Romero no solo llevo a los zombis al cine, también estableció el arquetipo de “muerto viviente” contemporáneo. Un cuerpo reanimado en estado de putrefacción, cuyo único objetivo es satisfacer es su hambre de carne viva.
Las formas de convertirse en zombi son muy variadas: por algún hechizo vudú, infección de algún hongo o virus o por la mordida directa de un zombi. Es en este punto donde la obra de David Mateo rompe con los esquemas.
Carne muerta inicia con las escenas de lo que parece una conspiración a nivel mundial. Un grupo de personaje liberan un gas venenoso que más adelante infectaría a toda la población masculina del mundo.
La imagen que presenta el autor está muy bien lograda y es sumamente tétrica. En un día normal, todos y cada uno de los hombres del mundo mueren repentinamente. Viejos, adultos, niños e incluso bebés dejan de respirar; dejando a las mujeres del planeta en estado de shock, y no solo eso, también en situaciones tan criticas como un vuelo de avión donde, tanto piloto como copiloto dejan de respirar sin razón aparente. En una referencia claramente bíblica al tercer día, todos lo cuerpos de los hombres cobran vida y comienzan una vertiginosa cacería por las mujeres.
Con esta premisa se establece una trama muy especial, un mundo postapocalíptico habitado por zombis, donde las únicas sobrevivientes son las mujeres.
Carne muerta
David Mateo
Gerardo Ángeles Galván,profesor de la Licenciatura en Comunicación
Cuando se pensaba que ya no se podría escribir nada acerca de los zombis, el escritor de literatura joven David Mateo presentó su obra Carne muerta. Una obra con un concepto original y que rompió con los clitches de zombis que se tenían hasta el momento.
Para quienes no estén relacionados con la temática zombi, estas criaturas de terror son originarias del folklore vudú y su expresión más recurrente es la de un cuerpo reanimado para atormentar a los vivos. Durante el siglo XX se popularizó gracias a la obra cinematográfica de George Romero, “La noche de los muertos vivientes”.