Factores genéticos ¿pueden determinar la gravedad de la COVID-19?
26 de julio 2021





Las primeras dos semanas de las vacaciones de verano en México significó la llegada contundente de una tercera ola de la pandemia por COVID-19 con un preocupante incremento de contagios, especialmente entre la población joven; aunque un lento aumento en la ocupación hospitalaria en comparación con el pico más alto de la segunda ola epidémica y una campaña de vacunación que no logra ir al mismo ritmo que la propagación del virus SARS-CoV-2.

En medio de esta crisis sanitaria que no logra superarse, la comunidad científica continúa trabajando para conocer más al virus. De toda la información que circula, destaca un macroestudio sobre la relación entre los factores genéticos y la severidad de la COVID-19, donde participaron más de 3 mil personas dedicadas a la ciencia y a la medicina de todo el mundo.

Hasta ahora se sabe que hay factores como el sexo, la edad, las comorbilidades como diabetes, hipertensión y sobrepeso, así como el sistema inmunológico, que juegan un papel decisivo para contagiarse o no, incluso si la enfermedad será grave y mortal.

Sin embargo, este macroestudio aporta ahora factores genéticos, donde participaron científicos de universidades como las de Columbia, MacGrill de Montreal y Mary Queen de Londres, y los primeros resultados fueron publicados recientemente en la revista Nature.

Para comprender un poco mejor el tema, cabe recordar que los seres humanos poseemos 23 pares de cromosomas heredados de nuestros padres, los cuales están en el núcleo de cada célula humana y contienen el material genético que les indica a las proteínas cómo se deben comportar para así generar determinadas funciones vitales en el organismo.



¿Cómo lograron estos resultados?



Para lograr un poder estadístico importante, y luego de que comenzara la pandemia, los científicos estableció rápidamente una gran colaboración internacional. En ésta participaron más de tres mil investigadores y médicos e incluye datos de 46 estudios en más de 49 mil personas con Covid-19. También establecieron un grupo de control de dos millones de personas que pertenecen a seis grupos con diferente ascendencia de 19 países.

Su rápida reacción les brindó la oportunidad de reclutar pacientes sintomáticos y, al establecer colaboraciones internacionales entre diversas instituciones, lograron incluir suficientes participantes para superar las limitaciones estadísticas. También recopilaron información –la incluyeron en sus análisis estadísticos– sobre algunos de los factores de riesgo conocidos como la edad y el sexo.

Para comprender mejor los mecanismos biológicos del SARS-CoV-2, así como las trece regiones del genoma humano y su relación con el pronóstico de la enfermedad, los investigadores buscaron genes que estuviesen en las proximidades de cada región, es decir, genes candidatos. Gracias a ello lograron identificar más de cuarenta, de los cuales muchos de éstos estuvieron ligados también con el funcionamiento del sistema inmunitario y algunas funciones específicas de los pulmones. Curiosamente, son a estos últimos a los que ataca despiadadamente el coronavirus.



Sin embargo…



Aunque los primeros resultados son importantes, hay dos aspectos que preocupan a las personas expertas. En primer lugar es que, a pesar que la investigación estudió a un gran número de personas, un 80% de los participantes tenía origen europeo. Por lo que será necesario realizar futuros estudios que sume a individuos que pertenezcan a otros grupos poblacionales.

Segundo, un aspecto complejo que no abarca este estudio, es el vínculo entre los genes identificados y las diversas variantes que hoy tiene el SARS-CoV-2, como por ejemplo la variante Delta (ahora mismo es la dominante en algunos países). Es probable que estos genes, el TYK2 el DPP9, actúen de forma diferente ante la presencia de ésta.

Sin embargo, investigaciones más profundas sobre el genoma humano permitirá no solo una mejor comprensión sobre la relación entre los humanos y el nuevo coronavirus, sino también supondrá el desarrollo de alternativas para combatir la enfermedad. Quizá a través de medicamentos personalizados, hechos a la medida para cada grupo étnico y su diversidad genética, los cuales vayan más allá de los beneficios que hoy otorgan las vacunas.



Si desea conocer más sobre esta información, puede consultar la siguiente liga:

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