Dirección de Fomento a la Lectura

 

“hay una invasiva presencia del pragmatismo en todo pensamiento, muy propia de los tiempos actuales, los del realismo político” (p. 16). Metapedagogía no solo es más allá de la pedagogía, es una voz que se levanta con pensamiento crítico: laberintos del pensamiento y del poder entretejan vaivenes que se columpian en el decir y el hacer de nuestros educandos. Pedagogía es una licenciatura joven, existía específicamente como un posgrado, un dominio de maestro, que implica un conocimiento especializado para profesionales, pero también es una práctica social y un campo de discursos y saberes, para el auto la pedagogía es una mujer a la que le gusta cantar. Si bien pedagogo era el esclavo cuidador de niños en la Grecia antigua, no se trataba de cualquier esclavo, pero, esclavo, a fin de cuentas. “Hoy preocupa que esos inicios ligados a la esclavitud tomen una nueva forma y los pedagogos ayuden a esclavizar, como si se vengaran del pasado. Etimológicamente, pedagogía significa “conducción del niño”. Hay quienes dicen que, entonces, se encarga del cuidado del alma infantil”, y esto nos hace reflexionar en: ¿hacia dónde conducimos al niño? ¿toda conducción es ya un poder en alguien? Y ¿qué tan prostituida está? Para Roland Barthes no hay un lenguaje inocente, si bien” la pedagogía es una reflexión sobre por qué formamos podemos lidiarnos de mejor manera con la presencia del poder, y en la medida de lo posible llevarlo sin ingenuidad ni cinismo hacia fines más nobles que los dañinos”. (p24).

Si bien, “la teoría se ha convertido en algo diferente y perdido algo de su dignidad”, Gadamer nos deja ver que un concepto se convierte en algo instrumental dentro de la investigación de la verdad y del aporte de nuevos conocimientos ya que en su momento la teoría potenció alguna vez la posibilidad de accederé a otras realidades, había quiénes la valoraran; sin embargo, tal parece que encuentran en la definición de rebeldía aquellos que hablan fuerte, pero con un tono de voz hermoso, que oculta la verdad de su ignorancia. Opiniones que se basan en una experiencia sin fundamento, pero con amistades poderosas; etiquetas sociales que nos envuelven y seducen con discursos radicales. ¿Dónde está la pedagogía del respeto y de la ética? Balanceando entre dos polos con el irresistible mareo de la ceguera, en un laberinto de corrientes teóricas que nos imbuyen en la violencia. “Un día solté la mano de mamá para tomar la de un educador” (p 156). Si bien el columpiarse es un buen ejercicio, que altera la estática, desde la mecánica, el azar o el peligro, de qué humor nos encontramos para convocar el balance: disfrutamos con ternura, somos solidarios o indiferentes, poco considerados, necios, que gestionan desde el dolor la práctica del “balance” o simplemente autómatas de la violencia.