El poemario Ayuno voraz es un diálogo que la autora establece entre los extremos que parecen irreconciliables, como salud mental/trastorno, solitud/desolación, o relaciones heteronormadas/vincularidad emancipatoria.
En este diálogo, la voz y el cuerpo se convierten en habitaciones para confrontar y conciliar cíclicamente los matices de estar viva.