Gaceta UAEH

Los ídolos del cuadrilátero en México


Por Eva Becerril
Fotografía: Emmanuel Chang, Flickr y Wikipedia Commons


Los ídolos del cuadrilátero en México

Santo, el enmascarado de plata. Imagen del Gobierno de la Ciudad de México.


La lucha libre en México es un fenómeno cultural que ha trascendido generaciones y fronteras. Desde sus orígenes en el siglo XIX, este espectáculo se ha convertido en una parte integral del tejido social mexicano, combinando elementos de deporte, teatro y tradición con sus coloridas máscaras, personajes carismáticos y combates acrobáticos, todo ello sobre un ring de 6.90 por 6.90 metros.

A lo largo de los años ha evolucionado, manteniéndose relevante y ganando un estatus casi mítico tanto en la cultura popular como en el imaginario colectivo del país. Es por ello que Gaceta UAEH entrevistó al estudiante de la Maestría en Patrimonio Cultural de México de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), José Miguel Alva Marquina, que cuenta con una trayectoria de 30 años como periodista luchístico, gusta de explorar la rica historia, el impacto social y la evolución de este deporte-espectáculo que continúa siendo un emblema de la cultura mexicana.



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José Miguel Alva Marquina, promotor cultural y estudiante de la UAEH. Actualmente realiza su tesis sobre la lucha libre como patrimonio cultural.


Los orígenes



“La lucha libre profesional llega a nuestro país a finales del siglo XIX. Hay muchas leyendas sobre su llegada, pero se sabe que fueron los franceses, durante la intervención armada, los que la trajeron aquí a México como una forma de entretenimiento. De esa época se recuerda al “Alcides mexicano”, explicó Alva Marquina sobre la llegada de éste a la República Mexicana.

A principios del siglo XX, la lucha libre en el país comenzó a tomar forma en carpas y circos itinerantes, para finalmente consolidarse en escenarios más formales como teatros y arenas públicas.

Uno de los primeros exponentes reconocidos fue Enrique Ugartechea, un luchador poblano que, junto a otros pioneros, sentó las bases de lo que hoy se conoce como lucha libre profesional mexicana. Para muchos, la institucionalización de este deporte llegó en 1933 con la fundación de la Empresa Mexicana de Lucha Libre (EMLL), bajo el mando de Salvador Lutteroth, el promotor más importante de la época y al que muchos consideran como el “padre” de la lucha en el país.

Este hito marcó el inicio de una era dorada para la lucha libre en México, pues de ahí en adelante ha tenido a la Arena México como su templo sagrado. Algunos de los nombres más destacados de esta etapa son El Charro Aguayo y el Murciélago Velázquez.



La época dorada de la lucha


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Santo y Blue Demon.



Para la década de 1940 surgieron más nombres, entre ellos el que ha sido considerado el más célebre de todos: El Santo, el enmascarado de plata, conocido no solo por sus hazañas en el ring, sino también por su incursión en el cine, en donde protagonizó una serie de películas que lo inmortalizaron en la cultura popular.

En esa misma década nacieron figuras como Blue Demon, Tarzán López, Gori Guerrero, El Cavernario Galindo, entre otros, que dejaron un legado imborrable.

En la década de los 50 llegó la televisión para difundir el deporte-espectáculo y el público pudo disfrutar de El Médico Asesino, junto a su compañero El Enfermero, Tonina Jackson, El Huracán Ramírez, El Bulldog y El Espectro.



La lucha del siglo: Santo vs Black Shadow



El 07 de noviembre de 1953, se dio uno de los hitos más importantes de la historia de la lucha libre profesional mexicana, Black Shadow vio caer su incógnita en la Arena Coliseo, tras la presión mediática de la entonces naciente empresa Televicentro.

“A la empresa mexicana no le queda nada más que confrontar a sus dos más grandes figuras, que eran Santo y Black Shadow, por años a esa batalla fue llamada ‘La lucha del siglo’”, mencionó José Miguel Alva Marquina, quien destacó la relevancia de dicha empresa por la proyección que se le dio a este deporte al generar grandes ídolos.

