El cuidado y orientación de las personas sordas es un tema complejo debido a los intereses de las entidades involucradas en este tema, que van desde los padres, hasta las políticas de salud pública, pasando por la formación de recursos humanos especializados en este campo, desde docentes hasta médicos especialistas, incluso la economía: bastantes inversiones que los estados deben hacer para erradicar o reducir los casos de discapacidad auditiva.
También es importante señalar que los casos de sordera pueden exacerbarse desde la perspectiva de la discapacidad, dependiendo en qué etapa del ciclo de vida el individuo adquirió o perdió la audición. Si el menor de edad perdió la audición después de los cinco y diez años, se podría hablar de sordera poslingüística, ya que el niño o la niña tuvo contacto con el lenguaje oral y pudo aprenderlo e incluso perfeccionarlo mediante la logopedia. Incluso si la audición se pierde en la adolescencia o más tarde, aprender español en la variedad oral-auditiva puede brindarles a estas personas la oportunidad de continuar interactuando con personas oyentes. Los recién nacidos que son sordos en el útero, al nacer o debido a los efectos de los medicamentos ototóxicos, la inseguridad nutricional materna y otros factores pueden causar sordera prelingüística.
Aunque en raras ocasiones la pérdida auditiva es total, el mero hecho de que no reciban suficiente aporte lingüístico empeora las condiciones de adquisición del lenguaje de los menores de edad, ya sea en su expresión oral o a través de la lengua de señas.
Hacemos hincapié en esta situación porque la mayoría de los bebés sordos nacen en familias oyentes, hecho que puede ser beneficioso o perjudicial tanto para la salud como para la comunicación de estos niños y niñas. Independientemente, las actitudes y representaciones del personal médico y los padres suelen ser fundamentales para permitir que sus hijos se comuniquen con fluidez y naturalidad como sus compañeros oyentes.
A partir de esto podemos ver que los prejuicios y las narrativas sobre la sordera siguen vigentes, como lo fueron a lo largo del siglo XX y finales del XIX. En este sentido, la niña o niño sordo puede vivir en su hogar toda la vida sin la oportunidad de adquirir un lenguaje propio. Otro contexto es el de aquellos menores que reciben prótesis y se someten a terapia de lenguaje, que pueden durar años sin lograr los resultados esperados. Los padres también pueden decidir por un implante coclear sin estar seguros del beneficio que aportará al paciente y, además, sin la carga económica y emocional que supone el posible fallo de estos dispositivos. Cabe señalar que, el niño o niña que es implantado también requiere terapias de lenguaje, las cuales son costosas y demandan tiempo por parte de los integrantes de la familia.
Otra situación es la de las y los niños sordos u oyentes que crecen en el seno de linajes sordos, los cuales adquieren un bilingüismo de manera natural. De esta forma, no es lo mismo “adquirir” que “aprender” una lengua, lo anterior sale a colación debido a que una buena cantidad de ellos y ellas crecen con padres oyentes, privando al menor de edad de la adquisición de una lengua materna o primera lengua (L1), y al mismo tiempo los privan de una segunda lengua (L2), estos menores serán incompetentes lingüísticos en el mediano plazo.
Una vez que tienen la edad adecuada para ingresar a una escuela inclusiva y regular, algunos no cuentan con la competencia lingüística adecuada en español o en lengua de señas, lo cual está vinculado al tipo de familia de la que provienen, quienes suelen enfrentar más problemas son los niños y niñas sordas criadas en el seno de familias oyentes.
En este sentido, las familias están dispuestas a hacer lo necesario para que su hija o hijo sordo pueda comunicarse con el código lingüístico de la mayoría. Mientras este drama familiar es superado, pasan los años y con ello la etapa fundamental del infante para recibir el input lingüístico, que le podría ayudar adquirir una L1. Si este proceso no tiene lugar en la vida de menor, probable que la adquisición posterior de una lengua será en extremo complicado.
El profesor puede convertirse en otra barrera para estos estudiantes, puesto que, según su sentido común, no es su obligación aprender lengua de señas, sino que es el sordo quien debe tener habilidad para leer los labios y tener un excelente manejo del español oral y escrito, ya que de esta forma estaría al mismo nivel que sus pares oyentes. Otro elemento que entra en juego en la inclusión o exclusión de los estudiantes sordos, es el intérprete en lengua de señas, quien, de igual forma, se puede convertir en una barrera o un facilitador para ellos.
