Desprendimientos de rutina de Federico Traeger, es un caleidoscopio leal dotado de audacias creativas, de ficciones minuciosa, acuciosa, deliberadamente pro-vocativas, desafiantes, mosaico de minúsculos chispazos que sugiere, abrillanta, conjunción de breveri-dades y adivinaciones, cosmos sensible de realidades inmediatas, concretas, favorablemente reconocibles que se maridan con las fugacidades del tiempo, con las insignificancias trascendentes de la vida y nos acercan a lo inesperado, a lo insólito que se afilia por igual al estrépito que al silencio, a la intimidad que al misterio, a la inocencia que a la escatología, jugueto-na, aglutinadoramente. En el imaginario de Desprendimientos de rutina no existen prohibiciones, límites, fronteras, represiones de ninguna indole, es libre y versátil y a la vez único y extraordinario como los mapas cambiantes del cielo, es una resonancia de eternidad la que conforma la obra disparatada, deleitosamente trasgresora, mínima y catedralicia de Federico Traeger, un francotirador literario entre ingenuo y experimentado que se conoce malicioso y audaz y se echa encima el lapidario fusil de la imaginación y coge al vuelo el blanco sustancioso y acciona el gatillo y le concede insospechados espacios al horizonte y fabrica perdurables prosas gigantescas y descabelladamente espectaculares, dotadas de ingenio y de buen humor y de un enfoque uraniano y de una cordialidad jovial, meritoria, reconfortante, de una alegría superior que asombra y desfatiga y resana y desmenuza y despeja enigmas y le rinde homenajes plurales, vistosos, convincentes a la intrascendencia y a la trivialidad y las pone en una cima escrupulosamente loca al alcance de cualquier lector, que no es lo mismo que de un lector cualquiera. Una irredimible voluntad estética acompaña las bondades de la escritura, del buen decir que honra y se agradece.
Desprendimientos de rutina de Federico Traeger, sin huida posible y sin remedio, más que una brillante antología personal, es una auténtica obra consagratoria.
