Dirección de Fomento a la Lectura

 

Los que los elementos de la naturaleza serán recurrentes; el agua, hecha mar, lago, granizo o niebla, en la oración al agua, de Juan Hernández Ramírez, Nahua de Veracruz. En las páginas se dibujan paisajes, cada uno propio de la región desde la cual escribe el autor o autora, así Rosa Maqueda Vicente, oriunda del Valle del Mezquital, tierra hidalguense, nos envuelve entre huizaches, espigas y nopales, para rematarnos con una invocación a la Diosa Mayahuel.

Sigue el recorrido y Simón Cotijo Villanueva, desde Guerrero nos recuerda la fiesta y la música en petición de lluvia, rodeado de tlacololeros, mujeres jaguar, mezcal, agua bendita, paliacates y sones. Así entre jubilo, también se nombra el disgusto, la nostalgia, sea la de Quetzalcóatl amenazado con ser devorado por balas de voces de olvido, que nunca invocan su nombre, o sea la de un pueblo que lucha por que su lengua materna sea perenne.

Las mismas lenguas que no solo nombran al aire, al fuego o al viento, imaginarios cercanos al abordar la literatura escrita en lenguas originarias en México. Sino también otras naturalezas humanas: el deseo y el erotismo “Cubre mis pezones con la saliva de tu ausencia, lámelos una y otra vez” leemos en A distancia escrito en Totonaco por Manuel Espinosa Sainos. Aquí convive lo místico, con lo mundano, el Cempaxochlitl del altar de muertos con el deseo y las caricias de los amantes clandestinos.

Enriqueta Lunez, Tsotsil de Chamula, Chiapas, entreteje con habilidad el deseo y lo materno, lo secreto y prohibido “Ella peina mi cabello, trenza y destrenza pecados que jamás confiesa” más adelante nos estremece con la invocación a la madre, necesaria “para no olvidar nuestra raíz de luna”. De la madre, dice Nadia López García de Tlaxiaco Oaxaca, heredé sus ojos, que son los ojos de la bisabuela, sus ojos y sus ríos adentro. Ríos que “solo se curan con el recuerdo del copal, con sol y con volver a caminar”.

La madre siempre presente, consejera, que posee la palabra justa, en Cándida, poema de Irma Pineda, podemos leer “Mi madre descifró para mis ojos el lenguaje de las estrellas, me enseño a medir el dulce y la canela” una madre con la respuesta a cualquier pregunta, menos a una “Con qué palabras se explica a los hijos, qué es un desaparecido”, poema en el que Irma Pineda, oriunda de Juchitlán, Oaxaca, nos enfrenta a esa otra realidades humanas que también existen y son dolorosas; la violencia, la impunidad.

El dolor por la exclusión, la marginación, la negación de la existencia. En El tren Martín Tonalmeyotl nos dice “de todas formas la vida está vendida a los carroñeros, a los coyotes rancios que ambicionan devorarnos vivos, comer de nuestros huesos de árbol”; La explotación en la albañilería, en palabras de Juventino Gutiérrez Gómez, Mixe Oaxaqueño “Yo también sé de las revolturas, de las bellas construcciones que deja el cuerpo en ruinas”; el feminicidio “Leticia, ya no es la mesera deseada por los altos ejecutivos, es plato fuerte del día en un terreno baldío”; el engaño de la civilización que oculta la aniquilación, “quise usar su ropaje y me sentí desnudo, abrí su libro para buscarme y me sentí borrado, busqué mi identidad y mi identidad sangraba” fulminante certeza, la poesía.

Para finalizar también se enuncian rarezas y curiosidades, la poeta Enriqueta Lunez, nos cuenta sobre el temor a las máquinas que roban el alma, que la atrapada entre los destellos que producen. Similares al brillo de la globalización, el capitalismo o el consumismo, que hace tener ganas de ser gallina o guajolote para únicamente observar plácidamente desde una rama, como nos dice el Oaxaqueño, Eleuterio Xagaat García.

Xochitlajtoli, es en definitiva “palabra nube, palabra florida, flor y canto, palabra que alegra, palabra que aconseja, palabra de las estrellas, palabra que despierta, palabra miel, palabra que vino del tiempo”, es decir lo que desde otras lenguas originarias en México se define como Poesía.

Sobre el autor

Martín Tonalmeyotl, su nombre completo es Martín Jacinto Meza, nació en Chilapa de Álvarez en Guerrero, en 1983. Campesino, profesor de lengua náhuatl, narrador, poeta y traductor. Becario del Programa de Estímulos a la Creación y al Desarrollo Artístico de Guerrero de 2015 a 2016 y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes del 2016 a 2017. Curso la licenciatura en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Autónoma de Guerrero y la maestría en Lingüística Indoamericana por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social. Cuenta con publicaciones en medios impresos