En los sistemas educativos que tienen procesos de formación y certificación de intérpretes especializados en diferentes campos y niveles educativos, estos estudiantes tienen mayores posibilidades de éxito en el ámbito educativo. Sin embargo, muchas instituciones, especialmente de los sistemas educativos no consolidados, carecen de este servicio y son los estudiantes y sus familias quienes tienen que asumir los costos. Una consecuencia es que el alumno recibe información incorrecta debido a que no sólo es necesaria una competencia adecuada en el manejo de la lengua, si no también capacitación y especialización en un área específica del currículum, hecho que representa un verdadero reto para el intérprete y para las instituciones de educación superior que reciben a estudiantes sordos en programas escolarizados.
Existe una necesidad urgente de que las y los educadores atiendan a los estudiantes universitarios sordos en entornos inclusivos. Nos enfocamos en los docentes porque en los casos donde se ha implementado un modelo bilingüe bicultural, los intérpretes de lengua de señas realizan el trabajo de aula frente al grupo, lo que también es una barrera para el aprendizaje y la participación de los estudiantes, ya que la formación profesional de los intérpretes en México es nula o ineficiente. Además, debemos considerar que la formación de intérpretes varía de acuerdo con su área de formación, las funciones del intérprete de conferencia no es la misma que la de un académico de cualquier área de conocimiento y nivel.
Por otro lado, el tema de la sordera y en particular la educación de las personas sordas cobra cada vez más importancia ya que estos jóvenes necesitan una educación bilingüe en su propia lengua. Este tipo de propuesta no está completamente documentada, principalmente porque es un modelo bilingüe que originalmente tenía como objetivo atender las necesidades de estudiantes sordos de primaria; sin embargo, con el tiempo lo ha llevado al siguiente nivel y sería interesante saber qué pasó con estos estudiantes, especialmente con aquellos que pasaron al siguiente nivel.
El campo de estudio de la educación para sordos está ligado a las condiciones institucionales, es decir, a la disponibilidad de recursos pedagógicos, materiales y humanos que les permitan desarrollar el bilingüismo en español y en lengua de señas; e individual, que incluye el conocimiento y disponibilidad de materias educativas que valoran positivamente la diversidad, así como la formación académica y conocimientos previos de tan sólo estudiantes sordos.
A nivel de educación superior, el acceso de este grupo en particular no implica necesariamente el éxito o la inclusión, ya que las deficiencias institucionales y personales terminan por convertirse en barreras para la exclusión de este grupo lingüístico minoritario. Otro obstáculo es el escaso conocimiento escrito del español entre los estudiantes sordos.
El acceso a la educación superior requiere un conocimiento adecuado del idioma español a nivel de lectoescritura, lo que en la mayoría de los casos involucra procesos o conceptos complejos que requieren un amplio bagaje cultural para poder comprender el significado de los contenidos del programa que el estudiante debe estudiar. En esta situación, el estudiante sordo se encuentra en desventaja ya que muchas veces no sabe español debido a los déficits académicos que ha acumulado durante su trayectoria académica.
En los sistemas de educación superior, la mayoría de los docentes universitarios pueden oír a las personas y, por lo tanto, no tienen las habilidades para usar el lenguaje de señas ni los instructores que un estudiante sordo necesita en el aula. Esto conduce a un doble proceso de exclusión al no poder ejercer plenamente su derecho a la educación y la información.
Las personas sordas son discriminadas y expuestas a diversas formas de maltrato, como el riesgo de rechazo, aislamiento o segregación, tanto por parte de profesores como de compañeros oyentes. Por lo tanto, los niños, niñas y especialmente los adolescentes y jóvenes con discapacidad, incluidos los sordos, tienen una menor posibilidad de educación, lo que hace que este grupo demográfico no pueda completar el nivel básico o, en el peor de los casos, ni siquiera adquirir habilidades de alfabetización.
