El misterio de las Brujas

Misterio de las Brujas

Por Alejandra Zamora Canales
Fotografía: Especial


Cuando cae la noche, la oscuridad engulle todo a su paso y la luz de las estrellas baña los cielos, ese es el momento cuando la lógica dormita para dar su control a la creación pura de la imaginación.

Es bajo el cobijo de la noche que los seres y objetos del día se transfiguran en monstruos a los ojos del ser humano, quienes a lo largo de su historia han dado vida a las criaturas que habitan la oscuridad, aquellas que los atormentan en sueños y que reflejan sus defectos.

Criaturas con un hambre insaciable, de corazón puro esclavizadas por sus instintos develados bajo la luna, cadáveres que emergen del campo santo, espíritus encadenados a los recuerdos o mujeres que pactan con la noche en busca de poder.

En este número de Gaceta UAEH viajamos al mundo de la brujería en el México prehispánico de la mano de Mometzcopinqui, la mítica bruja que surcaba los reinos nocturnos del mundo mesoamericano.

Prepárense y adentrémonos en la noche.



La magia en el mundo mexica

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De acuerdo con el artículo “La brujería en el México antiguo: comentario crítico”, de María Teresa Sepúlveda, antropóloga y etnohistoriadora, la magia y religión en la época prehispánica estaban estrechamente unidas, debido a que tanto deidades como mortales tenían la obligación de mantener el orden cósmico a través de los ritos y ceremonias.

En esta cosmogonía, la magia se representa como una virtud y fuerza poderosa que caracterizaba a los cuatro dioses hermanos creadores del universo: Tlatlauhqui Tezcatlipoca (Tezcatlipoca Rojo), Yayauhqui Tezcatlipoca (Tezcatlipoca Negro), Quetzalcóatl y Huitzilopochtli.

A su vez, dicho don fue un regalo de los dioses a la humanidad, siendo la primera mujer humana encargada de resguardar los granos de maíz para realizar las artes adivinatorias y pronosticar los días fastos, nefastos, el curso y término de las enfermedades, así como el destino de los hombres.

Sin embargo, no cualquiera podía convertirse en brujo o hechicero, para ello era necesario haber nacido el día Ce quiahuitl (Uno lluvia), ellos serían los tlatlacatecolo (brujo-búho), es decir, brujos, nigromantes, hechiceros y engañadores; o el Ce ehécatl (Uno viento), aquellos que formaban parte de la nobleza serían nigromantes, hechiceros, engañadores y nahuales, pero si pertenecían al pueblo estaba pronosticado que serían temacpalitotique, es decir encantadores y engañadores.



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El historiador mexicano Alfredo López Austin, en “Cuarenta clases de magos en el mundo náhuatl”, señala que reciben su nombre de acuerdo a la actividad o actividades que desempeñaban, a su vez, agrupa a los magos en cinco bloques.

  1. Tlatlacatecolo, también conocido como hombres búhos utilizaban la magia para perjudicar a los demás.
  2. Nahualli, aquellos que se transforman en otro ser y cuyas acciones pueden ser buenas o malas dependiendo del individuo.
  3. Los dominadores de meteoros, encargados de controlar las fuerzas naturales en beneficio de las labores agrícolas.
  4. Tlaciuhque, dedicados a la adivinación eran respetados y queridos por el pueblo.
  5. Titici o tepatiani eran los médicos y curanderos.

Asimismo, existían elegidos por las deidades para unirse al camino de la magia, aquellos que habían sido tocados por un rayo y sobrevivido, eran reclamados por el dios Tláloc para dedicarse a la curación; en el caso de los mellizos, se les comparaban con Xolot, deidad vinculada a la muerte, lo dual, la oscuridad, el movimiento, el fuego, el juego de pelota, el inframundo y patrón de los brujos.

Mientras que las mujeres nacidas en estas fechas serían llamadas mometzcopinqui, estarían destinadas a extirpar sus piernas y brazos para colocar en su lugar extremidades de ave y alas de petate para volar durante las noches en busca de la sangre fresca de infantes.
Mometzcopinqui, la que se arranca las piernas.

