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El relato que contiene el libro continúa describiendo que a unos meses después de la llegada de los españoles a Zempoala, el fraile Francisco de Templeque, originario del pueblo de Tembleque, provincia de Toledo, España, profeso del monasterio de San Francisco en Otumba, reunió a las autoridades españolas y a los indios para tratar de solucionar el problema del agua del pueblo de Otumba, el cual se ubica en el Camino Real y es paso obligado a México y Veracruz. El desbastó de agua en Otumba se debía a la contaminación del agua por el paso de los bueyes y las vacas de los viajeros por ese camino, así que los habitantes de Otumba tenían que recorrer dos leguas para llegar al pueblo San Juan porque la gente de Texcoco y Tepeapulco se negaron a venderles agua.
Para la construcción del acueducto el pueblo de Otumba ofreció a Zempoala pagar por el agua 20 pesos de oro común por cada año. El libro relata brevemente la hazaña de los indígenas que participaron en la construcción del acueducto de Zempoala, entre 1555 a 1572 en pleno desarrollo del virreinato de la Nueva España. La finalidad de la construcción de ese acueducto fue dotar de agua a las poblaciones de la región.