Dado que las personas sordas también se consideran hipoacúsicas, su inclusión en las clases ordinarias generalmente no tiene un impacto significativo en sus compañeros oyentes; esto no aplica para el personal docente, ya que si el maestro no desarrolla estrategias didácticas que promuevan un ambiente de enseñanza inclusivo, los logros de las y los estudiantes con discapacidad en general, y de los estudiantes con pérdida auditiva en particular, no solo serán negativos a nivel de adquisición de habilidades básicas para la vida, sino también a nivel emocional, ya que las y los docentes no entienden los efectos del aislamiento, por decirlo comunicativamente.
Es decir, cuando se le habla a un estudiante, el docente ignora que para desarrollar una comunicación asertiva en clase, debe hablar frente a él y gesticular con claridad y lentitud. La situación se agrava si el alumno es monolingüe en lengua de señas, pues solo algún compañero de clase u otras personas de apoyo como intérpretes o familiares podrían ayudarlo. Sin embargo, esto se hace principalmente de forma aislada porque el maestro no considera el valor del lenguaje de señas para las personas sordas monolingües.
El papel de la lengua de señas en la definición de la identidad de las personas sordas es crucial. La lengua de señas es una forma de comunicación visual-gestual que les permite expresarse y comunicarse entre sí. Para las personas sordas, el lenguaje de señas es su idioma natural y preferido y se considera un aspecto central de su identidad. No solo cumple una función comunicativa, sino que también tiene un profundo significado cultural y social para personas sordas, ya que pueden expresar su individualidad, compartir experiencias y participar en la vida comunitaria.
La lengua de señas les permite construir una identidad colectiva y fortalecer su sentido de pertenencia a la comunidad de sordos. Comunicarse les permite expresarse con naturalidad y fluidez, sin las barreras y limitaciones a las que se enfrentan cuando se comunican verbalmente en una lengua oyente. Les da la libertad de expresar plena y auténticamente sus pensamientos, sentimientos y emociones. Además, juega un papel crucial en la transmisión de la cultura sorda. Mediante el uso de la lengua de señas se transmiten aspectos culturales, tradiciones, historias y valores de la comunidad sorda.
El lenguaje de señas es el medio por el cual la identidad cultural de las personas sordas se preserva y se transmite de una generación a la siguiente. Juega un papel central en la definición de la identidad de las personas sordas. El lenguaje de señas no es solo un medio de comunicación, sino también una parte integral de la identidad y la cultura de los sordos.
Puede haber una serie de razones por las que el lenguaje de señas no se utiliza principalmente como un medio de alfabetización para personas sordas. Una de las principales razones es la falta de reconocimiento y valoración como lengua legítima y autónoma. En muchos sistemas educativos y culturas, la lengua tiende a verse como una forma de comunicación limitada o inadecuada, y se da prioridad a la enseñanza de la lengua oral, ya sea la lengua hablada del país o la lengua escrita.
Esta preferencia por la enseñanza del lenguaje oral se basa en la suposición errónea de que la sordera debe 'superarse' o 'corregirse' a través del aprendizaje del lenguaje oral. Se supone que las personas sordas deben aprender a leer y escribir utilizando el alfabeto de la lengua hablada, sin tener en cuenta que la lengua de señas también tiene su propio sistema de escritura y estructura lingüística.
Además, la falta de conocimiento y capacitación de las y los educadores con respecto al lenguaje de señas puede ser una barrera para su uso principal como medio de alfabetización. Muchos maestros no están familiarizados con el lenguaje de señas y carecen de las habilidades para enseñarlo de manera efectiva. Como resultado, su importancia en el proceso de alfabetización es subestimada y relegada a un segundo plano.
Otro factor importante es la falta de recursos y materiales didácticos en lengua de señas. La falta de libros, materiales didácticos y otros recursos dificulta su uso como medio de alfabetización. Finalmente, en algunas sociedades existe la creencia arraigada de que la lengua oral es superior al lenguaje de señas. Esta actitud discriminatoria y la falta de inclusión en el sistema educativo contribuyen a que la lengua de señas no se utilice principalmente como medio de alfabetización. Este es el resultado de los prejuicios y la falta de conocimiento sobre el lenguaje de señas y las experiencias de las personas sordas. Sin embargo, cada vez se reconoce más la importancia de promover una educación inclusiva y culturalmente sensible que valore y la utilice como medio de alfabetización para las personas sordas.
