados de color gris, correr a trote, cantando su porras, su papá le preguntó ¿Oye, no te gustaría estar ahí? Y lo que parecía ser solo un comentario al aire marcó un punto de partida para la curiosidad de un adolescente.

Arturo Lechuga Negrete, egresado de la Heroica Escuela Naval Militar (HENM)
¿Cómo era posible que un joven originario del estado de Puebla, sin costa, terminará convirtiéndose en ingeniero naval? La respuesta es una travesía de disciplina, descubrimientos y momentos que pusieron a prueba su carácter frente a la inmensidad del océano. El confiesa que siempre le llamó la atención la disciplina e ingresar a la HENM, no fue sencillo, tuvo que pasar por tres evaluaciones de diferentes áreas: académica, física y psicológica.
“El mayor reto que afronté durante mi formación en la escuela naval y que ha sido un reto personal siempre, es la lucha contra mis miedos, contra mi mente, porque no hay mayor resistencia al cuerpo que la mente”, expresó el Teniente y recordó que gracias a sus Cadetes anteriores se adaptó e impulsó el cambió en su mentalidad, sin embargo, cada día confirmaba que había tomado la decisión correcta, motivado por el deseo de pertenecer a esa comunidad.
En cuánto a la rutina naval, los días comienzan al toque de diana, efectuada con el clarín de órdenes y la banda de guerra para levantarse y tender la cama, los estudiantes deben tomar una ducha rápidamente, luego hacer pase de lista del día, tomar el desayuno, dirigirse por sus cosas y estan listo para su primera clase a las 06:50 de la mañana, para que a las 08:00 horas se realicen los honores a la bandera, al medio día dejan nuevamente sus cosas, y pasan a la comida, seguidas de clases teóricas y prácticas hasta las 18:00 horas.

De todas las asignaturas, la navegación astronómica fue su favorita, aprendió a orientarse con las estrellas como lo hicieron los antiguos marinos, por ejemplo con la estrella polar que marca el norte verdadero del planeta; también disfrutó mucho la fase de máquinas, donde comprendió el corazón de los buques, además de trazar rutas donde no sólo se dibujan líneas rectas en un mapa, se calculan corrientes, profundidades y hasta la vegetación marina que puede obstruir los sistemas.
Como ingeniero naval, cada día presentaba nuevos desafíos técnicos "Un barco es un organismo que exige atención constante" expresó, por ello debe optimizar los recursos materiales, financieros y los más importantes los recursos humanos.
Sin embargo, el recordar que está sirviendo a su país al resolver diferentes problemáticas es de las sensaciones más gratificantes, porque le permitió desarrollar una mentalidad resolutiva que valora tanto el conocimiento teórico como la creatividad práctica.
los logros obtenidos durante estos años también han implicado un costo personal como perderse cumpleaños y festividades con su familia, en cada sacrificio encontraba sentido en el deber cumplido.
Lechuga Negrete compartió una situación de emergencia médica, donde se demostró el trabajo en equipo, pues en medio del océano fue operado debido a una apendicitis. Para lograrlo, la tripulación tuvo que cambiar el rumbo a donde se dirigían, guardar las velas del barco y activar el motor para lograr una mayor estabilidad y favorecer la cirugía.

Hoy en día, para el egresado de la HENM, el pertenecer a esta institución se resume en una palabra: orgullo. Su historia, es prueba de que con preparación y determinación, cualquier meta es posible.