La violencia en México es un problema que en los últimos años ha tenido un crecimiento acelerado. De manera específica, la violencia social, entendida como todo acto que daña a una comunidad, grupo o individuos en prejuicio de sus derechos, es ya cotidiano. Los espacios que se creían seguros como la escuela o los hogares, es algo recurrente. Si a esto se le suma la violencia simbólica que es aquella donde las personas no perciben los actos de agresión como tal, surge entonces, una relación de sometimiento y dominación sin fuerza física.
Es el caso del ciberacoso o también llamado cyberbullying que es un acto intencionado de violencia donde claramente existe un desequilibrio de poder que puede ser físico, psicológico o social, y dicho acto se repite de manera constante en el tiempo. La diferencia entre el acoso escolar y el cyberbullyng es que en la última media la tecnología, se da desde cualquier dispositivo digital: celular, tableta, computadora. Los casos se presentan principalmente en redes sociales donde existe una amplia audiencia y anonimato.
Otra característica es la permanencia del acto violento porque es suficiente “subir” una imagen indeseada, hacer un comentario verdadero o falso en prejuicio de una persona y ésta podrá ser replicada un sinnúmero de veces. A partir de lo anterior es que el acoso cibernético es un problema grave y silencioso que se esconde en el anonimato, que genera consecuencias en las víctimas, y dada su invisibilidad, el problema podría ser más profundo.
Grafica 1
Fuente: creación propia con base en datos de MOCIBA, INEGI, 2022.
En cuanto a la edad de las personas afectadas, en primer lugar, se encontró el grupo de 20 a 29 años (27.55%), seguido del grupo de 12 a 19 años con el 27% y el grupo de 30 a 39 años con 22.1%. En cuanto a los grupos de 40 a 49 años, se registró un 17.4% y los grupos con menor afectación corresponden a personas de 50 a 59 años y 60 o más años de edad con 12.4% respectivamente. (Grafica 2)
Grafica 2
Fuente: creación propia con base en datos de MOCIBA, INEGI, 2022.
Por grado escolar, los mayores casos de ciberacoso en Hidalgo fueron, con 37.8%, en el nivel básico; en el nivel media superior fue de 32.5%; en superior, 29.5% que resulta muy similar a la media nacional.
Las principales situaciones de ciberacoso fueron, contacto mediante identidades falsas (35.7%), mensajes ofensivos (33.1%), recibir contenido sexual (25.5%), insinuaciones o propuestas sexuales (24.6%), provocaciones para reaccionar de forma negativa (20.8%), llamadas ofensivas (19.3%), suplantación de identidad (18.1%), rastreos de cuentas o sitio web (16.8%), críticas por apariencia o clase social (16.6%), amenazar con publicar información personal, audios o video para extorsionar (7.6%), publicar información personal, fotos o videos (5.2%) y publicar o vender imágenes o videos de contenido sexual (3.1%). (Grafica 3)
Grafica 3
Fuente: creación propia con base en datos de MOCIBA, INEGI, 2022.
Por género, nivel nacional, las principales formas de ciberacoso por sexo, reportó las siguientes estadísticas, las mujeres son víctimas de recibir contenido sexual en el 32.2%, insinuaciones o propuestas sexuales 32.3%, mensajes ofensivos 32.9% y contacto mediante identidades falsas fue de 36.7% (Grafica 4). En tanto que los hombres fueron víctimas en contacto mediante identidades falsas (34.5%), mensajes ofensivos (33.4%), provocaciones para reaccionar de forma negativa (22.9%) y llamadas ofensivas (21.4%). (Grafica 5)
Grafica 4
Fuente: creación propia con base en datos de MOCIBA, INEGI, 2022.
Grafica 5
Fuente: creación propia con base en datos de MOCIBA, INEGI, 2022.
Los principales efectos del ciber acoso fueron, enojo 63.9%, desconfianza 36.6%, estrés 26%, inseguridad 24.7%, frustración 21.4%. (Grafica 6)
Grafica 6
Fuente: creación propia con base en datos de MOCIBA, INEGI, 2022.
Las principales vías de ciberacoso fueron, la red social Facebook (45.4%), Twitter (39.3%), WhatsApp (32.9%), Messenger (25.4%) y llamadas de teléfono celular (24.7%). (Grafica 7)
Grafica 7
Fuente: creación propia con base en datos de MOCIBA, INEGI, 2022.
Las acciones tomadas por parte de las víctimas fueron, bloquear a la persona, cuenta o página (63.7%), ignorar o no contestar (19.5%), hablar con la persona (8.9%), denunciar ante el ministerio público, policía o el proveedor del servicio (10.3%), denunciar ante las autoridades escolares o laborales (0.65 %).
Es muy probable que estas estadísticas solo muestren la punta del iceberg del problema, lo cual hace necesario el apoyo en estudios acuciosos que expliquen las causas y consecuencias del cyberbullying. Además, no hay que perder de vista que la violencia digital es una extensión de la violencia social existente, por lo tanto, los efectos son nocivos en la salud emocional, rendimiento escolar y en las relaciones sociales.
Como se observa, el acoso cibernético inicia en tempranas edades, por lo que se requiere acciones de intervención con responsables de centros educativos, padres y madres de familia; otra acción fundamental es incentivar una cultura de la denuncia, así como activar acciones de prevención, protocolos de atención y protección, teniendo como marco el respeto a los derechos humanos y una coordinación interinstitucional de los actores involucrados como son espacios educativos y autoridades.
Raúl García García es Trabajador Social por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), maestro en Ciencias de la Educación y doctor en Ciencias Sociales, ambos posgrados por la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH). Desde 2012 es profesor investigador en el área académica de Trabajo Social en esta casa de estudios.
Sus líneas de investigación son: pobreza y política social, formación profesional de trabajo social y trabajo social digital.
Es autor de los libros: Pobreza alimentaria y política social en México, un análisis interdisciplinario (UAEH, 2022) y Caminos interdisciplinarios de investigación en ciencias sociales para la preservación ambiental (UNAM, 2022). Además de capítulos de libro, artículos científicos y de divulgación.
Pertenece al cuerpo académico “Estudios en Trabajo Social” en la UAEH; es socio fundador de la Academia Nacional de Investigación en Trabajo Social (ACANITS) y miembro fundador y activo de la Red de Investigación Académica sobre Trabajo Social: formación y actualización profesional (RIATS-UNAM).