El Principito visitó varios asteroides y aprendió mucho estando ahí; en el primer asteroide al que llegó había un rey que reinaba sobre todo, pero sin saber sobre qué. El Principito le pide que le ordene al Sol que se ponga para que él pueda admirarlo, ya que le gusta mucho ver las puestas de Sol, pero el rey se niega y le responde que solo puedes pedir a cada uno lo que cada uno puede dar. Le pide al Principito que se quede con él para tener a alguien sobre quien reinar y le dice que lo nombrará ministro de justicia, aunque no había nadie más a quien juzgar. “Te juzgarás a ti mismo”; claro, aprender a juzgarnos a nosotros mismos nos convertirá en sabios.
Así fue el Principito, de asteroide en asteroide, conociendo a más personajes curiosos que le hicieron ver que las personas mayores son muy extrañas. Un hombre arrogante que creía que todos eran sus admiradores; un borracho que bebía para olvidar la vergüenza de beber; un hombre de negocios que era extraordinario contando estrellas; un farolero con el tiempo corto, del que el Principito quiere ser amigo, ya que al menos él se ocupaba de otras cosas y no solo de sí mismo; un geógrafo que le aconseja visitar la Tierra.
El Principito
Antoine de Saint-Exupéry
Iremar Trejo Villegas
Estudiante de la licenciatura en comunicación de la UAEH
El Principito es uno de los libros que ha marcado no solo mi infancia, sino mi vida entera, y sé que también la de muchos de ustedes. En este libro, Antoine nos narra su historia al conocer a nuestro personaje principal, un hombrecito diminuto con cabellos de oro que le hace compañía mientras arregla el motor de su avión a la mitad del desierto Sahara, y le cuenta su aventura conociendo nuevos planetas y haciendo nuevos amigos. Al principio, el Principito le pide que le dibuje un cordero para que se coma las hierbas malas de su planeta, el B-612, que es apenas más grande que una casa.
En su planeta solo vive el Principito con dos volcanes pequeños, que apenas le llegaban a la rodilla, y su rosa. El Principito le narra a Antoine cómo emprendió su viaje y lo duro que fue salir de casa al principio, dejando atrás todo lo que él conocía, limpió dulcemente sus volcanes porque no sabía si volvería a verlos y se despidió de su rosa orgullosa, pero ella estaba muy herida para responder a su adiós, aunque al final lo hace, se disculpa y le dice lo mucho que lo quiere. Aun así, el Principito decide irse con su bella rosa ocupando gran parte de su corazón. Ella le pide que se vaya porque no quería que la viera llorar, ¡era tan orgullosa!