A la edad de 97 años, falleció el doctor Ruy Pérez Tamayo, quien deja un vasto legado en los campos de la medicina, la divulgación científica y la filosofía de la ciencia, con más de 80 libros publicados.
Hace seis años, en la edición 29 de la Feria Universitaria del Libro, FUL 2016, que realiza la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, el doctor Pérez Tamayo fue distinguido con el Premio Juan Crisóstomo Doria a las Humanidades.
Un lúcido científico, un humanista en toda la extensión del concepto, un hombre amable y sin un ápice de soberbia, recibió con gran sencillez la distinción. Aquí un fragmento de sus palabras: “Señor rector, distinguidos miembros del Presidium, amigos y amigas: estoy muy emocionado y cuando me emociono se me va la voz; de manera que voy a ser muy breve; además aquí hay una tarjetita que dice 10 minutos; pero no se asusten, voy a necesitar menos tiempo para expresar mi gran satisfacción, mi gran orgullo por este generoso premio que tiene la FUL, y la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo para un servidor. Realmente se han dicho muchas cosas muy buenas de mi hoy y me complace estar totalmente de acuerdo; y si fueran ciertas sí merecería yo esta distinción, entonces voy a imaginarme que sí son ciertas y por tanto me siento doblemente satisfecho, no solamente por el reconocimiento que se me hace, sino porque me han hecho darme cuenta de que soy ‘a todo dar’.
“Ya voy a terminar, nomás quiero decirles que no se crean que ha sido fácil, tengo planes para seguir igual los próximos 150 años”, rubricó y fue acompañado por un nutrido aplauso de los jóvenes, académicos y demás asistentes a la premiación quienes festejaron con el buen humor del científico mexicano, de acuerdo a la crónica publicada en el sitio de la Academia Mexicana de la Lengua.
Durante la premiación, Marco Antonio Alfaro Morales, presidente de la FUL, reseñó que el “premio Juan Crisóstomo Doria surge por encargo del rector de la Universidad, como la manera más seria, más representativa de reconocer los méritos de las personalidades que han aportado en el ámbito amplio de las humanidades; así en el 2011, se entrega por primera ocasión a Rubén Bonifaz Nuño; el año siguiente lo recibe la periodista Cristina Pacheco; en 2013 fue para la querida hidalguense, maestra de música, Ma. Teresa Rodríguez; posteriormente fue para Beatriz Espejo, connotada investigadora y escritora y, el año pasado, Eduardo Matos, distinguido arqueólogo mexicano. Este año nos acompaña para recibir este reconocimiento Ruy Pérez Tamayo, connotado patólogo y gran divulgador de la ciencia.”
Al recordar el homenaje de la UAEH a Pérez Tamayo, durante la proyección de un video con la semblanza de su vida y trayectoria, en el que se resaltó su formación como médico, su doctorado en inmunología en el Instituto Politécnico Nacional y su larga trayectoria como estudioso, investigador y académico, la Academia Mexicana de la Lengua destaca una cita sobre su motivación para dedicarse a la ciencia: “Me dediqué a la investigación gracias a un compañero de generación que se inscribió junto conmigo pero que no quería ejercer la medicina sino ser investigador. Fui a su casa y vi su laboratorio, microscopios, matraces, todo eso me fascinó. De pronto ya quería ser investigador”.
Ruy Pérez Tamayo, uno de los más reconocidos científicos y divulgador del país, nació el 8 de noviembre de 1924 en la ciudad de Tampico, Tamaulipas. Estudió medicina en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y se especializó en patología con el doctor Isaac Costero, en México, y con los doctores Gustave Dammin y Lauren V. Ackerman, en Estados Unidos. Realizó estudios de posgrado en la Washington University, en San Louis Misouri, y se doctoró en Inmunología en el Instituto Politécnico Nacional.
Entre otras importantes contribuciones, Pérez Tamayó fundó en 1954 la Unidad de Patología de la UNAM en el Hospital General en la Ciudad de México; también fue jefe de la Unidad de Medicina Experimental de la Facultad de Medicina de la misma casa de estudios nacional, y durante 10 años dirigió el Departamento de Patología de Investigaciones Biomédicas del Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán.
