Finalistas Fotografía
Concurso Internacional de la Imagen




Concurso de foto
Santiago Espinosa de los Monteros

La revisión de trabajos de quienes participan en un certamen suele ser invariablemente el encuentro con la diversidad de visiones y con frecuencia el hallazgo de plataformas de observación novedosas.

En esta ocasión el tema del FINI es el agua. Con todo lo que ella nos puede significar, abundar al tema de su existencia ya es de suyo complejo. Cualquier acercamiento deberá remontar las más abundantes referencias, desde las científicas hasta las poéticas; las de denuncia por su mal uso y las que destacarán sus cualidades estéticas; desde su mirada tangencial hasta su constatación por ausencia.

La vastedad de aproximaciones es casi equivalente a la multiplicidad de significados que el agua puede tener en nuestra historia y en la vida cotidiana. La formación de esta suerte de universo iconográfico suma a nuestras maneras de ver y entender el agua.

Durante el proceso de revisión de las propuestas recibidas para este concurso fue especialmente notoria una seria preocupación global. Participantes de muchas partes del mundo coincidieron en poner el acento en la finitud del agua, su evidente escasez, el manejo equivocado que se le da por parte de gobiernos y grandes empresas, aparejado a los esfuerzos de comunidades por conservarla, protegerla y asegurar su permanencia.

En este camino, los trabajos recibidos pusieron la mirada tanto en los grandes espacios abiertos como en los ricos detalles de los acercamientos a diminutas formaciones de agua en todas sus expresiones; el hielo, delicados arroyos aún transparentes, pequeñas cascadas que luchan por sobrevivir pero, y sobre todas las cosas, buscando dotar a aquello mirado de un secreto compartido que es el del deseo de la sobrevivencia de este líquido.

Sin duda el tema del AGUA en esta versión ha dejado enormes lecciones y ha encendido señales de alarma globales. Nos encontrarnos así las miradas no de expertos, investigadores ni apologistas de las grandes obras hidráulicas, sino de personas sencillas que comparten su compromiso y preocupación por un uno de los bienes más preciados que no conoce líneas fronterizas y cuya sobrevivencia, nos queda claro, depende del uso adecuado que le demos no en el futuro, sino en este preciso momento.

Para salvar el agua, hay que empezar por lanzarle una mirada de apropiación que no la deje nunca más en el olvido y a la deriva.