“La empresa mexicana también generó otros ídolos, como El Cavernario Galindo, el rudo del siglo, el cual también en su momento brindó la lucha más sangrienta de todos los tiempos, o al menos para aquel entonces, contra Gori Guerrero, en la que los dos terminan bañados en sangre; fue muy notorio ver al Cavernario Galindo destrozar una víbora con su propia boca”, evocó.



Del ring al cine



En las décadas de 1960 y 1970, la lucha libre mexicana vivió una de sus etapas más emblemáticas, con la aparición de figuras icónicas que marcaron un antes y un después en la cultura popular, tanto en México como en el mundo. El cine y las historietas encontraron su lugar y con ello, los luchadores enmascarados comenzaron a forjar su leyenda.

José Miguel Alva refirió que uno de los primeros en destacar en la década de 1960 fue Mil Máscaras, que no solo sobresalió por sus habilidades en el ring, sino también por su capacidad de adaptarse a distintos contextos culturales, luchando en países tan diversos como Estados Unidos de América, Japón, Rusia y Alemania. Su figura se convirtió en un símbolo de la lucha libre mexicana a nivel global, abriendo puertas a otros luchadores que siguieron sus pasos.



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Mil máscaras.



El éxito de Mil Máscaras no fue aislado. Su creador, Valente Pérez, editor de la revista Lucha Libre, dio vida a una serie de personajes que se convertirían en referentes de la disciplina y la cultura popular. Entre ellos se encontró Tinieblas, Chicano Power y los hermanos de Mil Máscaras: Dos Caras y El Psicodélico. Además, otros íconos como Fishman y Ray Mendoza también emergieron en esta época, consolidando el estatus de la lucha como un fenómeno de masas.

Estos personajes trascendieron y llegaron a la gran pantalla, protagonizando películas que se volvieron clásicas en el cine mexicano y que llevaron la lucha libre a audiencias internacionales. El Santo y Blue Demon ya habían abierto el camino, pero Mil Máscaras y sus contemporáneos fortalecieron la conexión, convirtiéndose en superhéroes modernos para millones de personas.



La creación de nuevas empresas de lucha



En 1976, un grupo de luchadores insatisfechos con las condiciones ofrecidas por la EMLL decidió formar su propia empresa: Promociones Mora Flores, liderada por el hidalguense Francisco Flores. Este movimiento marcó un nuevo capítulo en la historia de la lucha libre mexicana, permitiendo la creación de nuevos ídolos y abriendo espacios como el Palacio de los Deportes y el Toreo de Cuatro Caminos para sus funciones.

Nuevamente surgieron figuras como René Guajardo y Carlos Lagarde, conocidos como los Rebeldes del Ring o los Rebeldes del Rock, quienes encabezaron la llamada Revolución del Norte, ubicándose con Flores y Mora para fortalecer a los independientes. Otros luchadores como Aníbal, Solar, Mano Negra y Los Villanos también se destacaron, consolidando sus carreras y ganando el respeto del público.

Pero, sin duda, el gran ídolo de ese grupo fue Canek, conocido como el Príncipe Maya, quien se convirtió en el receptor de luchadores extranjeros y se estableció como uno de los grandes de la lucha libre en los años de 1970 y 1980. Junto con El Solitario, dominó el panorama de la lucha libre a principios de la década de 1980, este último formando parte de la legendaria “Ola Blanca” con luchadores como Doctor Wagner y Ángel Blanco, mencionó José Miguel Alva.



La maldición de la Ola Blanca y el relevo generacional



La historia de la “Ola Blanca” estuvo marcada por una trágica maldición que afectó a sus integrantes. “Ángel Blanco, al traicionar a su compañero El Solitario, fue desenmascarado y posteriormente falleció en un accidente automovilístico, mientras que el otro integrante de la triada, Doctor Wagner, quedó con secuelas que lo retiraron de los encargados. Este suceso, junto con la muerte de El Solitario en el ring, dejó una marca indeleble en la lucha libre mexicana”, apuntó.



