Dirección de Fomento a la Lectura

 

El nombre verdadero de Nellie era Francisca Luna Miranda; tuvo tres hermanos Pedro, Jesús y Mateo y una media hermana, Gloria. Su madre, Rafaela, crió a los tres primeros sin el apoyo del marido (Jesús Felipe Moya) aunque sí de sus propios padres, es decir los abuelos de los niños, Mateo Luna y Cayetana Miranda. Eran los días violentos de la Revolución.

La familia se trasladó a Parral donde vivió en la calle Segunda del Rayo. El padre de los hijos de Rafaela, Jesús Felipe Moya, murió en un combate villista en 1914. Ella reconstruyó su vida al lado de Stephen Campbell, un ciudadano estadunidense radicado en Parral, con quien procreó a Gloria. Nellie tomó el apellido de su padrastro con cierta modificación: Campobello

Radicada la familia posteriormente en la capital del Estado, Chihuahua, Nellie conoció a Alfredo Chávez de quien se enamoró y tuvo un hijo a quien registró como natural y lo nombró José Raúl Moya. Ella amaba a su “angelote” como lo nombraba. En 1921 el niño enfermó de una fiebre alta y murió. Su abuela Rafaela no soportó la pena y falleció poco después. Ya en su agonía, le contó a Nellie que se había enamorado de un hombre llamado Francisco que “andaba en la bola”. Búscalo en Canutillo, Durango, le dijo. Él es…él es.. (p.28) Nunca terminó la frase. De ahí que Francisca se quedó con la duda de si ella era o no hija de Francisco Villa.

Las dos hermanas Nellie y Gloria se trasladaron a la ciudad de México con el apoyo del padre de Gloria, e iniciaron una carrera como bailarinas que cultivaron con empeño y llegaron a ser profesoras desde el inicio, el 4 de marzo de 1932, de la Escuela Nacional de Plástica Dinámica, dirigida por Carlos González e Hipólito Zybin. Pusieron el énfasis en los bailes mexicanos. Rescataron las danzas otomíes, huicholes, tarahumaras, yaquis. Acompañaban los bailes con instrumentos de percusión de los indígenas como timbales, sonajas y conchas de armadillo.

El sello personal de las Campobello estaba acorde a los movimientos nacionalistas de la época entre cuyos exponentes se encontraban Diego Rivera y José Clemente Orozco. Gloria Campobello fue el gran amor de Orozco y Nellie logró que el afamado pintor ilustrara uno de sus primeros libros Las manos de mamá. Escribió también Cartucho y Apuntes sobre la vida militar de Francisco Villa.

En 1937 el presidente Lázaro Cárdenas reconoció la intensa labor de Nellie y la nombró la primera Directora de la Escuela Nacional de Danza.

No todo era miel sobre hojuelas. Las hermanas eran objeto de críticas. El autor del texto escribe que una famosa fotógrafa de la época, Tina Modotti, “comentaba durante las francachelas que organizaba Diego Rivera que las Campobello gustaban bailar al desnudo en cuanta fuente de agua se encontraban en el camino”. (p. 65).

Nellie nunca olvidó su tierra natal, Villa Ocampo. Estaba en comunicación con su amigo Erasmo Holguín. Apoyó diversas obras para el poblado al cual regresó antes de morir.

Su hermana Gloria, aquejada por el excesivo trabajo en el Ballet, falleció el 4 de octubre de 1968.

La residencia de las hermanas en la Colonia Tabacalera se fue quedando sola. De esa situación se aprovechó el matrimonio formado por Claudio Niño Sifuentes y María Cristina Belmont (antigua bailarina) para acercarse a Nellie, quien les permitió vivir primero en los sótanos de la Escuela Nacional de Danza y después en su propia casa.

La pareja fue influyendo cada vez más en las decisiones de Nellie y en el manejo de sus finanzas. El objetivo: apoderarse de la fortuna de la célebre bailarina. Le pidieron que bautizara a su hijo León Felipe, lo que permitió que le llamaran “comadre”. Para Nellie aquel niño le recordaba a su hijo muerto.

Casi al final de su vida, Claudio y Cristina llevaron a Nellie a Villa Ocampo, donde fue recibida por sus coterráneos con admiración y reconocimiento. Sin embargo, el matrimonio consideró que la estancia en su pueblo natal “la alteraba” y la trasladaron a un pequeño hotel en Progreso de Obregón, en el estado de Hidalgo, donde prácticamente la abandonaron. El autor del libro escribe:

“La mañana del 9 de julio de 1986 ya no despertó jamás. Su débil corazón dejó de latir, murió de tristeza y en condiciones de completo misterio y anonimato, ante la negligencia de sus compadres.”

Sobre el autor

José de la O. Holguín es Mtro. En Derecho, Académico y Escritor. Fue presidente de la Unión de Cronistas Municipales de Durango y cronista de Villa Ocampo, Dgo. Miembro de la Red de Escritores Independientes de Durango, A.C. y de la Sociedad de Escritores de Durango. Coordinador de la Zona Norte de la Asociación Nacional de Cronistas de Ciudades Mexicanas, A.C. Recibió el reconocimiento en literatura 2008 “Luis Donaldo Colosio”.