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El taller de impresión de la cigarrera de El Buen tono (1904-1922) era un último reducto de artesanos que se negaban a dejar la técnica litográfica, desplazada a principios del siglo XX por procesos fotomecánicos. Gracias a esta situación se originó un tipo de historieta novedosa que anunciaba los cigarros. En principios fue una serie que poseía una estética expresiva, con significados, técnicas y usos singulares, que experimentaba con temáticas de actualidad y estableció al final un lenguaje propio y un personaje fijo. La autora ve en las historietas de El Buen tono un ejemplo privilegiado para adentrarse en el fenómeno de la litografía industrial y reconstruir las características de este episodio olvidado de las artes gráficas en México.