El camino de María del Carmen es, también, el camino musical de Caicedo. La historia es una carta de amor a las canciones que lo marcaron, Eric Burdon, los Stones, Eric Clapton y el Rock´n Roll que tanto amaba aparecen como melodías constantes que enmarcan la historia. Pero también aparecen Richie Ray, Bobby Cruz, Mike Collazo, Cheo Feliciano y grandes de la salsa que mueven la historia en una transición constante desde lo anglosajón hacia lo latino, la relación y la mezcla de la melancolía inglesa y la nostalgia de la rumba timbalera son el motivo constante del relato, haciendo de este un libro que puede escucharse y bailarse, siguiendo el mismo camino de la banda sonora que representa la vida de la rubia protagonista.
Reseña ¡Que viva la música!
De Andrés Caicedo
Música que te alimentas de la carne viva
María del Carmen Huerta, la rubia, rubísima, la “mona”, comienza su historia cuando aún es una adolescente común de la sociedad media alta de Cali, ciudad colombiana que es tan protagonista del relato como ella, por sus calles, esquinas y recovecos pasará las noches la mona aprendiendo la brutal realidad de la fiesta, el amor, el sexo, las drogas, la nostalgia, la libertad y la soledad de la independencia. Golpe a golpe, contra los muros de los bares de su “kali” querida, encontrará la música y el baile que la llevarán por el camino de su propia historia, de su propia tragedia, esa que lleva la vida hasta los últimos extremos.
¡Que viva la música! Es una novela rápida, con una escritura vertiginosa y desesperada que atropella las palabras y empuja la historia hasta que el lector termina encerrado y absorbido por la ciudad y sus misterios. Es una historia de transición, de crecimiento, un ritual de paso hacia la adultez que le ha valido infinidad de críticas que la consideran “literatura juvenil” y de menor grado, pero que, con la precipitada elocuencia de Caicedo, su estilo realista y urbano, tan contrario al realismo mágico de su época y sus latitudes, y su furiosa radicalidad juvenil, no deja a ningún lector indiferente, ningún dios en pie y ningún títere con cabeza.