Además de ser profesor de patología en la Facultad de Medicina de la UNAM durante más de 50 años, en su faceta como docente fue invitado a impartir clases en las Universidades de Harvard, John Hopkins, Minnesota, Galveston, Yale, Tel Aviv, Madrid y Lisboa, así como en países de Latinoamérica entre los que destacan Costa Rica, San Salvador, Panamá, Venezuela, Colombia, Chile y Argentina.
Pérez Tamayo también fungió como Investigador Nacional de Excelencia del Sistema Nacional de Investigadores y estuvo a cargo de una Cátedra Patrimonial de Excelencia Nivel 1. A lo largo de su trayectoria académica fue galardonado con importantes premios como lo fueron el premio Nacional de Ciencias en 1974, el premio Luis Elizondo y el Miguel Otero en 1979, el premio Aida Weiss en 1986, el Rohrer en 1988, el Premio Nacional de Historia y Filosofía de la Medicina en 1995, y la Presea José María Luis Mora en 2002. De acuerdo a lo reseñado por distintos medios tras conocer su fallecimiento.
El médico y patólogo dejó como legado a la ciencia grandes contribuciones como lo fueron la descripción del efecto de la metionina en la cicatrización de las heridas, la primera descripción en México de la neumonitis reumática, señaló las características propias de la aterosclerosis, los tumores del corazón y pericardio, la tuberculosis y también realizó múltiples estudios de los mecanismos humorales del hiperesplenismo, la reabsorción de la colágena y el papel de las células.
A lo largo de sus 50 años como profesor e investigador, Ruy Pérez Tamayo también fue uno de los más importantes divulgadores de ciencia en México; escribió y publicó más de 150 artículos científicos en revistas nacionales y extranjeras y 39 libros, 15 de ellos con temas científicos y 24 de ensayos históricos y de divulgación científica. Entre los que destacan: El concepto de enfermedad: su evolución a través de la historia, en 1988; Principios de Patología, en 1990; Ciencia, paciencia y conciencia, en 1991; El viejo alquimista, en 1993; Ética médica laica, en 2002; Historia general de la ciencia en México en el siglo XX, en 2005; Salud y enfermedad, en 2007; Diez razones para ser científico, en 2013, y muchos otros más.
Sobre los retos que enfrenta la investigación y que, a pesar de todo, es mucho lo que se ha aportado al desarrollo de la ciencia en México, en alguna entrevista dijo lo siguiente: “somos subdesarrollados, es porque su ciencia y su tecnología está subdesarrolladas, es una de las causas de nuestro subdesarrollo y no al revés; en México hay gente de primer nivel que pudiéramos estimular a la investigación; porque los recursos no se aplican a ese tipo de necesidades. Ya demostramos que lo podemos hacer; lo único que necesitamos son los recursos para hacerlo y soy optimista, para allá vamos”.
El científico, patólogo e investigador Ruy Pérez Tamayo falleció el pasado 26 de enero de 2022 a la edad de 97 años en Ensenada Baja California. La noticia se dio a conocer un día después a través de las redes sociales del Colegio Nacional, quienes lamentaron el deceso del académico.
Hasta el momento se desconoce la causa del deceso del académico, no obstante, las instituciones a las que pertenecía como la Academia Mexicana de la Lengua ya se han pronunciado al respecto y han expresado sus condolencias a los familiares del fallecido científico.
Por parte de la UAEH cabe recordar las palabras del entonces Rector Humberto Veras Godoy, durante la FUL 2016: “Para el estado de Hidalgo, y la comunidad científica de nuestro país, reconoce a los grandes hombres y a partir de hoy ya forma parte de nuestra casa de estudios. Bienvenido a este claustro de profesores que lo recibe. Y que le pide que sea un hombre como es, ‘a todo dar’, y que su presencia nos da la posiblidad de encontrar caminos para los retos que deben cumplirse y que nada está acabado. Nuestro gran aprecio por su trayectoria y por su excelente esfuerzo”.