La Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos determinó que la inflación interanual alcanzó un 6.8% en noviembre de 2021 y un 7.5% en enero de 2022, el nivel más alto reportado desde hace 40 años. Esta tendencia alcista no es única en ese país, también se ha observado en la mayor parte del mundo, conforme avanza la recuperación económica post COVID.
Los economistas utilizan el término recesión para referirse a una crisis económica. Una recesión representa dos trimestres consecutivos donde el país tiene un producto interno bruto (PIB) negativo. Durante una recesión la economía se contrae ya que muchas empresas quiebran, los trabajos desaparecen y esto provoca que los agentes económicos recorten sus gastos e inversiones.
En una economía donde muchas personas consumen e invierten menos, el efecto es que disminuya el nivel de precios, que es lo que se espera posterior a una crisis económica como la que se vivió con el COVID los últimos dos años: alto nivel de desempleo y una disminución de la inflación.
Sin embargo, actualmente estamos observando que el nivel de desempleo se va recuperando a distintas velocidades, dependiendo del país, pero la inflación está subiendo rápidamente en el mundo. Cuando se presenta de forma simultánea alto nivel de desempleo y alto nivel de inflación, el evento se denomina estanflación, el cual es temido por las y los economistas y las autoridades monetarias porque es un problema complejo de resolver.
En términos de política monetaria, los países utilizan la tasa de interés para enfriar o calentar la economía a través de cambios en la tasa de interés de referencia. Podemos pensar en esta tasa de interés como el costo del dinero, en donde si el dinero es más costoso, la tasa sube y la señal que está mandando el banco central a las y los consumidores y empresas es que ahorren, que no gasten, no constituyan nuevas empresas; es un freno a la economía.
Por otro lado, cuando la tasa de interés baja significa que el costo del dinero baja y la señal es contraria, le indican a las personas y a las empresas que no ahorren porque recibirían un rendimiento ínfimo, mejor salir a gastar y a crear nuevos negocios, se expande la economía.
Cuando la economía está en un evento de recesión, la respuesta natural es aplicar una política expansiva para incentivar que la economía se reactive. Podemos observarlo con la respuesta de la Reserva Federal en marzo 2020, cuando la pandemia estaba en su punto más crítico, que consistió en disminuir la tasa de interés casi a cero. En momentos de alto desempleo y contracción económica esto es adecuado porque se busca reactivar la economía y la generación de empleos.
Sin embargo, en el caso de la estanflación si se toma esta medida se reactiva el empleo, pero eso genera una presión adicional a la inflación (como sucedió en Estados Unidos en los años 70s), por lo que, si las empresas y las personas salen a consumir más, los precios incrementarán (a mayor demanda mayor precio). Por el contrario, cuando se sube la tasa de interés de forma importante, la señal busca enfriar la economía y disminuir la inflación que es precisamente lo que se está haciendo actualmente.
El jefe de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome H. Powell, anunció el incremento en la tasa de interés por 25 puntos base en la reunión de marzo 2022 para controlar el problema inflacionario. Esta medida es problemática porque al subir las tasas se controla la inflación, pero se deprime la generación de empleos.
¿Pero nos encontramos realmente en un periodo de estanflación? Aparentemente no, esa podría ser la respuesta. Pareciera que el evento inflacionario es transitorio y muy similar a un evento que vivió Estados Unidos de 1946-1949, después de la Segunda Guerra Mundial, donde la tasa de inflación alcanzó un 20%, el nivel más alto registrado en tiempos modernos.
Esta subida fue compensada por un ajuste rápido en un periodo de tres años donde cambiaron drásticamente las tendencias de consumo, al pasar de una economía de guerra a un periodo de estabilidad mundial. Se estima que en ese período las y los ciudadanos americanos compraron 20 millones de refrigeradores, 21.4 millones de automóviles y 5.5 millones de estufas, hasta el punto en que se agotaron las existencias. Este cambio en las tendencias de producción y demanda de bienes duraderos provocó el pico súbito de inflación, que posteriormente bajó a niveles normales, ya que la oferta se ajustó a la demanda.
Lo mismo podemos pensar que está pasando debido al COVID, los consumidores no pudieron gastar sus recursos como normalmente lo hacían en los últimos dos años, cambiando sus tendencias de consumo al comercio electrónico, y en particular a ciertos bienes y servicios. Esto provocó que las cadenas de suministro globales se saturaran y se dispararan los costos de transporte. Por ejemplo, un flete de China a Norteamérica cuesta cuatro veces más y uno de China a Europa siete veces más que en tiempos prepandemia.
Tampoco hay capacidad suficiente de almacenamiento y transporte terrestre, en noviembre 2021 en los puertos de Long Beach y los Ángeles había casi 100 portacontenedores esperando ingresar a los puertos; algunos tardaron semanas en poder descargar.
Esto es similar a los cambios en la demanda que surgieron después de la guerra, solo que en este caso se debe a un evento epidemiológico que ha forzado a las empresas y consumidores a cambiar su forma de consumo, lo que permite pensar que el alza en el nivel de precios se podría ajustar gradualmente, conforme las cadenas de suministro globales se vayan adaptando a la nueva demanda y los precios puedan volver a sus niveles regulares.
Samuel Montañez, estudiante del posgrado en Ciencias de la Ingeniería de la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México. Su línea de investigación: Econofísica e Ingeniería Financiera
Milagros Santos, estudiante del posgrado en Ciencias dela Ingeniería de la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México. Su línea de investigación: Mecánica de Fluidos
Dr. Guillermo Fernández Anaya, profesor investigador del Departamento de Física y Matemáticas de la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México. Su línea de investigación: Sistemas dinámicos y Cálculo fraccional.
Dr. Luis Alberto Quezada Téllez, profesor investigador de la Escuela Superior de Apan de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. Su línea de investigación: Matemáticas aplicadas.