Nuevo etiquetado en alimentos y bebidas

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Por Fannia Cadena
Fotografía: Archivo y Especial


El nuevo etiquetado en productos procesados y bebidas endulzadas es un avance valioso para la salud pública, sin embargo, es necesario reforzar esta estrategia con una campaña de comunicación explicativa y cercana a la gente, además de medir el impacto de esta iniciativa en los índices de obesidad, así lo considera la investigadora y nutrióloga de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), Guadalupe López Rodríguez.

Desde finales de julio en las tiendas de autoservicio, supermercados y tiendas empezaron a circular productos con el nuevo etiquetado, que de acuerdo a la Norma Oficial Mexicana (NOM-051) debe advertir de forma clara y veraz sobre el contenido excesivo de calorías, sodio, grasas y azúcares.



Necesario medir resultados del nuevo etiquetado, considera la investigadora Guadalupe López Rodríguez



Dicha norma entró en vigor el pasado 01 de octubre, pero las empresas tendrán hasta el 30 de noviembre para colocar en sus artículos el nuevo etiquetado, toda vez que algunos productos tardan más tiempo en ser vendidos. A partir del 01 de diciembre de 2020 comenzarán las sanciones a quienes incumplan con esta nueva normatividad.

En ese contexto, la investigadora perteneciente al Cuerpo Académico de Epidemiología Nutricional del Instituto de Ciencias de la Salud (ICSa), señala que, si bien el nuevo etiquetado representa un avance valioso para la salud pública, resulta poco claro para los consumidores ya que no explica los riesgos para la salud que implica el consumo excesivo de calorías, sodio, grasa y azúcares.

Por ello considera que esta estrategia para reducir la obesidad en la población debe reforzarse con una campaña de salud a través de los medios de comunicación que guíe y explique al consumidor lo que implica el nuevo etiquetado.



Necesario etiquetar de forma justa para no afectar pequeños productores


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La discusión entre las autoridades de salud y la industria de los alimentos también ha generado confusión entre los consumidores, pues las grandes empresas y cámaras empresariales argumentan que, con esta estrategia del etiquetado en productos procesados, se afectará a las compañías productoras y a los pequeños comercios.

Si bien es necesario regular la industria alimentaria, sostiene la investigadora, debe evaluarse el impacto de la estrategia que se está aplicando además de etiquetar los productos de manera justa, ya que no se están valorando correctamente las propiedades de los alimentos.

La doctora en Nutrición y Alimentos percibe un sesgo en la información de los productos ya que un dulce de Alegría que es visto como un alimento saludable y nutritivo, tendría exceso de azúcares y calorías, por lo que, según la norma, debería tener etiquetado advirtiendo sobre la saturación de estos componentes, al igual que lo tendría un pastelito relleno cubierto de chocolate.

Aunque una Alegría puede contener exceso de azúcar, también contiene muchas vitaminas y proteínas que no ofrece un pastelito relleno, no valen lo mismo en términos nutricionales y por tanto no tendrían que estar etiquetados igual. Podría suceder que una barrita de Ate podría tener tres etiquetas y la sopa instantánea solo una, afectando más a los productores de este dulce que a la empresa trasnacional.

Muchos productos en el país enfrentan ese problema, como son los dulces tradicionales, galletas, alegrías, entre otros, afectando principalmente a los pequeños productores. “Ahí es donde se vuelve muy necesaria esta campaña de comunicación efectiva y cercana a la gente, donde los sellos puedan ser útiles y no confundan a los consumidores”.



El etiquetado no impacta en la reducción de índices de obesidad, la experiencia chilena


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Guadalupe López Rodríguez, investigadora del Instituto de Ciencias de la Salud.



Si bien el etiquetado de productos en color negro puede generar una reacción de rechazo en los consumidores, en la medida que las personas se acostumbren a ver sellos negros en los productos, estos dejarán de tener impacto.

De acuerdo con la doctora Guadalupe, la estrategia de colocar en los productos sellos que adviertan sobre riesgos a la salud por sus contenidos excesivos de grasa o azúcares surgió en Chile hace 10 años. Antes de colocar dichos sellos, en ese país se evaluó el consumo de productos procesados en todos los grupos de edad; posteriormente a la colocación de advertencias, se hizo un nuevo estudio para evaluar los resultados de esta estrategia.

En los primeros meses se observó un rechazo a los productos con etiqueta negra; no obstante, en la medida que pasó el tiempo, el efecto fue nulo en la selección de alimentos. Pero lo más relevante es que esta estrategia en ningún momento tuvo algún efecto de disminución en el índice de sobrepeso y obesidad.

En México no se realizó un estudio previo sobre el consumo de los productos procesados y bebidas endulzadas antes de comenzar a colocar el nuevo etiquetado para poder observar el efecto del sello, de forma que se pueda medir la efectividad de esta estrategia y sus efectos en los índices de obesidad, puntualiza la especialista Guadalupe López.

Por ello apunta que la estrategia del etiquetado en alimentos procesados debe acompañarse con otras campañas de salud pues esta iniciativa que ya se encuentra en marcha no puede resolver por sí misma el problema de salud que representa la obesidad en México. “Es una estrategia más que puede resultar útil en la medida en que se evalúe y se demuestre su impacto en los indicadores”, declara.