En esta obra, Fiódor deja entrever al lector cómo en cada uno de sus personajes realiza un ejercicio de exorcismo de los múltiples demonios que en ese momento lo habitan, no porque se sintiera particularmente incómodo de su compañía, sino porque pareciera que esa fue su forma de construir la esencia de estos personajes en específico, ya que en diferentes momentos se puede escuchar la voz del mismo Dostoyevski rebasado por las consecuencias de sus decisiones, haciendo de cada uno un vertedero de emociones vivas, que dan la impresión de que él los ha experimentado en primera persona más de una vez, y que gracias a este realismo, permite al lector conectarse con ellos y con sus propios demonios ante las situaciones narradas en esta novela.
Rumbo al final del libro nos encontramos con una breve línea del tiempo de las luchas institucionales por los derechos de las mujeres, además de los detalles de la Convención sobre la eliminación de todas formas de discriminación para la mujer, todo lo anterior bajo el marco de la Unión Europea. Es importante resaltar que el origen de la escritora no se oculta en el texto, se hace especial énfasis en los aportes de las mujeres españolas a la historia del feminismo europeo, si bien es cierto que la autora habla de fenómenos que tienen lugar más allá de las fronteras europeas y de la situación de las mujeres en otros lugares del mundo, la prevalencia de lo español no puede negarse. El texto de Varela resulta esencial para quienes se inician en el feminismo, con la clara advertencia de que es necesario entender que, posterior a su lectura, tenemos el deber de criticarlo desde nuestra trinchera Latinoamericana y buscar otras fuentes que ayuden a nutrir nuestros conocimientos en la corriente feminista que nos arropa.
El jugador
Fiódor Dostoyevski
Catalina Santiago González, Catedrática de la Licenciatura en Comunicación de la UAEH
¡Es un hecho! He aquí lo que a veces puede significar una última moneda. ¿Y si me hubiera amilanado y no hubiera tenido valor de decidirme? Dostoyevski, 1866.
Si alguna vez alguien te ha dicho que los trabajos de última hora nunca salen bien, seguramente no conocen a Fiódor Dostoyevski y por supuesto jamás han leído el Jugador; ya que esta novela fue escrita en tan solo 26 días en el año de 1866, con esta obra su autor se salvó de consecuencias económicas y legales importantes, derivadas de los compromisos adquiridos al firmar un contrato previo.
Esta novela narra las preocupaciones y vicisitudes de Alexéi Ivánovich, tutor de los hijos de un general ruso retirado en una ciudad alemana que denomina como Ruletemburgo, además de encontrarse ambientada en el contexto europeo del siglo XIX; este general se encuentra a la espera de la muerte de su tía, una mujer anciana, enferma, con una fortuna escandalosa y sin más parientes que él. Mientras se encuentra sumergido en la espera impaciente de la herencia de la famosa tía adinerada, y contrario a todo pronóstico, lo que recibe en el siguiente tren que arriba su lugar de descanso, es una avalancha de desgracias.