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Carnavales de Hidalgo

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Texto y fotografía de Alejandra Zamora Canales


Del 27 de febrero al 7 de marzo, los municipios de Hidalgo vibraron con la música de viento y explotaron en una fiesta de plumas, cuerpos pintados y metales cantarines para rendir ofrendas a sus santos patronos con danzas donde se conjuntan la fe católica con las tradiciones prehispánicas, en los carnavales del estado.



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Entre los carnavales característicos de la entidad, se encuentran los de la huasteca hidalguense, donde los hombres pintan sus cuerpos con el barro del rio, tepetate o vegetales; trazan grecas, círculos y triángulos con tizne del comal o el carbón de leña, visten penachos con plumas de guajolote, calzón de manta, huaraches de llanta y portan la pachanga en mano. Estos personajes son conocidos como mecos o pintados dependiendo de la región en los que se realice el carnaval.



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En Huautla, las tradiciones pasan de generación en generación, tal es la conservación de su cultura que el municipio es conocido como “el pueblo de las mil danzas”. Los bailes que realizan los mecos de esta región son una representación de las guerras floridas, donde los aztecas pintaban sus rostros y tocaban caracoles para intimidar a los enemigos en batalla, con el fin de apoderarse de las tierras, esclavos y conseguir sacrificios para Huitzilopochtli.



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Los cornudos, seres antropomorfos danzan rompiendo el suelo de Calnali al son de los matlachines, mientras lanzan gritos a su paso. Estos seres mitad vaquero y diablo se unen en una comparsa para salir a cazar, armados con un lazo, un cuerno de vaca que ocupan para reunirse y un espejo a la mitad de su sombrero tantoyuquero, funge como arma para deslumbrar a las presas.



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El cornudo debe su nombre por la cornamenta de venado que porta en el sombrero, adornada con collares de cuentas, que representan los bejucos.

Su vestuario se caracteriza por las máscaras de tela pintadas a mano, las cuales en negro, rojo, blanco o rosa simulan el rostro del demonio, con largos colmillos y ojos almendrados; las chaparreras de charro, las botas con espuelas que hacen resonar el andar de la comparsa por las calles empedradas de la cabecera municipal.



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Entre las mesetas y valles, rodeado por fallas geológicas y domos volcánicos que hacen emerger de la profundidad de la tierra aguas termales, se encuentra Tecozautla y su carnaval, donde la mayordomía continúa viva a pesar del tiempo.

Con sus moros a caballo, reminiscencia a las guerras entre españoles y musulmanes que erradicaban en el viejo continente, los pobladores representan el ejercito de Santiago Apóstol, patrono de la comunidad.

Se enfundan en grandes capas de telas brillantes, adornadas con listones multicolores, que se colocan sobre la cabeza, en su cúspide se eleva un tocado conformado por espejos y papel china; el rostro se cubre por un paliacate que solo deja al descubierto los ojos de sus portadores, quienes lanzan galletas, dulces o cacahuates a los ciudadanos.



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Otra de las expresiones que se pueden encontrar en el carnaval de Tecozautla son los xhitas o enmascarados, suelen ser representados por hombres jóvenes que realizaron una promesa o petición a Santiago Apostol.

Los xhitas representan lo viejo y buscan burlarse de la sociedad, de sus personajes emblemáticos, así como del orden social; visten coloridos trajes de lentejuelas, sombreros de ala ancha y portan mascaras de monstruos, políticos, artistas o viejos.



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El meco es un personaje característico de los carnavales, sin embargo su representación cambia de acuerdo con la zona en donde se realizan los festejo, tal es el caso en Molando de Escamilla, donde las calles se llenan de demonios y seres de pesadilla que portan las típicas botas militares, una camisola con capa en tonos negros o rojos, un lazo y un silbato que es realizado artesanalmente con carrizo y retazos de globo.



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Con más de 100 años de antigüedad, el carnaval de San Agustín Metzquititlán venera al Señor de las Maravillas a través de comparsas que portan máscaras de madera talladas. Inicialmente se representaban rostros humanos, sin embargo, con el paso del tiempo se comenzaron a introducir rasgos demoniacos o elementos de animales diversos como cornamentas de toros, antílopes, lenguas de serpientes y mechones de caballo; convirtiendo a los personajes en verdaderos seres de pesadillas que deambulan por las calles.



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La zona sur del estado donde los pueblos otomíes y tepehuas se asentaron entre las vendes colinas del bosque, yace una comunidad con fuego en las entrañas. Huehuetla, es de los municipios más pobres de la entidad, sin embargo año con año, sus habitantes elaboran tintineantes trajes de comanches con las tapas de cerveza, se colocan los penachos con plumas de aves de corral, los cascabeles de metal para hacer el llamado de que un trato de paz se acerca.



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Un llamado a que el maligno debe acudir en el cobijo de las ancestrales brazas nocturnas, donde los tepehuas harán la tregua acordada: una semana de celebración a los placeres de la carne a cambio de un año de abundancia y bienestar. Es entonces que los guerreros, que escupen fuego de sus entrañas, y queman su carne en sacrificio por el bien de la comunidad, danzarán sobre las llamas.



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El carnaval de Metepec surgió cuando los habitantes de Zacualtipán llagaron a la comunidad para trabajar como obreros y jornaleros en 1922, donde los personajes principales eran charros, comanches y diablos, pero fue hasta 1950 cuando los pobladores introdujeron los copilli que se utilizan actualmente.



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Uno de los carnavales más tradicionales de Hidalgo es el de San Bartolo Tutotepec que dura alrededor de 20 días y se ofrece al Señor de Chalma. En las celebraciones participan los costaludos, huehues, brujas, comanches, tilichudos, payasos y diablos, estos últimos son seres antropomorfos que se relacionan con el antiguo señor del inframundo Zíthü, conocido como el viejo o el devorador de los humanos.

La indumentaria de los personajes consta de una máscara tallada en madera de aguacate, lleva incrustaciones de chivo, una barba de crin de caballo y una guía de listones con cascabeles sobre las astas, y un traje completo cubierto de tiras de rafia de colores.