De los trece brujos que Alfredo López Austin clasifica como parte de los Tlatlacatecolos, solo uno es mujer, Mometzcopinqui "la que se arranca las piernas”, quien condenada por su fecha de nacimiento estará obligada a vestir la piel del guajolote, uno de los disfraces de Tezcatlipoca, divinidad de alto rango que tenía la capacidad de ser invisible y el tránsito entre mundos, dotes que transfiere estas magas.



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En "La bruja Mometzcopinqui, reina de la noche", de la doctora en antropología Ligia Rivera Domínguez, se destaca que estás mujeres representaban a dos divinidades del panteón mexica, por su fecha de nacimiento a Quetzalcóatl y por su disfraz a Tezcatlipoca, convirtiéndose en la unión de los opuestos complementarios.

"... Tezcatlipoca es adversario de Quetzalcóatl. Lo que un dios crea, el otro lo destruye", menciona el texto.

De acuerdo con los relatos, la mometzcopinqui guarda sus piernas y la sangre de los recién nacidos en el tlecuilli u hogar, espacio vinculado al dios más antiguo del panteón mexica, Huehueteótl. El recinto habitado por el dios viejo es un espacio por dónde las deidades ascienden y descienden al mundo terrenal, lo cual favorece a la transformación de la bruja.

Con la Conquista, los clérigos vieron similitudes entre las hechiceras prehispánicas y las brujas europeas. Ambas habitaban la noche, volaban por los cielos, tenían la capacidad de transformarse, elaboraban brebajes, lanzaban enfermedades y maldiciones para hacer daño o provocar la muerte a otros, especialmente a infantes.

Tras la conquista espiritual, se les atribuyó a las brujas prehispánicas el consumo de sangre de niños y niñas no bautizados como parte de su contrato con el Diablo. El arrebatarle a Dios las almas de los infantes representa una victoria para “El maligno” en la lucha interminable entre ambos reinos.



Conjuros para ahuyentar a las Mometzcopinqui

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En la tradición oral se cree que para evitar el ataque de una Mometzcopinqui es necesario realizar una serie de conjuros de origen prehispánico y cristiano. La doctora Ligia Rivera Domínguez rescata los siguientes, a partir de los relatos de brujas de Cholula y Tonantzintla en Puebla.

  • Agua y navaja: Impide la entrada a los hogares, son símiles las tijeras y agujas para tejer en forma de cruz.
  • Sombrero ‘‘boca arriba’’: En el mundo prehispánico se consideraba que los Tlatlacatecolos podían ser vencidos al cortar el cabello de la coronilla de la cabeza; el uso del sombrero sustituye esta acción, impidiendo que utilice sus poderes.
  • Ocote en cruz: El ocote no sólo contiene las acciones de la bruja, también impide su fuga y facilita su captura.
  • Camisa al revés: Si bien se desconoce su sentido de la camisa, pero e n los relatos aparece como un posible conjuro.
  • Quemar las piernas de la bruja: La medida impide que la bruja se transforme al llegar a su hogar en la mañana y puede funcionar a distancia.
  • Quemar mostaza negra o pólvora: Otra manera de evitar daños consiste en quemar mostaza negra o pólvora en los techos de viviendas donde hay niños: ‘‘para eso se quema mostaza negra, arriba del techo.


Cacería de brujas

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El Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición se instaló en la Nueva España en 1571. Su función era salvaguardar la moral, las costumbres y la fe cristianas mediante la persecución y el castigo a quienes las desafiaba. Sin embargo, los indígenas eran los únicos que no podían ser juzgados debido a que se encontraban en proceso de evangelización.

Además de la herejía, una de las acusaciones más comunes era la de hechicería o brujería. Las mujeres eran usualmente señaladas pues se consideraba que tenían mayor tendencia a creer en supersticiones y adorar al demonio.

Uno de los casos más conocidos sobre la cacería de brujas fueron los juicios de Salem, que se llevaron a cabo durante febrero de 1692 a mayo de 1693. La persecución inició cuando Betty Parris, de nueve años, y Abigail Williams, de 11, comenzaron a sufrir de contorsiones, emitían ruidos extraños y gritaban, al poco tiempo siete adolescentes más iniciaron con los mismos ataques. El diagnóstico fue que las niñas habían sido atacadas por brujería.

