Dirección de Fomento a la Lectura

 

Un niño aburrido que descubrirá la magia de los números

Robert no se asustó cuando vio en la pradera de su sueño, delante de él, a un señor muy anciano y bajito que lo miraba con ojos brillantes; al contrario, sin mostrar ningún temor le inquirió que quién era; el hombrecillo se limitó a contestar con un estruendoso grito: “¡Soy el diablo de los números!” Ante esa respuesta, el niño le reviró, sin intimidarse y malhumorado, que ese diablo no existía y que, además, odiaba todo lo relacionado con las matemáticas y los problemas de cálculo que su maestro les ponía a resolver en clase; así que le exigió que se esfumara.

Sin embargo, a la larga, ese niño se alegrará de esa aparición, pues estaba aburrido de soñarse tragado por gigantescos peces y con hormigas que se trepaban en sus piernas, así como resbalarse de un tobogán y caer en un sótano donde quedaba encerrado y con mucho frío. Además, estaba harto de continuar con el engaño de que se le concedía un objeto deseado, el cual lo veía con tal nitidez que le provocaba despertarse a medianoche e ir hasta donde se encontraba para toparse con una desagradable sorpresa; por ejemplo, con un ratón muerto en lugar de una flamante bicicleta.

Hans Magnus Enzensberger (Kaufbeuren, 1929) rescatará a ese niño cansado de jugar el rol de tonto en sus sueños y con un rechazo rotundo a las matemáticas. El pensador alemán le revelará varios secretos del mundo de los números, mediante un personaje que el irrumpirá en sus sueños: El diablo de los números (Ciruela, 1997). La primera revelación consistirá en que no hay un solo diablo en ese paraíso sino muchos más; simplemente, unos más diablos que otros.

El polifacético intelectual nos lleva, a través de los 12 sueños que Robert tendrá con ese singular viejecillo, a ese mundo abstracto y aparentemente aburrido, mostrando algunos de los aspectos más interesantes de la ciencia que los estudia –la matemática, cuya tesis principal sustenta que todo lo que nos rodea, incluso el universo, obedece a un orden–. “Eso es precisamente lo demoníaco de las matemáticas”, responde el hombrecillo a Robert cuando éste le expresa no entender por qué, en sus explicaciones, siempre todo cuadra.

Con ejemplos cotidianos e, inclusive, rompiendo reglas establecidas en las escuelas, como la prohibición de usar calculadoras para resolver cuentas, y desmantelando ideas que se tienen sobre las personas dedicadas a esa ciencia (“La mayoría de los verdaderos matemáticos no saben hacer cuentas”), el diablillo enseñará en distintos sitios (una pradera, una cueva, un bosque, a la orilla del mar, en un desierto) a ese pequeño “lo divertido” y, a la vez, “lo diabólico de los números”: su sencillez. Pero además, su lado mágico. Al abordar el tema de los números de Bonatschi, ese personaje le demuestra que las matemáticas no solo son un asunto de los matemáticos, sino también de la naturaleza.

Estimado(a) lector(a): ¿Le gustaría saber cómo demuestra ese diablo esa relación y cómo es que “los árboles y los moluscos saben contar”, así como quiénes son los “verdaderos jefes” del “paraíso de los números”? En ese libro, ilustrado por Rotraut Susanne Berner, podrá saber eso y más secretos de ese endemoniado mundo sin necesidad de soñar con ese temido personaje.

Sobre el autor

Hans Magnus Enzensberger
Nació el 11 de noviembre de 1929 en la ciudad de Kaufbeuren, región de Suvia, Alemania. El poeta, ensayista, realizador de documentales y de teatro, tiene en su haber una amplia, variada y fructífera obra entre ellas Poesía para quien no lee poesía, En defensa de los lobos, Escritura de ciegos, El corto verano de la anarquía, ¡Siempre el dinero!, El gentil monstruo de Bruselas, Europa en ruinas, Panóptico, Hammerstein o el tesón, Ensayos sobre las discordias, Elementos para una teoría de los medios de comunicación, Conversaciones con Marx y Engels, Guía para idiotas, El laberinto de la inteligencia.

Además, es fundador y director de revistas culturales como Kursbuch y The Transatlantic. Ha recibido diversos galardones como el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades y la medalla de oro del Círculo de Bellas Artes de Madrid.