Desde un punto de vista epistemológico y filosófico, la identidad de las personas sordas puede definirse como una construcción compleja que engloba aspectos culturales, lingüísticos, sociales y personales de las personas sordas. La identidad sorda se basa en reconocer y valorar la sordera como una experiencia única y legítima, en lugar de verla como una deficiencia o discapacidad que necesita ser corregida o superada.
La filosofía de las personas sordas desafía la noción de que la audición es esencial para la plena percepción y comprensión del mundo. En cambio, enfatiza la importancia de la lengua de señas y la cultura sorda como elementos fundamentales en la construcción de su identidad.
La identidad se desarrolla a través de la conexión con la comunidad sorda y la adopción de su propia perspectiva cultural y lingüística. Existe un sentido de pertenencia y solidaridad con otros miembros de su comunidad, lo que implica compartir experiencias, valores y tradiciones comunes. Además, la identidad sorda se construye en relación con la lengua de señas, que se considera la lengua natural y preferida de las personas sordas.
La filosofía de la identidad sorda también desafía las nociones tradicionales de discapacidad y promueve una perspectiva más inclusiva y respetuosa. Se argumenta que la sordera no es una limitación o un defecto sino una forma diferente de ser y entender el mundo. Por lo tanto, la identidad sorda se basa en el reconocimiento y aceptación de la diversidad humana y la valoración de todas las formas de comunicación y expresión. Es importante señalar que, desde un punto de vista filosófico, esta definición de identidad sorda proviene de la investigación y reflexión en el campo de los estudios sordos y su filosofía. Sin embargo, no podemos asumir que todas las personas sordas tienen la misma idea y experiencia de su identidad, ya que estas pueden variar dependiendo de factores individuales y contextuales.
Para concluir, es importante considerar diferentes enfoques en la investigación de la sordera porque esta condición no solo tiene implicaciones médicas sino también sociales y culturales. El enfoque médico basado en la restauración de la audición perdida o deteriorada no tiene en cuenta los aspectos lingüísticos y culturales de las personas sordas.
Por otro lado, el enfoque culturalista reconoce a las personas sordas como una minoría lingüística y cultural y se enfoca en promover la lengua de señas y su identidad. Al observar diferentes enfoques, podemos obtener una comprensión más completa de la sordera y sus efectos. Esto nos permite abordar la diversidad de experiencias y perspectivas dentro de su comunidad y desarrollar intervenciones y políticas más inclusivas y culturalmente sensibles.
Además, al reconocer la sordera como un problema social y cultural, podemos combatir la discriminación y el estigma asociados con la condición y promover la igualdad de oportunidades para las personas sordas. Considerar diferentes enfoques en la investigación de la sordera nos ayuda a comprender y abordar esta condición desde una perspectiva integral, considerando aspectos tanto médicos como sociales y culturales. Esto nos permite promover la inclusión y el respeto de las personas sordas y fomentar su plena participación en la sociedad.
Johan Cristian Cruz Cruz es historiador por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), maestro en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y doctor en Educación por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (UAEM).
Realizó dos estancias de investigación, la primera, posdoctoral en la UNAM con el proyecto “Representaciones sociales de los Sordos usuarios de la Lengua de Señas Mexicana, con respecto a la exclusión educativa a nivel superior”. La segunda, de carácter académico, con el programa de becas Ciudad de México-China 2011 con el proyecto. “Implementación del plan piloto que aplique el modelo bilingüe intercultural para la atención del sordo en la Ciudad de México basado en la experiencia china".
Cuenta con el reconocimiento de perfil deseable del Programa para el Desarrollo Profesional Docente de la Secretaría de Educación Superior y del Sistema Nacional de Investigadores de CONACYT, nivel Candidato a Investigador Nacional.
Actualmente es profesor investigador en el área académica de Ciencias de la Educación en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ICSHu) de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH). Participa en tres proyectos de investigación en proceso: Formación del profesorado para la atención del sordo en el nivel superior, Trayectorias académicas de estudiantes de la licenciatura en Ciencias de la Educación del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la UAEH y La diversidad corporal desde los estudios culturales.
Los resultados de su trabajo científico está publicado en revistas, libros, capítulos de libro, memorias en extenso y lo ha presentado en diversos foros académicos a nivel nacional e internacional.