Las autoridades de Salem arrestaron a Sarah Good, Sarah Osbourne, y a Tituba, esclava de la familia Parris, esta última fue la única que salió con vida, al testificar en contra de las demás para salvarse de las torturas que les deparaban. Al final se enjuiciaron a 150 personas, de las cuales 18 fueron ahorcadas.

Actualmente se cree que los ataques y alucinaciones fueron producto de una intoxicación por el hongo cornezuelo del centeno, este cereal con el que se elaboraba el pan posee ergotamina, una toxina de la que deriva el LSD o ácido lisérgico.



Casos en México

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Sin embargo, en la Nueva España, aquellos acusados de practicar la brujería no solían terminar en la hoguera, a diferencia de lo ocurrido en Europa entre 1500 y 1600, cuando se ejecutaron aproximadamente a 80 mil personas bajo el cargo de brujería, en gran medida por la instauración de la inquisición y la publicación del Malleus Maleficarum, una especie de guía para la ejecución de brujas, técnicas de interrogación y ejemplos de brujería.

En nuestro país, el Archivo General de la Nación (AGN) resguarda el fondo Inquisición, donde se pueden consultar los pormenores sobre el actuar del Santo Oficio en la Nueva España en el siguiente link: https://memoricamexico.gob.mx/es/memorica/Temas?cId=fe2a89887c9d495aae4be920c0a93dd0.

Lara Semoboloni, profesora de la Università degli Studi di Siena, explica en el artículo “Cacería de brujas en Coahuila, 1748-1751. De Villa en villa, sin Dios ni Santa María", publicado por El Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México, el proceder de la Inquisición en la Nueva España.

El caso se presentó el 15 de septiembre de 1748 en el presidio de la Villa de Monclova, Coahuila, localidad que se ubica en la zona fronteriza del país. En aquella época se encontraba saliendo de las constantes disputas con los indios apaches y era urgente para las autoridades eclesiásticas instaurar el orden, por lo cual, aprovecharon el miedo generada por la superstición y lo sobrenatural.



Documentación en Hidalgo

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En nuestro estado, la doctora Carmen Lorenzo Monterrubio, adscrita al Instituto de Artes (IA) de nuestra casa de estudio, rescató el caso de María de Escobar, curandera mestiza que residía en el Real y Minas de Pachuca a principios del siglo XVIII, quien fue acusada de brujería por el Santo Oficio de la Nueva España.

De acuerdo con el relato, María Escobar fue requerida por el arriero Felipe de Acosta para curar una afección que lo había inmovilizado y él creía que la había contraído en Metztitlán.

La curandera primero echó brazas y sahumó toda la casa, después con unas barretas cavó un hoyo en la sala de la casa. Tras lo cual, procedió a fregar con papeles las manos, los brazos y los pies de Felipe.

Terminada la curación, María desechó en el hoyo las “inmundicias” que después se encontraron: un guajolote pelado hecho pedazos envuelto en hojas de tamal, queso, sebo, tamales de masa de maíz con carne picada, hierbas verdes, camotes, pedazos de algodón quemados, papeles envueltos con sangre y tierra, así como tochomite encarnado.

Sin embargo, Miguel de Santa Cruz, dueño de la casa donde se realizó el ritual, confesó lo ocurrido a Fray Ignacio de Candanosa, prior del convento de Metztitlán de la orden de San Agustín, quien a su vez, lo turnó a Fray José Garzón, calificador del Santo Oficio.

Felipe de Acosta, declaró que la curación de María de Escobar fue la causante de su condición y tras pedir perdón, finalmente fue absuelto por las autoridades eclesiásticas, no sin antes recibir la amenaza de que si volvía a cometer la misma práctica, no se le tendría misericordia y se le castigaría.

Por otra parte, María de Escobar también declaró ante el Santo Oficio, quienes no le otorgaron la absolución “por no estar ella en buena disposición” y se desconoce su destino.



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