El hijo del Santo trascendió por sí mismo, al forjar su carrera durante 43 años. El próximo 22 de septiembre hará oficialmente su lucha de retiro en la Ciudad de México.



Sin embargo, el relevo generacional no se hizo esperar. Negro Casas, hijo de Pepe Tropicasas, y El Hijo del Santo, heredero de la leyenda de Rodolfo Guzmán Huerta, así como Los Brazos y Los Villanos, tomaron la estafeta y continuaron el legado de sus predecesores. El Hijo del Santo debutó en 1982 convirtiéndose en una de las grandes figuras de la lucha libre en las últimas dos décadas del siglo XX, manteniendo viva la tradición familiar.



Llega la AAA


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Místico, considerado uno de los últimos ídolos de la lucha libre mexicana. Edward Bermúdez, 09 de marzo de 2006.



A finales de los años de 1980, la televisión impulsó un nuevo auge en la lucha libre, con la creación de personajes como Atlantis, Fuerza Guerrera, Lizmark y los Hermanos Dinamita, Los Infernales, entre otros. Durante los años de 1990 aparecieron las nuevas generaciones como Rayo de Jalisco Jr., Blue Demon Jr., y Doctor Wagner Jr., que continuaron el legado, además de ídolos mediáticos como Vampiro Canadiense, Cibernético y Súper Porky, manteniendo viva una tradición que sigue cautivando a nuevas audiencias, tanto en México como en el extranjero.

Fue en esta época cuando Antonio Peña, un visionario del negocio, y ex gerente de relaciones públicas del ahora Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL), fundó la empresa AAA en 1991, revolucionando este deporte con nuevas estrellas, como Konnan, La Parka, Octagón, Perro Aguayo, Heavy Metal y Rey Misterio Jr.

La lucha libre mexicana no dejó de evolucionar. En la primera década del nuevo milenio surgieron figuras como Místico, quien se convirtió en el último gran ídolo de la lucha libre.

Sin embargo, a pesar del talento de luchadores que cambiaron el panorama de la lucha libre hace unos años, como el Hijo del Perro Aguayo, Shocker o El Mesías, o incluso de figuras actuales como Cinta de Oro, Hechicero, Esfinge, Soberano Jr. o Titán, parece que ninguno ha alcanzado el nivel de idolatría de los grandes del pasado. La razón podría estar en el cambio de dinámicas en la sociedad y el deporte, en donde las figuras actuales son reconocidas, pero no logran detener el tráfico ni provocar la misma emoción que los antiguos ídolos.

En los últimos tres lustros, han existido luchadores mexicanos o con raíces mexicanas, como Rey Mysterio, Andrade (La Sombra) y Alberto del Río (Alberto, El Patrón), que pudieron triunfar en el extranjero.

También en los últimos años, la lucha extranjera, sobre todo la que se hace en la WWE, ha tenido un impacto significativo, en parte debido a su presencia en la televisión abierta y ahora a las plataformas. Esto ha permitido que figuras como John Cena, Randy Orton, The Undertaker y el propio Rey Mysterio se conviertan en nombres familiares para las nuevas generaciones, quienes ven a estos luchadores como sus héroes, en lugar de a las figuras nacionales.

Este fenómeno ha llevado a una especie de crisis de identidad en la lucha libre mexicana, en donde los nuevos talentos se esfuerzan por encontrar un lugar en un mercado dominado por estrellas internacionales.

Este es un recordatorio de que la lucha libre mexicana no solo es un deporte, sino una parte fundamental de la cultura popular, con una historia rica y personajes que han dejado una huella imborrable en la memoria colectiva. Las nuevas generaciones tienen la oportunidad de descubrir y apreciar este legado que sigue evolucionando con cada nueva figura que emerge en el cuadrilátero.



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Combate en una función de lucha libre en la Arena México. 24 de junio de 2022.